Cómo gritan esos malditos, que decían los clásicos. La derecha y extrema derecha, ambas de origen sociológico franquista, tan autoritarias como clericales, se han alborotado hasta el histerismo patológico y todo porque “Podemos” está dispuesto a luchar por cosas tan justas como las que contiene su programa: la enseñanza, la sanidad, la vivienda, una política económica de planificación e intervención que proteja y potencia la propiedad pública y el bienestar social… derechos por los que la izquierda institucional ya no lucha.
Mirándose el ombligo, a través del cual no ven otra cosa que a los comunistas de la “guerra fría”, ahora venezolanos, dicen estos panegiristas del franquismo que ahora defienden una democracia, que se instauró muy a pesar de ellos, que estamos en una “situación revolucionaria” porque el Pueblo, sí, el Pueblo, ha tomado conciencia de sus necesidades e intereses contra esos que recurren a una democracia que sólo protege sus intereses, los intereses de la propiedad privada, de la banca y de la oligarquía financiera, que la democracia, su democracia, está en peligro.
Como Thiers y su cuadrilla de arribistas apoyaron la ocupación de París por los prusianos para derrotar a la Comuna, estos panegiristas del franquismo están esperando que un salvador, aunque fuera dios, venga a liberarlos de la pesadilla del pueblo. Ese pueblo que reivindica y defiende lo que es suyo porque es él quien lo ha creado: el Estado de bienestar.
Están tan moral e intelectualmente bloqueados por su codicia y atrapados en su propia corrupción, a eso le llaman “bipartidismo”, que son incapaces de entender un fenómeno tan sencillo como el que ya ocurrió en otras situaciones sociales: que “Podemos” no es otra cosa que la forma que el pueblo ha tenido, ante la indiferencia de la izquierda institucional, de organizar sus reivindicaciones.
Porque la democracia sólo es posible si se admite, aunque sea a regañadientes, que para que coexistan dos, la otra parte tiene, también, que exigir que se cumplan las reglas del juego. Y si no es así, se rompe el consenso interclasista que no es otra cosa que eso que llamamos democracia. Idealizada por los franquistas y la izquierda institucional.
Gritan, ya sin aliento, estos panegiristas franquistas, apoyados en los medios de comunicación propiedad directa o indirecta del clero, que el Pueblo, “Podemos”, va a instaurar una dictadura. Nos asustan con la dictadura popular. Como si se nos hubiera olvidado que en España, en toda su Historia, bajo influencia clerical, oligárquica y capitalista, desde los godos hasta los franquistas, no se han instaurado más dictaduras que las de las monarquías absolutas, las dictaduras de los militares, apoyados en la Iglesia, durante el siglo XIX y las dos únicas dictaduras que han ocupado casi los dos tercios del siglo XX: la de Primo de Rivera y la de Franco. Ambas se instauraron para tapar la corrupción, defender a los propietarios y a la Iglesia y contra los derechos y libertades del pueblo.
Ellos, hijos de los hijos de estas dictaduras, se alborotan porque el pueblo, “Podemos”, reivindica lo que es suyo el Estado de Bienestar, la libertad y los derechos individuales.
A esto le llaman “situación revolucionaria”. A esto, a la defensa del bienestar social, a la lucha contra la corrupción, a la defensa de las libertades, a la lucha contra el paro, a una política que dé trabajo a los jóvenes, desahuciados, pequeños y medianos empresarios asalariados, al derecho de las abortistas, de los homosexuales, de las feministas…
A todo esto, a reivindicar los derechos individuales y humanos, ellos, hijos de hijos de dictadores y clase social residual de la Dictadura franquista y clerical le llaman instaurar una dictadura de inspiración venezolana. Cuando la única inspiración que existe es la defensa de estos derechos en este país, al que llamamos España. Un país que no puede ser una finca privada de caza para los privilegiados. Las oligarquías de todo signo. De cuya mano volveríamos a la Edad Media en ausencia de derechos y bienestar social.