A propósito de la concesión del Premio Nobel de EconomÃa a Diamond, Mortensen y Pissarides es conveniente hacer una ligera aproximación a sus modelos de fricciones en el mercado de trabajo y entender asà la importancia de su labor y el merecimiento del galardón que han recibido, especialmente en momentos de desajustes del mercado laboral como el que estamos viviendo.
Hasta los años 70 del siglo pasado, la teorÃa económica laboral se mantenÃa fiel a los axiomas más ortodoxos de la economÃa clásica, según la cuál el mercado laboral, como cualquier otro mercado, tendÃa al equilibrio perfecto ajustándose vÃa salario entre oferta y demanda. Se admitÃa, eso sÃ, un desempleo «natural» entendiéndolo como el paso de un puesto de trabajo a otro. Sin embargo, esta teorÃa no explicaba con acierto la realidad.
Y ahà es donde empiezan a aparecer los trabajos de Diamond, Mortensen y Pissarides, que culminarÃan a mediados de los 80. Introdujeron el concepto de «fricciones del mercado de trabajo» para explicar la razón de la falta de ajuste del mercado laboral. Como cualquier pensador, ellos fueron hijos de su época y elaboraron sus teorÃas en el entorno de las crisis del petróleo.
Sin entrar en profundidad en el modelo, el concepto básico viene a explicar que en un mercado laboral real puede haber empresas ofertando puestos de trabajo y trabajadores demandándolos y, aún asÃ, existir desempleo. Esto se debe a que la oferta y la demanda no se encuentran, bien porque fallan los flujos comunicadores o bien porque los demandantes aguardan un puesto de trabajo más «adecuado». Es decir, un ejecutivo de una multinacional no aceptará un trabajo de dependiente en un supermercado y preferirá seguir aguardando a un puesto que se ajuste más a sus cualidades. Por tanto, hay una oferta de trabajo en el mercado, dependiente de supermercado, pero el trabajador sigue desempleado.
En este aspecto, el modelo es muy crÃtico con el subsidio de desempleo elevado y prolongado, porque considera que desincentiva tanto la búsqueda de empleo como la aceptación de un empleo como adecuado. En pocas palabras, mientras un desempleado esté cobrando el subsidio de desempleo preferirá mantener su estatus antes de aceptar un trabajo peor del que tenÃa.
Las conclusiones de su modelo enfocan los trabajos hacia la mejora de la intermediación entre trabajadores y empresas, tanto a nivel público como a nivel privado, y la reducción, tanto en cuantÃa como en tiempo, de los subsidios de desempleo, asà como la máxima flexibilización de la regulación laboral.
Evidentemente, la reducción del subsidio por desempleo es una fuente de polémica importante, a la que hace unos meses los 100 economistas que firmaron el manifiesto por la flexibilización del mercado laboral intentaron dar solución utilizando la calle del medio. Ellos proponÃan incrementar el subsidio los primeros meses e ir reduciéndolo paulatinamente, con lo que se mantenÃa la cantidad que el trabajador cobraba, en media, pero se reducÃa los tiempos con lo que se podÃa luchar activamente contra el desempleo de larga duración.
En definitiva, se trata de un modelo económico de gran rigor y se esté de acuerdo con sus conclusiones, o no, hay que aceptar que fueron los primeros en retratar con exactitud los problemas a los que se enfrentaban las sociedades a la hora de abordar sus problemas con el desempleo.