En el último año, los bosques en América Latina han experimentado avances y retrocesos que le darán forma a la salud del ecosistema y que también tendrán consecuencias para las políticas forestales en este 2013. Presentamos una mirada a los temas que se deben tener en la mira en el año que tenemos por delante.
Tendencias en deforestación
El primer semestre del 2012 trajo buenas noticias para los bosques de Brasil, que representan cerca de dos tercios del Amazonas, ya que el gobierno anunció que en 2012 la deforestación había caído a su punto más bajo desde que el Instituto Nacional de Investigación Espacial inició el monitoreo a finales de los ochenta.
Y Brasil no estuvo solo. Un informe reciente sugiere que varios países Amazónicos también experimentaron la caída en sus tasas de pérdida de bosques entre el 2000 y el 2010.
Si bien la desaceleración de la economía mundial ha contribuido a reducir el ritmo de la deforestación, la investigación presentada por el Programa de Medio Ambiente de las Naciones Unidas y otros muestra que por lo menos la mitad de la deforestación evitada en los últimos años se puede atribuir a políticas más firmes.
Cambio en el uso de la tierra a partir de la ganadería y la agricultura
Sin embargo, es muy pronto para cantar victoria, ya que las tasas de deforestación en Brasil subieron nuevamente a finales del año pasado, según la organización sin fines de lucro Imazon. Las metas de varios gobiernos – tales como el objetivo de Brasil para reducir la deforestación en 80% los niveles en los noventa para el 2020, o el compromiso de Perú de deforestación cero para el 2021 – enfrentan el reto del crecimiento de las ciudades amazónicas, el desarrollo de infraestructura, la llegada de nuevos pobladores en búsqueda de tierra y la expansión de la crianza de ganado y de cultivos de productos básicos, tales como la soya y la palma aceitera.
“No es justificable que la agroindustria ponga presiones adicionales sobre los bosques, cuando existen tierras más adecuadas para la agricultura en otros lugares y se pueden introducir mejoras en la forma en que se gestiona la tierra actualmente, como para la crianza de ganado” dijo el científico principal de CIFOR Pablo Pacheco.
“Algunas de estas tierras están degradadas, pero pueden ser restauradas y ser más adecuadas para usos más intensivos con el fin de satisfacer las demandas del mercado.”
Debido a que es probable que la demanda internacional de soya y aceite de palma y otros productos agrícolas continúe aumentando, Pacheco urgió la adopción de maneras mejoradas para el manejo de la expansión de cultivos, para que la producción no conduzca a una mayor deforestación. Muchos ojos están sobre Mato Grosso, centro de la expansión del haba de soya en Brasil y Colombia, que ha liderado la producción de aceite de palma en la región. Si bien los impactos en la conversión de los bosques han sido manejados hasta el momento, es probable que Brasil y Perú experimenten una expansión importante de las plantaciones de palma en un futuro cercano.
Es crucial entender los causantes de la deforestación para formular buenas políticas y mejorar la gobernanza de la tierra y los bosques. Un estudio en Bolivia recomendó que de las tres causas principales de la deforestación – agricultura mecanizada, agricultura de pequeña escala y crianza de ganado – se debiera dar prioridad a las políticas enfocadas en la ganadería.
Una investigación reciente ha demostrado que la crianza de ganado ha sido también la principal actividad que ejerce presión sobre los bosques de Brasil. Este país es el mayor productor mundial de carne de ganado (solamente India cuenta un mayor número de cabezas de ganado, pero la mayoría se destina al abastecimiento de leche) y los ranchos ganaderos representan por lo menos 70% de los bosques que han desaparecido en la Amazonía brasileña. La práctica se ha extendido, involucrando a ganaderos de gran escala así como también a los pequeños, por lo que la promoción de un abastecimiento más sostenible de carne de vacuno y productos lácteos al mismo tiempo que se evita la deforestación, será un tema crítico para la política en años futuros.
Impacto de la construcción y pavimentación de caminos
El crecimiento urbano, la crianza de ganado y la expansión de la agroindustria en la Amazonía, también están fuertemente asociados con la expansión de las carreteras. Desde hace tiempo se sabe que la construcción de caminos y carreteras a través de la Amazonía deviene en deforestación.
La carretera que atravesaría el Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS, por sus siglas en castellano) en Bolivia, desató protestas en 2012, las mismas que probablemente continuarán este año. Y una segunda carretera para unir Perú y Brasil occidental, actualmente en el tintero, ha aumentado las preocupaciones acerca de la deforestación en esa región.
“Las carreteras en la Amazonía tienen un efecto perjudicial sobre los bosques porque permiten el acceso a zonas anteriormente remotas,” dijo Amy Duchelle, investigadora de postdoctorado del Programa de Bosques y Medios de Vida del Centro para la Investigación Forestal Internacional, quien ha contribuido al estudio de la Carretera Interoceánica en zonas remotas a lo largo de las fronteras compartidas entre Bolivia, Brasil y Perú.
Sin embargo, esos efectos negativos “pueden mitigarse mediante políticas diseñadas para gestionar el uso de la tierra a lo largo de las nuevas carreteras.”
Compensación por la reducción de la deforestación y la degradación
Una forma de alentar a los países a que protejan sus bosques es compensarlos por la reducción de la deforestación y la degradación forestal. Por lo que muchos observadores se sintieron decepcionados cuando no se logró un progreso real en dicho incentivo – conocido como REDD+ – en las conversaciones de las Naciones Unidas sobre el clima en Doha en diciembre pasado. Quedan pendientes las preguntas sobre las directrices internacionales para REDD+ en áreas como el monitoreo y verificación, el financiamiento y las salvaguardas.
Sin embargo, a pesar de los obstáculos internacionales, algunos países están avanzando con proyectos REDD+ locales o nacionales, probando diferentes modelos para la creación de incentivos para la conservación.
“Muchos países ya están teniendo éxito en hacerle frente a la deforestación con la ayuda de REDD+. Se está logrando mucho independientemente de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático, y en ausencia de un acuerdo internacional sobre el clima,” dijo Louis Verchot, Director de Investigación de Bosques y de Medio Ambiente en CIFOR, después de las conversaciones de Doha.
Manejo comunitario de bosques
Los expertos también señalan que REDD+ es solamente un incentivo. La producción maderera bien manejada, los productos forestales no maderables y los servicios ambientales, pueden combinarse para crear una estrategia prometedora para la conservación forestal y el desarrollo local, dijo Duchelle.
Con frecuencia los pequeños agricultores y las comunidades no cosechan los beneficios económicos de los bosques maderables debido a obstáculos normativos. Fotografía de Richard Vignola
En un estudio enfocado en la castaña de Brasil y la producción maderera en Bolivia, Perú y Brasil, Duchelle encontró que si bien muchas personas asumen una visión positiva de dichas estrategias, quedan por resolver una serie de problemas, incluyendo el robo de castañas de Brasil, la superposición de derechos sobre la tierra, la tala ilegal de los rodales de castaña de Brasil y la expansión de la cría de ganado.
Permitir que las comunidades locales manejen los bosques y sus recursos puede ser un paso importante hacia la conservación, pero dichos esquemas enfrentan muchos obstáculos. Esto se debe a que muchos pueden carecer de títulos claros de sus tierras, y los gobiernos con frecuencia transfieren a las comunidades solamente un control parcial sobre los bosques, dando como resultado sistemas ineficientes de co-gestión que ponen una mayor carga y responsabilidad sobre las poblaciones locales sin garantizar beneficios claros, según un estudio liderado por Peter Cronkleton, especialista de CIFOR en desarrollo forestal comunitario.
Una señal positiva, dijo, es que las personas que tradicionalmente han dependido de los recursos forestales – como los pueblos indígenas, los recolectores de castaña de Brasil y los siringueros – están ganando un mayor protagonismo en las decisiones que afectan sus medios de vida.
Una investigación reciente ha demostrado que con frecuencia los pequeños agricultores y las comunidades no cosechan los beneficios económicos de los bosques maderables debido a obstáculos normativos, tales como permisos costosos y sistemas impuestos para el manejo de maderera (especies a cortar, ciclos de cosecha, etc.) que generalmente no están adaptados a las condiciones locales. Esto ha forzado frecuentemente a los actores locales a ser parte del sector de tala informal.
Cronkleton dijo que para garantizar una buena gestión de los bosques en América Latina, los países deben aclarar “quién tiene el derecho a participar en las decisiones acerca de los recursos de los bosques, cómo se toman esas decisiones y los mecanismos para asegurar su implementación”.
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