En cuanto uno abre los ojos cada mañana, comienzan a circular pensamientos. Y en cuanto nos centramos en uno u otro, le damos fuerza con nuestra atención y haciendo surgir en nosotros el estado de ánimo correspondiente a esos pensamientos que nos servirá para enfrentarnos a las horas siguientes.
Digamos que estamos enfocando el día únicamente a través de nuestro prisma personal.
Por eso es tan importante aprender a controlar nuestros pensamientos, a seleccionar aquellos que nos benefician por ser positivos y a dejar a un lado los pensamientos negativos de odio, desprecio, envidia, ambición, miedo, preocupaciones y semejantes, porque si nos dejamos llevar por ellos estamos atentando contra nosotros en primer lugar, y a continuación enfocaremos el resto de nuestro día bajo esa baja vibración que actúa a nivel biológico tensando nuestro sistema nervioso y agrediendo a nuestro cuerpo.
Nuestra carga de negatividad afecta a nuestras relaciones sociales y tal vez eso nos lleve a peleas y discusiones, lo que luego volverá a nosotros.
Y por último, a nivel espiritual cargamos nuestra alma con eso que se llama pecado, que son las miserias del yo inferior negativo, las miserias de nuestro egocentrismo. Incluso podemos enfocar nuestra vida toda desde el punto de vista de los pensamientos negativos, con las consecuencias nefastas que trae consigo esta actitud a largo plazo: enfermedades, problemas psicosociales, vicios autodestructivos, etc.
Los pensamientos de odio, celos, envidia, miedo, avaricia, ambición, agresión, desprecio, engaño, intolerancia y semejantes, que son rostros del egocentrismo, forman las compañías indeseables de la vida sino somos capaces de controlarlos y poner en su lugar a los contrarios de cada uno, porque de no lograrlo ejercen sobre nosotros una presión permanente contra nuestra alegría, nuestra paz y nuestra salud. Por tanto nos limitan y nos encierran en su cámara oscura donde la única fotografía que se revela es la de un alma enferma en alguno de esos aspectos y que necesita superarlos para evolucionar, pues evolucionar da sentido a la vida. Por eso es tan importante tomar el timón de nuestro pensar y sentir.
EL MIEDO DEL PODER
Los pensamientos positivos y las actitudes altruistas, desinteresadas, pacíficas y cooperativas, son fuerzas de una naturaleza vibratoria superior a la negativa, y por lo tanto de mayor poder. Conscientes de esto, los poderes de este mundo, que viven de las energías negativas del odio, la envidia, el deseo de poder y semejantes, sienten miedo porque ven peligrar sus poltronas y privilegios en la medida que la conciencia libre, la conciencia altruista, arraigue en las masas. Por eso necesitan armarse de complicados mecanismos de seguridad y represión y persiguen siempre a quienes los desenmascaran y pueden ayudar a otros a abrir los ojos enarbolando las banderas de unidad, libertad, amor desinteresado, confianza, valor, hermandad, justicia , bondad, respeto y semejantes.. De ahí la persecución a los auténticos revolucionarios: sociales, espirituales, científicos, artistas… Una larga lista de asesinatos, persecuciones, exilios y cárceles, señala la ruta del poder del pensamiento libre por donde circulan provisionalmente triunfantes los servidores de la oscuridad y las malas artes, los carceleros de la dicha… Provisionalmente triunfantes, sí, porque lo malo – a diferencia de los bueno- no es eterno.
¿En qué medida contribuimos a alimentar a la “bestia” con nuestros propios aportes? Esta es una buena pregunta, pues de nada sirve criticarla por un lado si por otro le proporcionamos la energía que necesita a través de nuestra propia negatividad.
En la medida que cada uno de nosotros, como célula de la humanidad, vaya dejando de alimentar al monstruo del poder este se irá debilitando y acabará por desaparecer, pues ¿qué pueblo de gentes altruistas consentiría estar gobernado por avaros? ¿Qué naciones de gentes pacíficas soportaría un poder militarista? ¿Qué mundo donde prevalecieran las gentes honradas admitiría estar controlado por ladrones y gentes innobles y mentirosas? Pero este es nuestro mundo, un mundo controlado por envidiosos avaros, sujetos agresivos y destructivos, mafiosos, ladrones y gentes, en fin, innobles.
Observamos que el Sistema capitalista no cesa de crear, promover y llevar hasta el extremo todos esos componentes de negatividad mencionados. Es más: ¿podría existir sin ellos? No sería posible tal cosa, ya que esta es precisamente la energía que lo nutre, el veneno del que vive.¿En qué medida estamos lejos de todos esos sujetos que alimentan al Sistema o en qué medida alimentamos sus miserias con las nuestras? Esta es la cuestión. Esta es la gran cuestión que define los campos de la revolución y la contrarrevolución, no los bellos discursos ni que un grupo dominante tome el poder con el voto del pueblo o contra el pueblo.
¿Tenemos el control de nuestro poder de pensar, sentir, hablar y actuar, o hemos permitido ser controlados? Esta es la cuestión decisiva.
¿Qué clase de pensamientos predomina en la mente de los pueblos y en la de cada uno? ¿Pensamientos negativos? ¿Pensamientos positivos? Esa es la medida que nos aleja o acerca a un cambio verdadero hacia sociedades libres, justas, pacíficas y unidas, si es eso lo que queremos.