«[T]enemos que orientarnos buscando con la mirada, en las multitudes, los rostros egregios de los santos laicos» (O.C., T. I, 346).
Aunque, en principio, cualquier parecido con la actualidad histórica es mera coincidencia, la pregunta que nos da tÃtulo adquiere una condición doblemente virtuosa: es la misma que le planteaba a José Ortega y Gasset la revista Acción Socialista en su número especial de 1915, y la que deben –o deberÃan- estar haciéndose la mayorÃa de los/as españoles/as en las posterimerÃas del año 2014. Quede claro, por otro lado, que cuando aquà se diga socialismo no se habla del partido que todos y todas conocen, como tampoco de ninguno de los lÃderes que engrosan el panorama de payasos polÃticos contemporáneo -véase Pedro Sánchez (el de la buena planta), Mariano Rajoy (el de los amigos en twitter),  Alberto Fabra (el teleñeco de València), Rita Barbera aka Godzilla, entre muchÃsimos otros/as…
Hay que decir, a contrapelo de las lenguas incomprensiblemente malintencionadas, que Ortega y Gasset fue durante algún tiempo un entusiasmado socialista, aunque in partibus infidelium, y que nunca fue falangista. Conocedor de Marx y del marxismo, del viento obrerista que se levantaba y de la delicada situación de su paÃs, Ortega defendÃa la revolución como una idea, un sentimiento del que era incomprensible, y muy insalubre, que no se embargaran los individuos frente a las inquinas de una polÃtica decadente. De lo que no era capaz, empero, era de dar crédito a la violencia que acompañaba a la acción directa que ciertos sectores radicales pregoneaban por aquel entonces -fruto este, como nos quiere hacer ver, de la ausencia de intelectuales entre las filas socialistas que en ocasiones frecuentaba.
Sin embargo, el gallego egresado del noble gremio de los cajistas, Pablo Iglesias Possé, no le pasó desapercibido al joven Ortega y a este dedica elogiosas palabras. De todas ellas, llaman la atención las «tres virtudes teologales» que el madrileño atribuye a su Pablo Iglesias: fe, esperanza y caridad –la última de las cuales presentará como una prefigura de la justicia. Tres virtudes, patrimonio exclusivo o no de lo teológico, ciertamente valiosas cuyo desarrollo les invito a buscar en el T.I de las Obras Completas de Ortega (editadas por Taurus). Allà hallarán la génesis del incandescente pensamiento de un jovencÃsimo filósofo –ese que Javier Cercas, ponderadas sus crÃticas y parodias, muy acertadamente considera imprescindible para vivir, escribir o pensar en castellano (Cfr.). No me extenderé más en el socialismo de nuestro pensador, pero de nuevo les remito al volúmen señalado para satisfacer su curiosidad –o incredulidad.
De vuelta a la actualidad, ya sé que a Juan Carlos Monedero no le gusta Ortega, lo ha dicho públicamente y supongo que en más de una ocasión. Es normal, no todo gusta por igual a todos/as: a mÃ, por ejemplo, tampoco me entusiasma su campechanerÃa. En cualquier caso, por qué Podemos no ha recurrido más a nuestro filósofo para justificar su impulso por la renovación, por dejar atrás la “vieja polÃtica†y construir una “nueva polÃticaâ€, continúa siendo un misterio para mà –aunque siempre está la posibilidad de que se hayan dejado embargar por la leyenda negra (cfr. El maestro en el Erial, de Gregorio Morán, muy bien encasillado en el género ‘fábula’ por Tusquets).
En realidad tampoco es como para atribuirle «virtudes teologales» al nuevo Pablo Iglesias, y con toda probabilidad él mismo desdeñarÃa semejante tÃtulo. No obstante, desde un análisis del “socialismo realmente necesarioâ€que podrÃa inspirar el socialismo utópico de Ortega, sorprende descubrir como Pablo Iglesias y Podemos–donde además de Juan Carlos Monedero participan algunos imprescindibles como Jorge Riechmann– se ajustan aparentemente a su ‘utopÃa’ polÃtica: por un lado, ya no son una panda de iletrados sino un grupo de expertos y académicos universitarios; por otro, no predican la acción directa violenta sino los métodos asamblearios y la revolución «por las redes sociales».
Malgré tout -como las resiliencias populistas al declararse «ni de izquierdas ni de derechas»- la propuesta que nos traen desde la agrupación polÃtica de Podemos inspira muchas más confianza que el resto de los majaderos que competirán próximamente por el gobierno de España, y aunque decÃamos que cualquier parecido con la actualidad histórica serÃa una mera coincidencia… ¿es asà realmente? Les dejo con unas palabras del joven Ortega, ese que, no sin paradoja, era socialista «por amor a la aristocracia»:
«Aristocracia quiere decir estado social donde influyen decisivamente los mejores (…) [donde] las opiniones más nobles, más justas, más bellas, adquieran el predominio que les correspondee en los corazones de los hombres (…) la humanidad no puede vivir sin aristócratas (…) lo grande, lo profundo del Socialismo, su misión histórica, aquello a que tiende con energÃa irresistible de cósmica potencia, es a la producción de aristocracias verdaderas…» (T. I, 622).
.