ALMERÁA, 20-03-08: Cuatro menores violaron a un niño de diez años, lo sodomizaron con un palo y lo obligaron a practicarles felaciones.
MOTRIL, 17-04-09: Un niño de ocho años es violado por un menor de 15 mientras su pandilla graba la agresión en vídeo.
BAENA, 16-07-09: Cinco menores y un adulto violan a una niña de trece años a plena luz del día en una piscina pública.
ISLA CRISTINA, 19-07-09: Siete menores violan a una niña de trece durante las fiestas del Carmen.
Lo que uno busca sin éxito son más datos sobre las circunstancias, es decir, el entorno social y familiar de los agresores y de las víctimas, sus centros escolares, la situación económica, el acceso al Internet (al menos no he logrado encontrar datos más concretos), porque a lo mejor con estos detalles se podría llegar a conclusiones más fundadas, con información que se puede dar sin problema de una manera bastante aséptica. En cambio, lo que abunda es la demagogia, la petición de penas más duras, hasta la pena de muerte para violadores (con claro desconocimiento de los principios constitucionales), pero nadie parece hacer directamente responsables a los gobernantes que han fabricado un sistema educativo que sobre todo parece ser una de las principales causas de este deterioro de la convivencia social.
Los comportamientos de los niños y jóvenes muchas veces es sólo el reflejo del entorno familiar y social en que viven. Ellos no son los principales culpables o responsables de la pérdida de valores morales, éticos y sociales que acusa la sociedad occidental actual.
Si comparamos la sociedad occidental con la europeo-oriental, que durante 45 y 72 años, respectivamente, estuvo bajo el yugo del régimen totalitario comunista, que eliminó de la sociedad todos los valores tradicionales que daban cohesión a los pueblos europeos en general e imponían de forma natural y consuetudinaria ciertas reglas de convivencia que -con todos sus posibles defectos- garantizaban que los niños y jóvenes se educaran siguiendo principios compartidos por todos basados en el respeto hacia los prójimos (evidentemente siempre ha habido ovejas negras y muy negras), podemos concluir que es precisamente esa pérdida de valores que perjudica seriamente la salud de la sociedad en general viendo el alto índice de delincuentes procedentes del este europeo, su brutalidad extrema, pero también la elevadísima corrupción en dichos países (valga esta simplificación para este ejemplo).
Tenemos, por ejemplo, la famosa Educación para la Ciudadanía (en la Alemania comunista de la RDA llamada «StaatsbÁ¼rgerkunde» – y esa referencia ya hace intuir por dónde falla el invento), exponente de la política educativa y formativa del gobierno socialista español. A través de ella, como hemos podido leer ya tantas veces en relación con los nuevos libros de texto, se transmiten a los niños y jóvenes nuevos valores que no son tales. Está muy bien eso de transmitir ideas de tolerancia y de una visión más abierta de temas como la sexualidad, pero a la vez se intenta manipular a los niños o jóvenes para que rechacen a la religión cristiana y las ideologías conservadoras que son, precisamente, las que defienden valores que en el pasado nos han servido en términos generales para desarrollar una sociedad civilizada. El decir que se experimente todo en el sexo es una invitación a probarlo todo, y esto puede ser entendido de forma errónea por los menores.
Luego están los mensajes del gobierno progre: Aborto libre, píldora para el día después, fetos no son seres humanos.
Aunque los menores no entienden necesariamente los pormenores científicos de estas cuestiones, lo que sí entienden es que están en edad fértil y que cada vez es menos arriesgado dedicarse a determinadas prácticas, porque -en fin- existen remedios promovidos por el gobierno.
A todo ello se añade un factor importante: Internet está cada vez en más hogares, y aunque su utilidad es máxima a la hora de buscar información sobre cualquier tema, también es un medio para el ocio y el entretenimiento. Pocos padres tomarán realmente medidas para impedir el acceso a sitios no recomendados para menores, y muchas veces los pequeños monstruos saben mucho más sobre informática que sus padres. Y luego siempre están los amigos con más acceso que otros. ¿Quién no ha tenido compañeros de instituto que mostraran cierto material impreso que habían sustraído a sus padres? ¿O que simplemente sabían más que los demás?
Los sucesos recientes de Baena e Isla Cristina tienen mucha similitud con lo que en el Cine X se llama gang bang, lo que indica la posible fuente de inspiración de estos violadores en serie. Por eso, al principio aludía al entorno de estos menores. La presencia, en uno de los casos, de un mayor de edad, aunque casi todavía en la adolescencia, puede ser otra indicación, y que se juntara con tantos chicos menores que él, puede dar una idea aún más clara. A partir de allí todo son suposiciones, por lo que no estaría de más que los expertos publicaran estudios en profundidad sobre la problemática.
Algo que parece totalmente fuera de lugar es el repentino interés por endurecer las penas. Para empezar, estos chicos no saben nada de leyes, y como se ha visto ya con la famosa ley contra la violencia de género de este gobierno progre sin valores, desde que ésta se aprobó como el gran logro social del comienzo del gobierno ZP, la violencia ha aumentado considerablemente.
Lo que debería endurecerse es la presión sobre los políticos en general y el gobierno en particular para que asuman su responsabilidad y reconsideren algunas políticas completamente descarriladas. Los menos culpables son, presumiblemente, estos jóvenes, que no son sino el producto de su entorno y de la sociedad que va por mal camino, una sociedad que al fin y al cabo ha elegido mayoritariamente a un gobierno que fomenta el deterioro de la convivencia social y la pérdida de valores. En este sentido se podría afirmar que las recientes violaciones entre menores son un éxito de la política educativa de Zapatero, de Bibí y de la Vicevogue. Ojalá hubiesen sido tan eficientes en la economía, pero también para una política económica exitosa hacen falta principios de los que carecen los socialistas.