La metáfora del GPS o el despiste de Pedro Sánchez
Pedro Sánchez, secretario general del PSOE, ha concluido su ronda americana. El lÃder socialista ha mantenido encuentros con la directora gerente del FMI, Christine Lagarde y con el asesor económico de la Casa Blanca, Jason Furman en un intento de reforzar su imagen como entendido de la cosa de las perras y, de camino (¡ay los caminos!), añadir a su perfil el carácter de paladÃn internacional emergente, capaz de dialogar de tú a tú con Madeleine Albright o con los sesudos del “think tank†del Center for American Progress.
Pero ya se sabe que los caminos del Señor son inescrutables. Y ahÃ, en el camino que va desde Washington al Estado vecino de Virginia, es donde Sánchez ha dilapidado casi todo el patrimonio americano que traÃa en su mochila. En un alarde de descontrol, impropio de quien pretende dar la imagen de capacidad y solvencia, se perdÃa por esas trochas de Dios y de “Pilgrim Fathersâ€, malogrando llegar a tiempo a un encuentro organizado con estudiantes de la Universidad George Mason, al que asistÃa el embajador español en Estados Unidos, Ramón Gil Casares, y el rector del centro educativo, el español Ãngel Cabrera. El cabreado Cabrera sentenciaba asà lo ocurrido en las redes sociales: «Espero que Sánchez pueda dirigir mejor un paÃs que un GPSâ€.
Pedro Sánchez se encontró con un auditorio vacÃo tras más de una hora de retraso. El despiste o la metáfora del GPS, como ya se califica al incidente, es una alegorÃa de la lÃnea de trabajo seguida hasta ahora por el lÃder socialista, a quien se le acusa de pilotar la nave de Ferraz a la deriva y sin un rumbo concreto, mientras los Pablos Iglesias y compañÃa van echándole el aliento en el cogote. Por si fuera poco Albert Rivera amenaza con dinamitar el voto del centro social.
Sin embargo, los gurús que le asesoran afirman que Pedro Sánchez ha sabido construir en pocos meses una imagen. A estas alturas alguien tenÃa que haberle recordado que no solo de imágenes viven nuestros paisanos. Sánchez necesita, además de imagen, hilvanar un discurso polÃtico adecuado con el que entusiasmar y conmover a los parroquianos: esos mismos que siguen esperándole, como lo hacÃan los alumnos de la George Mason. A ver si esta vez llega a tiempo.