Desde el momento en que Leopoldo Laricchia-Robbio hizo su postdoctorado en la Universidad de Pisa, se ha mudado de la hematología y la oncología a las células madre, y de Italia a Alemania, Suecia, EE UU y ahora Barcelona, donde trabaja como coordinador científico del Centro de Medicina Regenerativa de Barcelona (CMRB), en el Parque de Investigación Biomédica de Barcelona (PRBB).
¿Cuándo te interesaste por la ciencia?
Cuando tenía 6 años pedí un juego de química en Navidad. Aunque por diferentes motivos terminé haciendo estudios clásicos, e incluso empecé economía en la universidad. Pero sabía que mi alma era científica y de inmediato cambié hacia la biología.
Tu formación como gerente comenzó también muy pronto…
Al acabar la carrera trabajé en un laboratorio privado de análisis donde, aparte de trabajar en el laboratorio, me enseñaron a hacer de gerente, porque el director iba a retirarse pronto. Aquello fue un buen entrenamiento para mi actual posición: pienso que si quieres supervisar algún proceso necesitas haber trabajado en todos los niveles, empezando por limpiar el laboratorio.
¿Por qué dejaste el laboratorio?
Recibí una llamada del Centro Nacional de Investigación con una oferta para hacer un proyecto corto de seis meses, y pensé, ¿por qué no? Y estuve siete años! Hice mi postdoctorado allí en oncología: entonces me mudé a Bethesda durante tres años y a Chicago durante cuatro años más. Finalmente vine aquí.
¿Por qué aceptaste esta posición en el CMRB?
Este trabajo encaja perfectamente con mi pasión, mis estudios y mi personalidad. Me encanta la ciencia pero también hablar con la gente y solucionar problemas. Quería volver en Europa para que mis hijos tuviesen una educación clásica, mi única preocupación era la calidad de la investigación y el ambiente de trabajo. Pero quedé muy impresionado por el CMRB y el PRBB. El nivel es muy bueno, la gente muy competente y eficiente y me gusta cómo está estructurado el centro.
¿En qué consiste tu trabajo?
La meta es coordinar tanto a la gente como los proyectos, asegurar que las cosas funcionen eficientemente tanto a nivel científico como administrativo. Tengo reuniones individuales con todos los investigadores a cargo de diferentes proyectos y con los managers de las distintas plataformas y hablamos de problemas recientes. También tenemos reuniones semanales con Juan Carlos Izpisúa, el director del CMRB.
No tienes tiempo para tu propia investigación… ¿la echas de menos?
De hecho hago investigación cada día! Sí que echo de menos el hecho de tener una idea propia e intentar desarrollarla. Pero ayudo a los demás con sus ideas y eso también es muy estimulante.
¿Cuál es el reto científico del CMRB?
El reto más complicado será conseguir células pluripotentes seguras para ser utilizadas en clínica. Espero que en muy pronto tendremos herramientas suficientes para tener células pluripotentes seguras desarrolladas en condiciones GMP (Good Manufacturing Practice, los estándares de calidad para la producción de material médico). A partir de ese momento tendremos que tratar con los políticos, la administración, los comités éticos, etc.
¿Qué le dirías a alguien que está pensando en hacer investigación?
Que se pregunte si está verdaderamente decidido, porque no lo tendrá fácil. Debe saber que sentirá frustración y será pobre, considerando toda la inversión que habrá puesto en su educación. Si quiere ser científico no deberá ser codicioso. Y hay que estar seguro de uno mismo y ser crítico.
No lo has vendido muy bien…
Eso es porque no lo quiero vender como un trabajo normal. Pero, para la gente que está realmente interesada, hay una gran contrapartida… te levantas por la mañana y estás feliz de tener que ir a trabajar. ¡Esto no es muy común! Básicamente te pagan para pensar y desarrollar tu fantasía.
¿Cuál es tu próxima meta?
Espero estar aquí un buen tiempo. Pero soy un poco inquieto y he aprendido que mi vida va en ciclos de unos siete años. Quién sabe dónde estaré dentro de siete años? Pienso que me gustaría hacer algo más directamente relacionado con ayudar a la gente, como estar involucrado en la construcción de un hospital en un país del tercer mundo.
Maruxa Martínez-Campos / SINC