En recientes fechas, una de las mayores apuestas comerciales de Zaragoza y quizá de todo el paÃs abrió al fin sus puertas con sonado éxito. Puerto Venecia se ha convertido en paradigmático modelo a seguir en cuanto a grandes centros de ocio se refiere, dado que su ubicación, estructura, diseño, novedad y vistosidad, aventaja con creces a otros que ya se hallan ubicados en todo el territorio nacional.
Por allà todo reluce y brilla por jovial, por novedoso, por diseño y belleza. Todo. Afamadas marcas ya consolidadas y nuevas firmas y franquicias han establecido metros y metros de superficie esperando a que esa ansiada clientela deposite alegremente en ellos su confianza y se deje los cuartos en tan esplendorosa catedral a la ignominia. La afluencia de público ha sido hasta la fecha, masiva, aunque todavÃa no se han publicado cifras oficiales de ventas. Durante los primeros dÃas, casualmente coincidentes con las Fiestas de El Pilar, hubo colas kilométricas de vehÃculos que pretendÃan llegar hasta el corazón del monstruo de cara amable con la intención, en la mayor parte de los casos de comprobar, más que de comprar, la anunciada grandiosidad y frescura del nuevo complejo.
Desde luego todo, absolutamente todo, es nuevo y rebosa juventud y cierta rebeldÃa apaciguada. Todo. Incluidos los nuevos empleados. Pocos pasan de la treintena. A quienes acumulan más experiencia y edad no se les ha dado la más mÃnima oportunidad de demostrar su valÃa, dado que sus rostros deslucidos desentonan de modo estentóreo con la estudiada decoración y diseño de edificios, lagos, barquitas, pérgolas y farolas. Podemos ver  repartidos por todo el complejo a luminosos dependientes insultantemente jóvenes de casi todas las nacionalidades, de ambos sexos, sin duda de la más diversa procedencia y con las más variadas y colosales formaciones académicas (que algunos han ocultado para poder ser contratados como vendedores) y que exceden por mucho a las competencias exigidas. Caras alegres, joviales y pretendidamente entusiastas nos sonrÃen desde detrás de cada mostrador, dado que, con los tiempos que corren, firmar un contrato que no sea en el extranjero, por penoso que éste sea, constituye un raro evento digno de celebración, dado que las cifras del paro la EPA ha situado en el camino ya de los 6 millones de parados. Me pregunto si tan animosos empleados seguirán siendo válidos a partir de cierta edad o serán sustituidos dentro de un tiempo como suele hacerse con una bombilla cuando su resplandor ya no es el mismo que recién estrenada.
En lugares tan entrañables y modernos, en donde no se tardará en trabajar los siete dÃas a la semana, tan pomposamente anunciados e inaugurados por nuestros célebres dirigentes (y seguramente caducos, si nos atenemos a esos mismos parámetros), no hay sitio para aquellos que exceden de los treinta o treinta y cinco, a no ser que sea, digo yo, para usar la Visa (quien todavÃa tenga la fortuna de poseer saldo a favor), y me viene entonces a la memoria la serie, o la pelÃcula, titulada “La fuga de Logan†en donde que los habitantes de aquella especie de submundo pretendidamente paradisÃaco eran desterrados al cumplir los treinta, considerando que el hecho de sobrepasar tal edad era una aberración de la naturaleza.