Sabemos que eso del silencio de las mayorÃas es un truco más del capitalismo para inmovilizar a la población y que no proteste, pero quisiera añadir un elemento más al análisis acercándome al “núcleo duro†de la expresión “mayorÃa silenciosaâ€. ¿Es realmente silenciosa?
A muchos lectores puede parecerles un atrevimiento el cuestionar la existencia de algo tan comúnmente aceptado como es el término, “mayorÃa silenciosaâ€, término normalmente aplicado a la polÃtica. Pero ¿existe en realidad esa mayorÃa? Y de existir, ¿es efectivamente silenciosa? Este no es el único malentendido incluido en la categorÃa de “lugares comunesâ€, pues como este, del que hablaremos más extensamente al final, hay muchos otros. Por ejemplo, cuando la gente habla de la muerte suele decir: “todo tiene remedio menos esoâ€â€¦Cualquiera que piense un poco notará que al menos es una exageración, y cualquier persona espiritual sabe que la muerte no existe, asà que ¿remedio de qué? O dicen: “El difunto ha pasado a mejor vidaâ€, como si el hecho de morir significara automáticamente conseguir una amnistÃa para todas las miserias de la conciencia. ¿Puede pasar a mejor vida un criminal que se ha de encontrar con sus vÃctimas, un asesino de animales, un dictador o cualquier explotador enriquecido con el dolor ajeno y la pobreza? La conciencia no da amnistÃa a nadie mientras no se pida perdón, se sea perdonado por la vÃctima y se repare el daño.
Cuando dirigimos la vista al terreno polÃtico existe un lugar común tácito entre los partidos del Parlamento y no confesado en público que podrÃa expresarse diciendo: “el neoliberalismo es compatible con la democracia formalâ€. Dice muy poco a favor de su honestidad que los parlamentarios pretendan ocultar que su labor allà es inútil mientras no exista una democracia participativa y se controle a sus señorÃas.
Yo no sé a usted, pero el que esto escribe está harto de convencionalismos y lugares comunes tácitos o expresos aceptados con escaso o ningún espÃritu crÃtico y que forma una extensa red social y forma parte de las conversaciones de millones de personas, llena las páginas de miles de periódicos y ocupa espacios continuos en los telediarios de todo el Planeta.
Nuestra cultura de masas se sostiene en base a la aceptación de ciertos lugares comunes esenciales que se pretenden indiscutibles para el funcionamiento del Sistema de la Injusticia, la Violencia, la Mentira y el Desorden mundial en todas sus variantes.
En la variante religiosa es un lugar comúnmente aceptado la confusión entre catolicismo y cristianismo tan interesadamente presente en todos los medios de comunicación, especialmente en todos aquellos que dependen o son afines a la Iglesia católica. Pero el catolicismo dista tanto del cristianismo como el régimen chino del comunismo, lo que no es obstáculo para que todos los medios que dependen del gobierno chino o son afines a él – y aquellos a los que interesa presentarlo como “enemigoâ€- duden en calificarlo de comunista o de gobierno representante del pueblo con el mismo convencimiento que se habla del Papa como representante de Dios o del “pueblo cristianoâ€.
Dentro de esa polÃtica de despropósitos conceptuales tendrÃamos que incluir la polÃtica cultural. Es un lugar común hablar de educación cuando se hace referencia a la enseñanza. Se habla, por ejemplo, de un “Ministerio deEducaciónâ€, de “educación Primaria, Secundaria, Universitaria,†etc. Sin embargo, en cuanto profundizamos un poco solo vemos programas diseñados por los gobiernos de turno para “ implantar†en los cerebros de las nuevas generaciones los contenidos culturales y las actitudes psicológicas e ideológicas que correspondan a los fines de los equipos gobernantes siempre al servicio de la Iglesia y del gran capital, pero nunca al servicio del alumno al que jamás se le proporciona una educación holÃstica, integral, sino que recibe una formación instrumentalizada, fragmentada y pobre en contenidos. Esto no es casual, porque los contenidos de las asignaturas van encaminados a la asimilación de “lugares comunes “en las materias instrumentales y supuestamente formativas, como es el caso del área de Religión en manos de los catequistas católicos; una enseñanza especialmente deformadora de la mente y las emociones de los jóvenes, pero extremadamente útil para propagar el miedo, los dogmas y la sumisión a las jerarquÃas de todo tipo.
Existe otro término especialmente equÃvoco ampliamente utilizado por gobiernos retrógrados como el español y todos los demás gobiernos neoliberales para justificar sus continuas y progresivamente crueles tropelÃas contra el pueblo. Hablamos de las famosas “mayorÃas silenciosasâ€. Este lugar común sirve a los gobernantes de turno para intentar hacer creer a quienes maltrata que goza del apoyo de quienes no se manifiestan con pancartas, y por ello puede seguir suprimiendo derechos o atentando con nuevas leyes contra su salud, su trabajo o su bienestar.
Sabemos que eso del silencio de las mayorÃas es un truco más del capitalismo para inmovilizar a la población y que no proteste, pero quisiera añadir un elemento más al análisis acercándome al “núcleo duro†de la expresión “mayorÃa silenciosaâ€. ¿Es este e » silencio de los corderosâ€? ¿Existe en verdad un silencio tal? En cuanto abrimos los ojos cada dÃa comenzamos a pensar y no cesamos de hacerlo a lo largo de cada jornada, lo manifestemos o no. Y somos siete mil millones de personas pensando y pensando siglo tras siglo. ¿Cuáles son los contenidos de lo que pensamos? ¿Acaso no nos concierne? El pensamiento es una clase de energÃa indestructible, un poder en movimiento. Dado que cada individuo piensa y siente, ese pensamiento es lo decisivo al sumarse a otros de esa misma clase por la ley de atracción de los semejantes. El conjunto resultante es una inmensa cantidad de energÃa acumulativa por milenios. ¿Creemos que eso no nos afecta como humanos, si hasta los animales- que son más capaces de captar- sienten cuando es matado uno de su misma especie?
La mejor prueba de cual es realmente el poder del pensar de la mayorÃa no es que acuda a esa o aquella manifestación pacÃficamente ,- cosas que no se descarta como medio de presión -sino el tipo de sociedad que hemos construido ( injusta, machista, insolidaria, consumista, conservadora, sumisa, jerarquizada, agresiva y muchas cosas más) y el tipo de cosas que somos capaces de soportar de esa misma sociedad cuando vemos que nos hemos equivocado y todo va en nuestra contra por la ley de causa y efecto ( o de siembra y cosecha). Es en estas circunstancias cuando apreciamos el verdadero poder o falta de poder de las mayorÃas y la presencia o la ausencia de un pensamiento crÃtico y libre que a diario se obstaculiza en los centros de enseñanza oficial, en los medios de comunicación de masas y en las catequesis de la Iglesia. ¿Cuántos individuos de la sociedad española actual, por ejemplo, aceptan el estado de miseria general a que nos conduce el gobierno? Por desgracia una mayorÃa social según las encuestas de intención de voto, pero la mayorÃa real es otra cosa: está más allá. Está relacionada con el contenido de los pensamientos. ¿Son pensamientos positivos de bondad, altruistas, cooperativos, amistosos, pacÃficos, alegres, libres? ¿O son pensamientos negativos de odio, enemistad, egoÃstas, de celo, envidia, llenos de rencor, orgullo, sumisión al poder, prepotencia y semejantes? Estos últimos parecen ser los que más definen el estado de nuestro mundo y de nuestro paÃs, el resultado final de una amplia mayorÃa que no tiene nada que ver con la que dicen los polÃticos, pero es la que decide nuestro destino colectivo en todos los pueblos del mundo y lo que debemos cambiar no en las urnas, sino en nuestra conciencia individual. Ahà es donde se cuece el presente y el futuro, de la humanidad, porque lo que sufrimos hoy es lo que no hemos podido superar del pasado entre otras razones por la persistencia entre nosotros de negatividad y de los “lugares comunes†en que se apoya en gran parte.