“Yo insisto en el tema de permitirle a las FARC tener un espacio dentro de Colombia donde los podamos recibir con respeto, obviamente entendiendo que somos diferentes, que no pensamos lo mismo, pero abrirle un espacio para que se vean motivados”, urgió Betancourt desde Roma.
“Hay que decirles -dijo la dirigente-: los estamos esperando para abrirles el campo, la oportunidad de que sean otra cosa, que logren comunicar al mundo otra cara de las FARC”, apuntó.
Esto recuerda mucho a las negociaciones mil veces desmentidas del PSOE con ETA, cuando Zapatero llamó hombre de paz a Otegui. ¿Las FARC tienen otra cara? ¿Acaso humana?
Ingrid Betancourt ha dado demasiadas muestras de simpatía por las FARC, algo que a estas alturas no se puede calificar ya de síndrome de Estocolmo. Su pertenencia a la primera plana de la clase política debería significar que defienda principios democráticos y de derechos humanos firmes y no condescendientes con los terroristas.
Con este galardón, el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia queda tan devaluado como el Premio Nobel de la Paz, que en demasiadas ocasiones se ha concedido a personas que no lo merecían, como por ejemplo al terrorista Arafat o a Gorbachov. ¿Qué han hecho ellos por la paz mundial? ¿Qué ha hecho Ingrid Betancourt por la paz y la concordia? ¿Entenderse con terroristas asesinos que supuestamente la sometieron a mucho sufrimiento? «Los estamos esperando para abrirles el campo, la oportunidad de que sean otra cosa, que logren comunicar al mundo otra cara de las FARC”: ¿Estamos¿ ¿Quiénes? Las FARC tienen que desaparecer, y si sus integrantes quieren, que se integren en la vida política normal entre los ciudadanos normales, pacíficos y democráticos. Sus estrechos lazos con el gobierno chavista del país vecino, sin embargo, hacen sospechar algo muy diferente, una estrategia para acabar con el régimen democrático actual de Colombia, cuyo presidente Álvaro Uribe sería mucho más merecedor del premio.
Con su liberación, Sarkozy ha hecho el primo, como ahora lo hace aún más al no saber negociar con Rusia sobre la paz en Georgia. A resultas del amor que profesa ahora Ingrid Betancourt por las FARC, yo diría que la devuelvan a sus amigos, porque sus palabras dejan entrever que es una gran mentirosa.
¡Viva la concordia!