Las últimas semanas en el Parlamento español se han convertido en una tradicional lonja de pescaderos donde en lugar de subastar el precio del pescado, se subastaban partidas presupuestarias y transferencias a las Comunidades Autónomas, «al rico presupuesto, ¡oiga!».
Una subasta que ha concluido con victoria del Gobierno, que gracias al apoyo del PNV sacará adelante estos presupuestos, a cambio de transferir determinadas prestaciones al País Vasco, unas prestaciones que tenían que haber sido transferidas hace tiempo, según marca la Ley, pero que ahora se transfieren en base al acuerdo firmado, ¡cosas de la política!
Con ello el Gobierno logra evitar las elecciones anticipadas y ganar tiempo para dejar que pase el temporal y afrontar los comicios de dentro de dos años con energías renovadas y con la crisis a la espalda en lugar de al frente, una cuestión de vital importancia para el electorado.
Lo peor es que los Presupuestos presentados son papel mojado, como lo fueron los del año anterior y los del anterior al anterior, porque se basan en previsiones que constantemente deben de ser revisadas habida cuenta de la batería de reformas que la sociedad y la economía vienen demandando.
Los Presupuestos no son más que un marco al que atenerse, una referencia para poder ir tomando medidas en una dirección u otra, aunque eso no quita para que se puedan ir cambiando tantas veces como sea necesario. Por ese motivo, nadie ajeno al juego sucio de la política comprende el interés en echar para atrás unos Presupuestos, más allá del electoralista.
En ese sentido el Partido Popular se ha comportado con muy poca responsabilidad de Estado con los ojos puestos en un adelanto electoral, sabedores que con la que está cayendo el PSOE perdería las elecciones por su propio peso. Se está convirtiendo en norma, en peligrosa norma, que Mariano Rajoy y sus secuaces, perdón, colaboradores, se laven las manos una y otra vez, dejando que sea el Gobierno el que se vaya desgastando.
En definitiva, unos Presupuestos que se vanaglorian de ser austeros y orientados al gasto social, tratando de paliar los efectos de la crisis, que saldrán adelante y determinarán el marco referencial para el año que viene, cuando se espera un mantenimiento de la tasa de desempleo y un leve crecimiento.