Por una vez que el dubitativo Mariano Rajoy decide ser drástico a la hora de tomar una decisión como ha sido la adopción de las medidas contenidas en el artículo 155 de la Constitución contra el Gobierno catalán, posiblemente ha elegido el peor momento de su prolongada vida política, dada la complejidad que supondrá la aplicación del mencionado artículo superando las fronteras de lo insólito.
La propuesta sobre la creación de un órgano colegiado compuesto por funcionarios a nivel de subsecretarios, secretarios de Estado o directores generales y presidido por Soraya Saenz de Santamaría, quizá no sería bien aceptado ni por los propios elegidos. La perogrullada de que podrían ejercer sus cargos desde Madrid supera toda fantasía, dado que no solo tendría que residir en Cataluña los responsables de turno, sino acompañados de un amplio colectivo de personas de total confianza para apoyar la gestión de los consejeros electos.
La gran estructura de mando tendría que sustituir, y acertadamente, al Gobierno catalán, tarea harto complicada por los continuos inconvenientes que surgirían. ¿Qué sucedería, por ejemplo, con su actual sistema educativo?. ¿Se toleraría el actual adoctrinamiento de los niños?. ¿Cómo funcionaria el Parlamento?
Hasta ahora el Gobierno Central continúa manteniéndose firme en la lucha contra las pretensiones secesionistas, como igualmente jueces y fiscales están mostrándose rigurosos en sus cometidos. Por su parte, el alucinado Puigdemont sigue en su absurda línea de provocación y acusando al Estado de represión al que pretende destruir.
Con la implantación del artículo 155, el Ejecutivo no pretende suspender la autonomía sino restaurar la legalidad constitucional. La imparable salida de empresas está dejando hueros de argumentos a aquellos que falazmente prometieron prosperidad y felicidad, unido a la destrucción de puestos de trabajo a tenor del gran descenso del turismo y otras actividades. Son muchos los que desearían poder explicarle al presidente catalán que con sus mesianismos, despropósitos e irresponsabilidades, solo logrará ser recordado como el más nefasto y destructivo de los presidentes autonómicos…..¡¡Tiempo al tiempo!!
José-Tomás Cruz Varela.