¿Por qué hay que rescatar a Bankia?
No es precisamente el déficit del Estado, ni la mala gestión económica de quienes nos gobiernan (a pesar de las evidentes meteduras de pata pretéritas) lo que está poniendo a España a los pies de los caballos.
Esto es lo que algunos, con grandes intereses personales, nos quieren hacer creer para que, resignados, aceptemos el saqueo monumental que se está haciendo de eso que todavía llamamos Estado. Es, por el contrario, el endeudamiento privado y la deficiente situación del sector financiero lo que nos empuja irremediablemente hacia el borde del abismo.
El actual chamán de Bankia, José Ignacio de Goirigolzarri, acaba de dar la cifra mágica: 23.465 millones de euros (casi 4 billones de las antiguas pesetas) es lo que necesitará Bankia en ayudas públicas (de los contribuyentes) para salir del agujero. En un par de días, Goirigolzarri, que tiene nombre de chocolate (a pesar de que nos está amargando la existencia), le ha enmendado la plana al ministro Luis de Guindos, quien anteayer decía que la caja de sus amigos del PP madrileño nos iba a costar unos 15.000 millones de euros. Ya ven, una diferencia de 2,5 billones de pesetas de nada.
En términos económicos comparativos, para poder hacerse una idea de lo que este auxilio financiero significa, hay que entender que el enorme butrón que Miguel Blesa (amigo personal de Aznar) y Rodrigo Rato (nombramiento decidido por Rajoy) dejan, como máximos responsables de Bankia, es como un agujero negro macroeconómico que absorberá todo el presupuesto completo y conjunto de los Ministerios de Empleo y Seguridad Social (20.924 millones de €), Educación, Cultura y Deportes (3.088 millones de €) y el de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad (2.308 millones de €).
La ayuda que habrá que aportar a Bankia representa veinticinco veces el importe de todos los fondos que España destinará este año a Cultura (937 millones de euros) o tres veces todo el presupuesto nacional dedicado a Investigación I+D (el futuro).
Ayudar a la banca no sólo significará esquilmar las necesidades presentes, sino hipotecar nuestro mañana.
Mientras tanto, Deloitte España, entidad auditora que se encargaba de verificar las cuentas de Bankia (incluso en su salida a bolsa) daba por buenos los estados contables de la entidad. ¡Hay que joderse!.
Se suponía, además, que el propio gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordoñez, y su equipo garantizaban los datos sobre la solvencia del banco, que superaba las pruebas de resistencia (stress test) llevadas a cabo por la Autoridad Bancaria Europea (EBA) el año pasado, y que indicaban que la entidad financiera “contaba con un exceso de capital más que suficiente para afrontar escenarios extremos de máxima tensión, así como para asegurar a sus clientes, acreedores y contrapartidas que, en caso de un fuerte deterioro del escenario económico, la entidad podrá seguir realizando sus funciones y afrontando sus obligaciones, como ha hecho hasta ahora”. A estos altos funcionarios, además de titulación se les suponía experiencia y olfato. Han demostrado ser unos cracks.
Y lo más lamentable de todo es que aquí no se le van a exigir responsabilidades a nadie: ni a los directivos del banco, ni a los responsables de las entidades oficiales de control financiero, ni a las empresas auditoras,... Todos se irán de rositas, y encima con el “taco” en el bolsillo.
Luego vendrán los responsables políticos a pedirnos más esfuerzos. Y haciéndoles la peseta habrá que decirles aquello que popularizó José Mota: “¡austé a la mierda!”.
por José Sarria
La otra mirada