Economía

Pisotéenme, por favor

«Ciudadano trabajador y honesto, pagador de impuestos y con pequeños ahorros busca banquero sin escrúpulos para someterse a sus abusos y dejarse pisotear sin perder la sonrisa por el bien de la economía de mercado. Pregunten por Pringao de Clase Media»

Si las relaciones con los bancos se buscaran en una sección de contactos de un periódico ese anuncio por palabras sería un modelo estándar. Al fin y al cabo, es la virtud del transigir la que caracteriza al Homo Sapiens Civilizadus. Solo así se entiende que tras padecer una mayúscula violación económica las cosas sigan como antes.

Me pregunto cuántos altos ejecutivos de banca se han quedado en la calle por culpa de la crisis iniciada en Wall Street. No recuerdo haber oído nada en los medios sobre dimisiones o despidos másivos de consejos de administración, presidentes y consejeros delegados. No lo recuerdo porque no ha ocurrido. La burbuja financiera empezó a desinflarse en el verano de 2007 y más de dos años después y billones de dólares de por medio, los mismos que se llenaron los bolsillos especulando con los riesgos de impago de los más pobres siguen hoy en sus despachos engordando sus cuentas.

Es cierto que algunos nombres han caído, como el del presidente de Bank of America, Ken Lewis (que renunció a su cargo tras perder la confianza de los accionistas; aunque ejerce en funciones hasta final de año), y que han desaparecido algunas instituciones bancarias y fondos de inversión, pero las grandes figuras del sector a nivel mundial y las entidades que recibieron más dinero por parte de los gobiernos se pasean con la cabeza alta mientras la clase media muerde el polvo.

La mayor estafa documentada en la Historia carece de «happy ending», al menos para las víctimas. No solamente quienes perpetraron el crimen se escaparon de rositas, ni siquiera tuvieron que huir y después de un robo múltiple fueron recompensados con un salario elevado y un paquete de bonificiaciones que «quita el sentío» por el trabajo ¿bien hecho?.

Estos «cracks» de las finanzas (no cabe duda de que lo son en vista de los resultados) únicamente han sufrido la pérdida de imagen pública (un poco más) y la amenaza de una rebaja de sus emolumentos. A lo más que se llegará en algunos casos es a que los ejecutivos pierdan su jet privado o su cuota anual al club de campo, hasta ahora pagada por la empresa, la misma que necesitó dinero público para sanear sus balances. Nadie les ha obligado a que asuman responsabilidades, nadie lo hará. En este atraco a mano armada resulta que el culpable es el multiforme, heterogéneo y diabólico «sistema».

A pie de calle, los tejemanejes bancarios han terminado con miles de empleos (entre ellos trabajadores de banca de los escalafones más bajos) y, como consecuencia de la crisis, las entidades financieras han endurecido las condiciones para que un ciudadano pueda conseguir un préstamo para salir adelante. La principal condición que pide un banco hoy en día para dar un crédito es que el cliente demuestre que no lo necesita. El «cheque» público llegó a los directivos, éstos emplearon los fondos en limpiar sus «marrones», y cortaron el flujo monetario a la población porque claro, hoy en día no te puedes fiar.

Es más, los precios han caído, la gente se ve forzada a malvender propiedades, un clima ideal para quienes tienen dinero… Te roban primero y te roban después, pero todo legal ¿eh? Indignante.

No pretendo hacer una apología del socialismo o del comunismo ni machacar el capitalismo. Las injusticias no entienden de hoces, martillos o plusvalías pero sí distinguen entre quien tiene poder y quien no lo tiene.

En mi caso, sin hipotecas ni casas, he visto este año como la cuenta de ahorro que firmé con Citibank en 2008 sin cargos ni comisiones ha pasado a tener un «gasto» de 7 euros mensuales, y eso que no lleva domiciliaciones. Ahora me cuesta 7 euros. Si me despisto y no saco el dinero dentro de un tiempo no solo no tendré ahorros sino que habré adquirido una deuda con Citibank que se habrá chupado todos mis fondos y me dirá que reclame al maestro armero porque la culpa de lo ocurrido será mía, que me mandaron una carta para avisarme del abuso…

Estimado señor:

Por la presente nos agrada informarle de que en vista de la actual situación económica y la fluida relación de confianza que hemos construido con usted durante los años, vamos a proceder a sisarle de sus ahorros. Estamos seguros de que usted entenderá que la necesidad apremia y su dinero es de gran interés para nosotros, tanto que pretendemos gastarlo en especular con el fin de mantener nuestro ritmo de crecimiento. Lógicamente, debido a nuestra amistad, queremos seguir adelante con nuestra relación por mucho tiempo. Confiamos en que se regocije cuando lea en la prensa que nuestra entidad ha superado la crisis con éxito y goza de pingÁ¼es beneficios, como haría un buen amigo. Sin más, gracias por dejarse pisotear y recuerde que queremos ser su banco siempre que nos salga rentable.

Quizá la crisis fue también cosa mía pero entonces no me llegó ninguna misiva.

¡Eh! pero seamos comprensivos, al fin y al cabo, los pobres bancos necesitan nuevas fuentes de financiación para mantener unos beneficios anuales razonables que les permitan mostrarse en bolsa como instituciones solventes. Habrá que arrimar el hombro.

Sobre el Autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.