Sería mucho más divertido presenciar este asunto en una sala de cine y saber que sólo se trata de una creación ficticia, con un guión, desempeñada por actores. Pero lamentablemente, se trata de una realidad que vivimos en carne y hueso y hasta que se demuestre la verdad de esta trama, seguiremos atentos a la pantalla sin pestañear, esperando cual será la próxima escena que nos atormente, o por el contrario nos tranquilice.
Hasta el momento, las cifras de la producción cinematográfica real que estamos presenciando son asombrosas y el reparto de papeles es de sobra conocidos. Todos querríamos saber quién es el malo de la película, puesto que hasta ahora sólo se han dado a conocer las partes inocentes y nadie reconoce haberse manchado las manos; y a continuación conocer la implicación que desempeña el resto del reparto. Pero para ello, están los organismos «competentes», quienes tendrán que dirigir la trama y culminar el film, esclareciendo cual fue el rol que desempeñaba cada actor y cual fue su implicación. Por desgracia, no disponemos de la opción de avanzar escenas y poder esclarecer la verdad, o al menos seguir alguna pista concluyente y firme, para poder al menos, intuir el final.
Lo que si está claro, es que la expectación es tremenda; y debido a ello, será tan exitosa que pasará a la historia. El error sería caer nuevamente en otro Gobierno al que le interese este genero, y seguir con el papelón de turno, creando una trama mÁ§as oscura y confusa, para que ni siquiera se pueda intuir nuestra condición de civiles y ciudadanos, que exigimos se reconozca, y no como actores secundarios, y por ello seguir pagando lo que creen que vale su caché.
Sin más, les recomiendo no abandonen sus asientos hasta el final y disfruten de la proyección.