Los intereses Occidentales en Irak y Oriente Medio se centran aún en controlar las reservas de ‘oro negro’ más grandes del mundo. Por eso invocan la necesidad de democratizar la zona.
La reciente retirada de las tropas estadounidenses de las ciudades iraquÃes ha eclipsado la otra noticia relacionada con la supuesta normalización del paÃs: el intento de las autoridades de Bagdad de atraer capital extranjero para la reactivación de la industria petrolÃfera.
La gran licitación de contratos para la modernización de los yacimientos de «oro negro», celebrada durante el repliegue del ejército norteamericano, desembocó, según los expertos internacionales, en un «estrepitoso fracaso». De los seis campos de petróleo cuya gestión se habÃa ofertado a una treintena de compañÃas extranjeras, sólo uno – el gigantesco yacimiento de Rumaila – llegó a llamar la atención del consorcio integrado por la británica British Petroleum (BP) y la CompañÃa Nacional China de Petróleo (CNPC). Rumaila, que cuenta con unas reservas estimadas en 17.000 millones de barriles de crudo, es el mayor yacimiento incluido en la lista elaborada por los iraquÃes, que sacaron a subasta campos petrolÃferos que suman unos 43.000 millones de barriles, es decir, alrededor del 40 por ciento de las reservas conocidas del paÃs, estimadas en 115.000 millones.
La remuneración exigida por la petrolera británica era de 3,99 dólares por barril de crudo. Sin embargo, la BP y sus socios chinos tuvieron que contentarse con una contraoferta de… 2 dólares, que acabarán convirtiéndose en… 0,95 céntimos tras el pago de los impuestos destinados a la CompañÃa Nacional Iraquà de Petróleo, principal beneficiaria de la licitación. En realidad, los contratos de 20 años de duración subastados esta semana en Bagdad no contemplan la participación de las petroleras extranjeras en la producción y comercialización del «oro negro»; se trata de meros contratos de servicios, que prevén la «asociación» de las empresas extranjeras en el proceso de modernización de la industria iraquÃ.
Las autoridades contaban con esta licitación para duplicar, véase triplicar, la producción diaria de crudo de aquà a 2015. Sin embargo, el exiguo porcentaje ofrecido por las autoridades de Bagdad a las compañÃas internacionales llegó a «aguarles la fiesta», pues exigÃan beneficios diez veces superiores a los previstos por el Ministerio de Petróleo iraquÃ. Finalmente, las compañÃas llegaron a retirar sus ofertas al comprobar que Bagdad no estaba propenso a concederles la «parte del león».
La cautela, por no decir, la rigidez de las autoridades iraquÃes se debe, al parecer, a las crÃticas de la opinión pública, que acusa al gobierno de Nouri al-Maliki de entregar a los extranjeros el único recurso natural del paÃs. De ahà la necesidad de adoptar una postura más… intransigente.
Pero detrás de esta extraña pantomima se divisa el verdadero objetivo de los occidentales; hacerse con el control de los principales yacimientos de petróleo de la zona. Todo ello, invocando la necesidad de ayudar a Irak a encaminarse por la senda de la restauración democrática. Aparentemente, nada que ver con las acusaciones formuladas hace años por los cÃrculos de poder del mundo árabe, que denunciaban los designios neocolonialistas de Occidente, interesado ante todo en preservar sus suministros energéticos.
Pero claro; sabido es que la guerra contra Saddam Hussein tuvo como principal objetivo la defensa de… la democracia. En este contexto, los recientes insistentes y reiterados llamamientos para la democratización de Irán, segundo productor de «oro negro» del planeta, podrÃan tener una segunda lectura.
Adrián Mac Liman
Analista polÃtico internacional