El pasado lunes se produjo el primer encuentro entre las delegaciones del PSOE e IU y, tal como era de esperar, todo ha quedado en una toma de contacto sin asumirse compromisos de ningún tipo. Al parecer, ambas formaciones son partidarias de la creación de una coalición de gobierno, si bien, parte de los cuadros de IU discrepan de esa fórmula, abogando por quedarse al margen del ejecutivo y apoyándolo solo “puntualmente” en el Parlamento cuando lo estimen conveniente. Las manifestaciones a favor del empleo, no efectuar recortes sociales, transparencia y regeneración democrática son declaraciones a las que lógicamente ninguno de los dos partidos pondrían ninguna objeción; otra cosa distinta es el nivel de cumplimiento una vez firmado el pacto.
La insistencia por parte del PP en “la victoria que nunca existió” en las elecciones andaluzas, a sabiendas que constituye una falacia, a nadie beneficia y menos al derrotado Javier Arenas, por mucho que quiera defenderlo Mariano Rajoy. Mantenerle otra legislatura más como jefe de la oposición en el Gobierno andaluz es ridículo. Toda una torpeza mayúscula seguir insistiendo tras cuatro intentos fallidos tratando de lograr la Presidencia de la Junta de Andalucía. Posiblemente Arenas sea un magnífico político a cargo de un ministerio o como embajador en el Vaticano, pero nunca el líder necesario para arrastrar masas y cosechar votos.
En política, como en otras facetas de la vida, existe una gran dosis de cinismo. Ahora, como ocurre siempre, crece el número de los que afirman que Arenas despierta antipatía y proyecta rechazo, muchos de los cuales, días atrás, antes de celebrarse las elecciones, solo tenían elogios para el candidato de Olvera (Sevilla), en espera de ser premiados con alguno de los apetecidos carguitos en la Junta de haberse obtenido mayoría absoluta. Aguantar otros cuatro años con un sueldecito minúsculo y sin expectativas no invita a seguir a su jefe en la dura travesía del desierto que supone militar en la oposición.
Ahora, todo el quid de la cuestión está en como se plantea la formación de la comisión de investigación sobre los ERE y hasta que punto están interesados todos los miembros de IU en llegar hasta el fondo de la verdad. Si solo se limitan a hacer el paripé colaborando con sus posibles socios socialistas en tapar toda la porquería, sufrirían un desprestigio tremendo, dado que sobre este caso de corrupción, existe gran cantidad de documentación culpabilizando a destacados miembros del PSOE con nombre y apellidos. Nadie ignora que en política no existe la presunción de inocencia y eludir todas las acusaciones como si nada hubiese ocurrido y con un director general de Empleo y Seguridad Social en la cárcel, va a resultar harto difícil. Si además, en las presuntas averiguaciones de la comisión se descubren nuevos delitos, el aceptar IU formar parte de un gobierno de coalición con el PSOE, difícilmente lo admitirían sus bases y el partido perdería toda credibilidad.
La comisión no podrá orillar los espinosos temas que se van a suscitar y las fechas para la formación del nuevo gobierno y reparto de cargos son escasas. Va a resultar un periodo sumamente inquietante y cargado de sorpresas.
Para añadir más dificultades al proceso, con posterioridad al primer encuentro entre PSOE e IU, han comenzado a suscitarse los primeros problemas. Concretamente, el alcalde de Marinaleda y diputado de Izquierda Unida, José Manuel Sánchez Gordillo, ha manifestado estar dispuesto a protagonizar una “escisión” dentro del grupo parlamentario, si en efecto se confirma un pacto de gobierno con el PSOE. Este diputado entiende que la consulta a las bases debe producirse antes de firmar ningún acuerdo para conocer que es lo que quieren, ya que de no hacerse así, se convertiría en un “plebiscito”.
Sobre la postura de Gordillo, el coordinador Diego Valderas, al que se le está notando demasiado su vehemente deseo de acceder al poder, pretende restarle dramatismo y se está equivocando. Argumentar que “en IU hay mucha democracia”y no decir nada es lo mismo. El término democracia lo aguanta todo, pero a la postre deberá tomarse una decisión. En línea similar están manifestándose otros dirigentes del partido que también se oponen a un gobierno de coalición con el PSOE, postura defendida igualmente por Julio Anguita y Felipe Alcaraz. Las espadas siguen en alto….¡¡Tiempo al tiempo!!
De la forma en que se están desarrollando los acontecimientos, difícilmente los empresarios se arriesguen a invertir en Andalucía. Repartir tierras, banca pública y reimplantar la república suena muy bien pero el retornar a las cavernas en pleno siglo XXI no es tarea fácil cuando lo que se está demandando y se necesita con urgencia es la creación de puestos de trabajo. Y eso, guste o no, solo lo logran los grandes empresarios, pequeñas y medianas empresas y autónomos. Todo lo demás es perder tiempo, dinero y categoría.