EL CRISOL – Pascual Mogica Costa
Muchos son los casos de corrupción que se han cerrado en falso por los tribunales de justicia por “defectos de forma” en el procedimiento de investigación o de instrucción. Tanto es así que esto ha animado a algunos a pensar que “aquí meto la mano hasta el codo y no pasa nada”. Es un hecho comprobado que cuando no se da un escarmiento ante actitudes deshonestas y corruptas suelen proliferar los actos delictivos.
En el llamado macro juicio del caso Malaya, tiene la Administración de Justicia una gran ocasión para que los casos de corrupción política en nuestro país no nazcan, vivan y se desarrollen como setas en el bosque. Creo que la justicia debe aprovechar este caso para que los veredictos que de él se desprendan sean tan ejemplares, duros y lesivos para los que resulten condenados hasta el punto de que estos dictámenes sirvan de advertencia a todos aquellos que han visto en la política un modo de enriquecerse.
Tenemos pendiente, al estar en periodo de instrucción, los casos GÁ¼rtel y Brugal. El primero en las comunidades de Madrid y Valencia y en alguna más y el segundo en la provincia de Alicante, en los cuales han sido imputados empresarios y cargos públicos y orgánicos del Partido Popular, en el caso GÁ¼rtel hay tanta gente o más implicada que en el caso Malaya. Ambos casos son verdaderamente escandalosos. Si la resolución del juicio del caso Malaya queda en nada, como han quedado tantos otros, ya hay quien está pidiendo anulación de escuchas telefónicas, lo de siempre, porque sabe que esto puede anular todo el proceso en el caso de que estas escuchas hayan sido llevadas a cabo de forma ilegal, es decir sin el mandato de un juez, y que el acusado puede salir indemne del juicio y el delito se pierde en los archivos del juzgado.
De lo que se resuelva en el caso Malaya y si no hay una aplicación dura en lo que respecta en las condenas a aplicar no me cabe la menor duda de que la corrupción política en España crecerá al mismo nivel que lo está en otros países en los cuales sus políticos, que “han metido la mano hasta el codo” y no por una mala gestión, los han dejado en la pura miseria. Recordemos el caso de Argentina donde el dinero desapareció de la noche a la mañana, hasta el punto de limitar la libre disposición de fondos a sus propietarios, el célebre “Corralito”. El resultado condenatorio del caso Malaya debe servir de advertencia para cortar de raíz las tentaciones, malas tentaciones, de algunos.