Cuando los inútiles (por ineptos) que dicen gobernar al mundo, hablan de progreso y no los apedrean de inmediato. Cuando la realidad más dura y cruda va marcando cada vez más a más individuos indefensos ante las minorías que se apropian de todo e incluso especulan con los alimentos más básicos. Cuando las mentiras más horribles se imprimen o difunden por las ondas, sin escrúpulo alguno y aún a sabiendas de que se está mintiendo, pero como la mentira es la que paga hay que servirla incondicionalmente. Cuando hay gobernantes que han llegado al poder sobre la base de sus riquezas y tratan de hacerse impunes arbitrando leyes (tras la compra del parlamento) y con toda esa podredumbre encima, aún se llenan de orgullo y vanidad y se autoproclaman cuasi excelsos. Cuando los que se cree son los mejores premios para premiar a un ser humano en este mundo («los Nóbel») se entregan a terroristas, provocadores de guerras y otros elementos que aún «no han hecho ni el huevo». Cuando se promueven propagandas inmensas, para imponer un determinado medicamento, preconizando unas plagas inexistentes y con ello el miedo a las masas. Cuándo se producen latrocinios financieros de ámbito mundial, que empobrecen y arruinan a millones y millones y no se promueven los resortes para juzgar a los culpables y condenarlos con toda severidad. Cuándo se promueven guerras simplemente por cuanto hay almacenadas ingentes cantidades de pertrechos bélicos y hay que darles salida. Cuándo… ¿cuántas cosas más se pueden ir añadiendo?
Cuándo todo esto ocurre impunemente, son signos evidentes de que la humanidad está en gran retroceso y que de no atajarlo con contundencia, el final será más o menos como terminara el Imperio Romano, donde se llegó hasta a subastar el cargo de emperador, para luego asesinarlo y promover otra subasta.
Cuando todo esto ocurre, el que piensa y deduce; no tiene más remedio que refugiarse en las lecturas que los hombres escribieron o en el mejor de los libros, cual es el leer «la corteza terrestre» y todo lo que hay escrito sobre ella y que cada día se nos muestra con toda su gran belleza, su gran y terrible realidad pero la que nos maravilla por su inexorabilidad; ya que todo lo vivo e inerte está sometido a su ley de la que nadie puede escapar.
Fuera de ella, muchos escribieron normas de conducta y las mejores de ellas, ni sabemos quienes fueron sus autores; puesto que sus escritos fueron mucho más potentes que sus personalidades y sobrevivieron al autor y van a sobrevivirlo mientras alguien los copie y transmita, en ese incierto y terrible caminar de un género de animal, al que apodaron con aquello de «sapiens, sapiens», pero cuya sabiduría aún está por demostrar; puesto que en general se preocupó siempre más de su panza y su bolsillo, que de todo lo demás.
Así y recogido de escritos da hace casi tres milenios; copio lo que sigue y lo hago simplemente para que algunos lo sigan copiando y transmitiendo, por aquello de que «la esperanza es lo último que se pierde».
HACE 2700 AÑOS EN LA CIVILIZACIÁN CHINA: cuando cada ciudadano cuente como parte de la sociedad, y la sociedad pertenezca a todos por igual, los virtuosos y capaces serán elegidos para la acción pública. Los adultos dedicarán sus esfuerzos a las tareas usuales y la infancia será educada correctamente. Todos participarán en la responsabilidad social. Los recursos naturales serán utilizados para el bien común y no serán usurpados con fines egoístas. La gente procurará aplicar su habilidad en provecho público antes que en ganancias privadas. Será la Era del Gran Estado de Paz y Prosperidad».
Como se puede apreciar, no todo lo dijeron «los griegos», como se nos dijo y escribió; hubo otros mucho antes que lo dijeron y escribieron y además diciendo que lo habían recibido de sus antepasados, posiblemente de forma oral. De cualquier forma creo que está dicho todo, sólo falta un detalle… «irlo enseñando en las escuelas y poniéndolo en práctica una vez enseñados integralmente los nuevos hombres».
Consuélenos la recomendación de un Premio Nóbel creo que bien merecido: «La vida, aún triste, merece ser vivida», decía Rabindranat Tagore, porque la vida es un regalo para agradecer y disfrutar. Cada vez que te niegas a recordar esto, tu felicidad disminuye y tu calidad de vida se resiente».