La organización de PODEMOS
A propósito de la polémica entre las dos corrientes “Claro que Podemos” y “Sumando Podemos”.
Lo ocurrido este pasado fin de semana en la asamblea ciudadana “Sí se puede” de PODEMOS es un hito histórico en este país. Un nuevo partido se organiza dando el máximo protagonismo posible a los ciudadanos, con la máxima transparencia. Las diferencias entre ciertas corrientes (por pequeñas que sean), siempre enriquecedoras en una organización que pretenda ser democrática, son utilizadas por la casta política y mediática para intentar dar una imagen de división y de incoherencia. Los ataques de dicha casta eran perfectamente previsibles.
El poder no se va a quedar de brazos cruzados viendo cómo surge un sujeto político que le amenaza. Aprovechará cualquier resquicio para agrandarlo e intentar hundir prematuramente el barco naciente. No olvidemos nunca el gran poder que detenta la casta. La cantidad de medios de que dispone para intentar lavar el cerebro de las masas. Nunca olvidemos que parte de una posición ventajosa, los prejuicios incrustados en las mentes de los ciudadanos durante décadas de monopolio cultural. Por esto PODEMOS debe ser especialmente escrupuloso para no dar ningún motivo de duda sobre sus intenciones. Debe practicar la máxima coherencia posible (aunque, por supuesto, la perfección no existe). Hay que intentar evitar errores pero también hay que reconocerlos abiertamente y corregirlos cuando se produzcan. Lo más importante es demostrar cierta actitud ante la gente.
El poder no se va a quedar de brazos cruzados viendo cómo surge un sujeto político que le amenaza. Aprovechará cualquier resquicio para agrandarlo e intentar hundir prematuramente el barco naciente.
El debate sobre la organización de PODEMOS es trascendental y no es en el fondo nada nuevo. Ya desde los tiempos de los revolucionarios clásicos de los siglos XIX y XX se hablaba de las cosas que ahora se están planteando. Es un debate abierto y no resuelto. Verticalidad vs. Horizontalidad. Centralismo vs. Federalismo. Dado que la democracia verdadera no se ha podido practicar mucho hasta ahora (en el mundo en general y en España en particular), no ha tenido hasta ahora muchas opciones (pues sus enemigos se han encargado de que así sea), dado que a todos nos falta cierto espíritu democrático (pues dicho espíritu sólo puede desarrollarse con la educación y la práctica), todos debemos aprender a ser más democráticos.
Por otro lado, debemos aprender a organizarnos de tal manera que la democracia evolucione cada vez a más y a mejor, que no sea algo estático sino dinámico, de tal manera que vayamos aproximándonos al mundo nuevo que queremos construir pero al mismo tiempo partiendo del actual. Pues sólo es posible transformar la realidad si la tenemos en cuenta, sólo es posible “conectar” el futuro deseado con el presente si consideramos éste tal como es y no como desearíamos que fuese. Algo realmente muy difícil que requiere llegar a cierto equilibrio entre lo deseado y lo necesario, entre lo nuevo y lo viejo. Aquellos partidos políticos que busquen transformar la sociedad deberán tener ciertas cosas en común con el resto de partidos para poder enfrentarse a ellos eficazmente, pero deberán también diferenciarse de ellos en algunas cuestiones críticas para no acabar haciendo lo que ellos han hecho, es decir, servir al sistema en vez de a la ciudadanía. La cuestión clave por tanto es dilucidar en qué cosas no hay más remedio que parecerse a los demás partidos políticos y en qué cosas hay que diferenciarse. De ahí la polémica entre las dos principales corrientes de PODEMOS.
Lo ideal sería una organización lo más horizontal posible con liderazgos mínimos, colectivos, rotatorios. Yo pienso que tarde o pronto habrá que organizarse de esta manera. El problema es que la organización de la sociedad depende de su estado. No es lo mismo una sociedad emancipada, acostumbrada a la democracia, que la practica desde hace mucho tiempo, donde las personas han dejado de comportarse como ovejas guiadas por un pastor, que una sociedad donde a las personas aún les cuesta pensar y actuar por sí mismas, asumir su parte de responsabilidad. No es lo mismo una sociedad donde hay muchos Pablo Iglesias, donde una figura como él es la norma, que una sociedad donde es una excepción. Sin dudas, el estado actual de la sociedad depende todavía mucho, demasiado, desgraciadamente, de esas personas excepcionales que son capaces de encauzar a las masas. Por consiguiente, por ahora, habrá que organizarse de tal manera que ciertas personas tengan más protagonismo que otras, más del deseado. Pero cuidado, el peligro es que acaben teniendo demasiado protagonismo. Hay que llegar, insisto, a cierto equilibro entre verticalidad y horizontalidad, entre liderazgo y bases. En este sentido, aunque pueda gustarnos más una dirección colegiada, un portavoz o coordinador general único puede ser a corto plazo más eficaz en la lucha política que se avecina. Puede ser más eficaz porque siempre es menos probable que una persona se contradiga a sí misma que tres personas. La gente está más acostumbrada a partidos políticos donde una persona es la que los encabeza.
Pero más importante que la cabeza de PODEMOS esté compuesta por una o varias personas, que incluso parte de éstas sean elegidas por sorteo, es que dichas personas que ostenten cierta responsabilidad estén sometidas en todo momento a la voluntad de las bases. Más importante que la dirección colegiada o rotatoria es el mandato imperativo y la revocabilidad. La mejor manera de evitar que esos inevitables liderazgos acaben traicionando a las bases, a los ciudadanos a los que deben servir, es haciendo que las decisiones importantes generales (programa y estrategia) las tomen las bases, los ciudadanos, es decir, el mandato imperativo, es haciendo también que en cualquier momento las bases puedan revocar a los líderes. Á‰stos deben “mandar obedeciendo”. Mejor dicho, deben ejecutar, coordinar las decisiones colectivas. Deben ser sobre todo coordinadores, portavoces, que deben estar controlados en todo momento por quienes les han elegido. Pero también deben tener cierto margen de maniobra (en los detalles de implementación) para que su labor sea eficaz.
No se trata de que cada cosa que hagan deba someterse a votación en las asambleas (lo cual haría impracticable su labor, la contienda en el campo de batalla político), se trata de que no puedan hacer nada que contradiga la estrategia y los objetivos generales decididos por todos, por la mayoría, se trata de que rindan cuentas cada cierto tiempo prudencial a quienes han depositado su confianza en ellos, se trata también de que en cualquier momento puedan ser apartados de sus cargos. Sólo así creo yo que podemos llegar a ese equilibrio del que hablábamos.
A día de hoy debemos hacer ciertas concesiones al pasado, al presente (como prescindir, tal vez, por ahora, de la limitación de tiempo en los cargos, de su rotación), pero también debemos dar un paso adelante para evitar los problemas habidos en otros partidos políticos que se han convertido (consciente o inconscientemente) en meros instrumentos de la oligarquía, y no del pueblo. El factor diferencial de PODEMOS debe ser dar el máximo protagonismo posible (dadas las actuales condiciones de la sociedad) a las bases, a los ciudadanos, pero sin restar eficacia a la acción política. La elegibilidad de todos los cargos de responsabilidad, las primarias abiertas, el mandato imperativo (en cuanto a las líneas generales), la revocabilidad, la transparencia, la práctica del ejemplo, la coherencia, la rendición de cuentas de los responsables, las asambleas frecuentes y abiertas a toda la ciudadanía son los verdaderos factores diferenciales de PODEMOS. No podemos por ahora prescindir de un Pablo Iglesias, pero todavía menos de esos factores diferenciales.
Dicho sea de paso que me parece un error la postura de Pablo y sus colaboradores más inmediatos de que si la mayoría no decide adoptar la organización que ellos propugnan entonces se apartarían de los cargos de responsabilidad. Una cosa es discutir sobre la manera de organizarnos y otra distinta es sobre las personas que deben ocupar los puestos de responsabilidad. De alguna manera, tal vez sin querer, Pablo está coaccionando el voto de la gente, está aprovechando su protagonismo mediático, el hecho de que él es ahora mismo un portavoz imprescindible (aunque él lo niegue), para que la gente vote lo que él cree que es mejor. Esto crea cierta desconfianza en muchas personas. En mi humilde opinión, los actuales cabecillas deberían corregirse y reconocer que ellos estarán donde el partido crea que pueden ser más útiles. Y yo creo que no hay dudas de que uno de los factores del éxito inicial de PODEMOS es el gran liderazgo de Iglesias, su lucidez, su elocuencia. No creo que porque PODEMOS no se organice exactamente como su cabeza más visible desea eso sea motivo para renunciar a dirigirla. Se podrá discutir si es más eficaz una u otra forma de organización, pero mientras existan los mencionados factores diferenciales y cierto programa político, Pablo y cualquier otra persona que los comparta cabe en PODEMOS, incluso asumiendo responsabilidades. Si finalmente se decidiera una dirección colegiada yo creo que Pablo y su equipo deberían estar disponibles para formar parte de ella si así lo eligen los ciudadanos. Cada uno debe estar donde crea que puede ser más útil, donde la gente crea que así debe ser. E, indudablemente, Pablo Iglesias es más útil como coordinador de PODEMOS, único o no.
La elegibilidad de todos los cargos de responsabilidad, las primarias abiertas, el mandato imperativo (en cuanto a las líneas generales), la revocabilidad, la transparencia, la práctica del ejemplo, la coherencia, la rendición de cuentas de los responsables, las asambleas frecuentes y abiertas a toda la ciudadanía son los verdaderos factores diferenciales de PODEMOS
Lo más importante es que PODEMOS se organice de la manera más democrática posible, que dicha organización sea flexible y dinámica, mejore con el tiempo, pues la práctica nos irá diciendo la forma concreta que deberá adoptar en cada momento. No sólo habrá que corregir errores, habrá que ir también perfeccionando el instrumento político mediante el cual el pueblo se organiza para empoderarse. A medida que pase el tiempo deberemos ir disminuyendo progresivamente los liderazgos, éstos deberán ser limitados en el tiempo, cada vez más colectivos, rotarios, las bases deberán ir cobrando cada vez mayor protagonismo, en vez de al revés. El principal síntoma de que vamos por buen camino será precisamente eso, que los ciudadanos vayan teniendo cada vez más protagonismo, que los Pablo Iglesias sean cada vez más prescindibles.