A Mariano Rajoy, lo que le ocupa, preocupa y amarga la existencia, es el tener que pasar a la historia como «Mariano el Breve», caso de no conseguir una segunda legislatura como sus antecesores en el puesto. Algo logrado hasta por el más nefasto e incompetente ex presidente Rodríguez Zapatero (PSOE), al que acude a pedirle consejo Pablo Iglesias (Podemos), ya que sobre sus viajes a Venezuela, con independencia de hacer el ridículo, nadie sabe en que consisten ni para que sirven. No obstante, aún en el caso de que el presidente en funciones fuese investido a cualquier precio, vivirá amenazado y asustado temiendo que en cualquier momento le presentarán una «moción de censura». Rajoy, si a alguien quiere, es así mismo y al poder, ignorando que quizá habría salido mejor parado presentando su dimisión tras las elecciones del 20-D.
Motivado por la inexperiencia de los nuevos partidos y unido a trapisondas, mentiras, compra de voluntades, nuevas elecciones, corrupción y chalaneos varios, se han perdido inútilmente siete meses por las inoperancia de nuestros eficaces políticos, que cegados por la ambición, viven empecinados en extrapolar y fomentar el odio que se profesan entre ellos a los ciudadanos. Algo que lógicamente no conseguirán dado que la sociedad ha madurado y ellos no, impidiéndoselo su propia avaricia, de donde se deduce que el bloqueo que padecemos obedece a su exclusivo orgullo e intransigencia.
Curiosamente, todos repudian públicamente la celebración de unas terceras elecciones generales esgrimiendo el bien de la Nación, pero ningún grupo aporta soluciones coherentes. El lanzamiento de propuestas contradictorias, no solo nada soluciona sino que promueve la celebración de terceras elecciones, con los consiguientes perjuicios, auspiciando el mayor de los ridículos ante la UE y el resto del mundo. En el PP siguen insistiendo en la necesidad de la regeneración y el pasado viernes 22 presentó la dimisión María Seguí, Directora General de la DGT, tras verse implicada en un nuevo escándalo de corrupción. ¿De que proyectos de limpieza y honradez nos está hablando el partido del Gobierno, cuando esta señora funcionaria le está adjudicando contratos a dedo a su marido? Sencillamente vergonzoso.
Afortunadamente, mayoría de las españoles conviven manteniendo relaciones totalmente normales y cordiales sin entrar en consideraciones ideológicas ni cuestionar al partido que vota cada uno en los distintos procesos electorales. El profesar militancias de distinta orientación no impide que existan lazos de amistad, compartiendo todo tipo de actividades, siendo los políticos los encargados de sembrar cizaña y odio para descalificar a los simpatizantes de otros partidos, tratando de acercarlos a sus propias siglas. Estrategia favorecida y en permanente crecimiento por efecto de las redes sociales.
Constituye un descaro y de muy mal gusto la declaración por parte de un alto dirigente del partido Popular en torno a que los partidos están para servir a los ciudadanos. Tan tremenda memez no es de recibo dado que la sociedad está perfectamente informada a través de los distintos medios de comunicación y tiene criterio mas que suficiente para evaluar y juzgar los ocasionales y delictivos comportamientos de algunos de sus dirigentes. Todos hemos conocidos a muchos políticos que debieron dimitir o ser dimitidos y no lo hicieron. Lo de servir al país, con todos los respetos, no pasa de ser una sandez inadmisible. Con declaraciones de este tenor, solo consiguen que crezca la merecida desafección de los ciudadanos hacia la clase política que alguien definió, cargado de razón, como «un mal necesario»
Sería muy triste que, al margen de tener que soportar unas posibles e indeseadas terceras elecciones generales, el que a costa de lograr el poder, se efectúen concesiones a partidos cuyo único objetivo político es conseguir la fractura de España. A tenor de los inquietantes momentos que estamos pasado, resulta igualmente incomprensible el retraso sufrido en relación con la urgente necesidad de la formación de Gobierno. Nadie entiende, comparte ni justifica el comportamiento de nuestros políticos, poniendo en peligro, entre otros aspectos: la aprobación del techo de gasto, presupuestos, independencia judicial, regeneración real de la vida política, lucha contra la corrupción, pacto educativo, nuevo modelo energético, estado del bienestar y esencialmente todo lo relacionado con la sostenibilidad de las pensiones. Todos ellos serios problemas necesitados de urgentes reformas, en lugar de perder miserablemente el tiempo, dedicándonos a debatir y averiguar a quien pertenecen los nombres y partidos de los 10 votos aparecidos a favor del PP, en la reciente votación a la Presidencia del Congreso… ¡¡De pena!!