Circula en la red un vídeo en el que daba mis razones para salir a la calle el 15 de octubre. Entre los comentarios recibidos me gustaría citar a uno de una economista del Fondo Monetario Internacional, como descubrí por Google. Dice que no comparte este tipo de iniciativas porque “se hacen acusaciones muy serias en un video en Youtube, citando a lo que dicen unos cuantos periódicos”.
Quien dio la información a la que yo aludo sobre el Banco de Santander fue Rodrigo Rato, ex Director Gerente del Fondo Monetario Internacional donde ella trabaja. Luego afirma, refiriéndose a mí, que “este señor dice que acabar con el hambre en el mundo es una cuestión de dinero–si fuese tan fácil ya se habría hecho hace tiempo–es mucho mas complejo–no entiendo que tipo de economista es este señor, la verdad”.
Afirmo en el vídeo que, mientras que siempre ha habido todo el dinero necesario para salvar a los bancos y a los banqueros, nunca se ha podido disponer de las cantidades doscientas o trescientas veces menores que piden los organismos internacionales para luchar y acabar con el hambre en el mundo. ¿Es falso eso?
Se pregunta qué tipo de economista soy.
Soy de los economistas que denunciamos con datos en la mano que el Fondo Monetario Internacional ha arruinado a un buen número de países con políticas económicas que fracasan y producen pobreza y atraso económico.
Soy de los economistas que denunciamos que el Fondo Monetaria Internacional es una de las corporaciones de economistas más incompetentes porque falla constantemente en sus predicciones y análisis.
Y no soy de los economistas que descalifica a los demás sin dar un dato, o que desprecia a los que no piensan como uno mismo, sin contradecir sus argumentos.
Finalmente dice que ella también está de acuerdo con que exista una democracia real. Pero se pregunta por qué no me quejé de la falta de democracia real antes, “cuando todos estos líos se estaban cociendo”.
No ya un buen economista, sino cualquier persona prudente, se habría informado de quién es la otra persona a la que alude antes de criticarla.
Bastaba poner mi nombre en cualquier buscador de Internet para comprobar que se me pueden criticar muchas cosas pero no precisamente que haya estado callado antes.
Para esta economista del FMI la mayor o menor falta de democracia en España no tiene nada que ver con la desigualdad tan elevada, con el poder político de la banca, con sus favores a los partidos políticos, con la falta de pluralidad en la propiedad de los medios de comunicación, etc.
Resulta patético que hable de democracia una funcionaria del Fondo Monetario Internacional, un organismo que no es democrático porque allí los países más ricos imponen sus decisiones a todo el planeta; donde Estados Unidos tiene poder de veto, que ha sido colaborador de golpes de estado y dictaduras, que ha hecho todo lo que ha estado en su mano para hundir experiencias progresistas de gobiernos y que ha producido tanta miseria y dolor a millones de personas solo para ayudar a los ricos resulta, cuanto menos, patético.
Como ha explicado entre otros Jean Ziegler, antiguo relator especial de la ONU para el derecho de la alimentación, los planes del Fondo Monetario Internacional han sido mortales o asesinos en y, en su opinión, el Fondo es responsable de que el país caribeño, autosuficiente en arroz en 1980, haya pasado a tener que importar el 75% de sus necesidades. O también de la gran pérdida de ingresos de su Estado al obligarle a bajar los derechos de aduanas del 50% al 3%. Y por referirme a la intervención de una delegación del Fondo en la que estaba la economista que me critica en República Dominicana, citaré la crónica que de su visita hacía una web de aquel país: “La visita deja el saldo de un asesor dominicano muerto de un infarto tras una reunión sobre el tema del paquete impositivo, empresarios descontentos por el aumento de los impuestos contenidos en las medidas y una gran mayoría de la población atribulada por alzas en la tarifa eléctrica, los combustibles y los alimentos”. Así son y así actúan estos economistas que me critican por decir lo que digo.
En el Fondo Monetario Internacional hay otros y otras que tratan de actuar de otro modo, que respetan a quienes no piensan como ellos y que analizan la realidad sin anteojeras ideológicas (aunque no estoy seguro de que allí duren mucho actuando así). Pero creo que mi comentarista ha demostrado que no forma parte de este grupo.
Juan Torres López
Catedrático de economía aplicada en la Universidad de Sevilla
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