El ser humano es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras, por lo que es conveniente pensar dos veces antes de hablar y refugiarse en el silencio cuando no se puede decir la verdad.
Se puede decir lo que se piensa y no se yerrará nunca, porque la opinión nunca es cierta o falsa, es sólo opinión. Pero nunca se puede anunciar algo que luego no se puede cumplir, por mucho político que se sea y por mucho marketing que se necesite.
Hace unos meses Zapatero se vanagloriaba de reducir la carga impositiva a los ciudadanos españoles a la vez que nos regalaba una ponencia sobre el izquierdismo de la rebaja impositiva que anunciaba.
Sin embargo, ahora resulta que todo aquello se queda en agua de borrajas y lo que antes era rebaja fiscal se convierte en incremento de las tasas impositivas, insinuadas que no anunciadas, allanando el camino para la ejecución.
Por la boca muere el pez y Zapatero ha demostrado en numerosas ocasiones que cuando habla no lo hace desde el rigor sino desde el interés, no lo hace de la mano de la verdad sino abrazado al marketing político.
Ahora bien, aclarado lo cuál, es conveniente dejar claro que el incremento de la tasa impositiva es necesario para la buena salud de nuestras cuentas públicas, las cuáles han sido saqueadas en los últimos meses por las medidas, casi siempre ineficientes e improvisadas, del Ejecutivo que nunca se detuvo a valorar el coste en el que estaba incurriendo (¡ay, Solbes, cuánto te echamos de menos!).
El déficit público que arrastramos debe de ser pagado de alguna forma, y lo podemos hacer nosotros ahora a través de los impuestos, o nuestros descendientes a través de los suyos, así que de pagar más impuestos no nos libramos.
El problema es que esta subida de impuestos no será fruto de una ideología, de un modelo de pensamiento, de un desarrollo de gobierno, será, simplemente, una medida para sobrevivir, lo cuál dice muy poco de nuestros gobernantes, este incremento no es ni de izquierdas ni de derechas, sólo es vital.
Algunas voces críticas sostienen que con el incremento de impuestos se reducirá la liquidez de los ciudadanos y, por tanto, su consumo. Sin embargo, la realidad nos está mostrando que esta teoría económica no se cumplirá. En los últimos meses los ciudadanos poseen más liquidez gracias a la reducción de los tipos de interés y a otras medidas derrochadoras del gobierno pero el consumo no se ha incrementado. En la situación actual los ciudadanos prefieren guardar antes que consumir, por lo que el incremento de la carga impositiva no tendrá repercusión directa en el consumo.
El debate que ahora debemos plantearnos es el destino que se va a dar a la subida de impuestos. ¿Se volverá a derrochar y a malgastar como hasta ahora? ¿Se comenzarán a tomar medidas eficientes, ecuánimes y rigurosas? Mucho me temo que habrá que apostar por lo primero.