El político debe ser capaz de predecir lo que va a pasar mañana; el mes próximo y el año que viene, y de explicar después por qué fue que no ocurrió lo que él predijo… Un pensamiento tomado de Winston Churchill.
Es posible que las exigentes palabras de Churchill sean demasiado duras para un político de corto recorrido, o arañado por la ignorancia y el miedo. O, sencillamente, escasa capacidad para gobernar la compleja y ardua marcha de un país.
A día de hoy, no nos sirven ya los buenos; necesitamos a los mejores
Aunque el hombre, por carecer de la omnipotencia de ese dios que todo lo resuelve, ha de rodearse de expertos colaboradores: hombres y mujeres forjados para ese duro trabajo, como el de las políticas activas. Creatividad e imaginación.
No valen esos políticos, desmadrados, que van gritando por ahí. Ignoro que sean los mismos a los que más arriba se dirigía el gran Churchill. Si no es así, malo. Y más, si cabe, si se trata de los que hacen tromba de críticas y contra-críticas, en vísperas nada menos de unas elecciones generales. Nuestros políticos han de ser hombres y mujeres que deben saber lo que han dela suerte de gobernar. Personas de probada inteligencia. Intuición. Trabajo. Fuerte capacidad de autocontrol, en situaciones difíciles. Previsores. Juiciosos. Abiertos y apegados al pueblo. Que lleven la política en la sangre, y bolsillos vacíos de tentaciones. Que sientan los latidos de su país, España, como si oyese los suyos propios. Que piensen en, por ejemplo, por qué autonomías como Andalucía, Extremadura, etcétera, de mayor peso humano, son las de más pobreza y desigualdades sociales del país. (No hay que extrañarse de nada. Casi todo es posible. Abraham Lincoln, consiguió la abolición de la esclavitud en los EE UU en el año 1863). Así que si algo tan fantástico, a la vez que difícil, lo consiguió aquel hombre, ¿qué razón hay para que nuestros políticos no puedan realizar hazañas de parecida importancia?
No olvidemos que de los tiempos que se acercan no se esperan grandes cosas. Al contrario. Pueden agotarse las arcas. Quizá por aquello de pocas defunciones y escasos recursos. Pues, afortunadamente, la media de edad de las personas (más las mujeres que los hombres), cada vez se les alarga más la vida. Hoy tenemos la suerte de ser uno de los más longevos del mundo. Y, aunque por fortuna no dependemos exclusivamente de la agricultura, no es menos cierto que vamos a la cola de los países industrializados, en los avances científicos de I+D, por ejemplo. Y no solo en innovación y desarrollo. Con un aprobado en Sanidad y un atronador suspenso en Enseñanza y Cultura.
Y aunque es bien cierto que ya hemos vencido a la ETA. Que las puertas de la libertad se han abierto de par en par, para que se respire mejor, y sin visos ya de que sea huela la cera de aquella España beata y dictatorial… Es verdad que aún nos falta mucho para medirnos con otros países hermanos de la Unión. Años y años. Por eso, a los políticos que dirijan este país ha de pedírseles que den el do de pecho. Y si no, que se vuelvan a sus casas, claro, antes de seguir haciendo el ridículo, o de que nos topemos con escándalos de esos de la corrupción, a los que tan acostumbrados estamos, y exasperan hasta la desesperación.
-Pero ¿estamos contentos?
-¿Con algo que aún está por venir…?
-No lo sé. Veo a alguien que llora.