Rajoy…
Ser paciente representa sin duda una actitud positiva. Solo que llevarse una eternidad esperando se asemeja a aquel cuento tan largo de contar, y que al final sorprende con algo que ya se imaginan.
También podría compararse con aquel río vacilante, en saltos por abrupto terrenos. Río que se envalentonaba como el señor de las aguas, obligado a hacer cambios continuados, única forma de llegar al punto de destino. Aunque nunca se salió con la suya. Ni entendemos nada de de nada. Pero lo más cierto es que nunca sabrás qué personas estaban contigo si estás muerto
Certezas. Claridad. Verdad. Eso debería ser la política.
Pero no es así. Y lo demuestra la precaria sabiduría política en que España se halla sumida en estos difíciles momentos, dando la sensación de que los partidos políticos dan muchos pasos hacia atrás y muy pocos hacia adelante. ¿Miedo? Pugilistas que, de cansancio, se abrazan a su contrario, ansiosos de que lo antes posible suene el gong. Algo en verdad impresentable.
Y todo porque en estas elecciones toca ampliarse el espectro político de España y sus señorías andan desconcertados. A lo que habría que añadir la dureza con la que obró el PP sus cuatro años de gobierno (con mayoría absoluta). Partido que nunca dejó pregonar aquello de la ”herencia recibida”; y ahora, solo ahora, en momentos difíciles, con escasos votos bajo el brazo, y con más enemigos que amigos a su alrededor, solo se atreven a balbucear por lo bajo la palabra “crisis”. Aunque, a día de hoy, y con razón, la muletilla usada para aventar la terrible corrupción que ha sufrido -ese sí que es ser paciente- nuestro país.
Ah, los hijos de la memoria
O aquello para los que todo es hablar y hablar… Como si hablando tanto se solucionara algo. Sí. Claro que es bueno hablar. Solo que adaptándose a las circunstancias del momento. Algo que solo se hace escasamente.
El futuro que intentamos crear cada día no es como una de esas piedras, inertes, que uno halla en el camino. Trabajamos y prevemos para que todo marche mejor. Solo que las circunstancias políticas de estos momentos han caído como una china dentro de un zapato; la presencia de algo nuevo que nos dice nos vayamos olvidando del pasado, porque el futuro que viene será bien diferente, aunque no menos menos fácil que en los cercanos tiempos pretéritos que hemos vivido. Y como eso parece haberles cogido de improviso a los profesionales de la política, así tenemos el lío que tenemos. Cada uno culpa al otro. Y que cada partido se cree el mejor de cuantos están actuando en la arena de esta especie de circo.
Es cierto que el panorama político español se ha desconfigurado de manera sorprendente
Incluso los independentistas se han subido al mismo tren. A ver qué pasa. Aunque lo cierto es que el futuro, al menos al principio, las raíces del pasado, por lo que el panorama pinta, se quiera o no, no se puede modelar con la arcilla de tiempos pasados. Y ese es todo el lío. Mientras que el presidente del Gobierno en funciones, espera callado que los demás hablen.
Y acabo algo irritado, porque me salta a la memoria la acertada cita que dijo Winston Churchill:
“Los políticos deben ser capaz de predecir lo que va a pasar mañana, el mes próximo y el año que viene, y de explicar después por qué no ha ocurrido”.