Sociopolítica

Rajoy y Sánchez: tal para cual

En algunos aspectos, el comportamiento de Rajoy y Sánchez, guarda cierta similitud salvando las distancias, si bien comparten y se guían por el mismo patrón de su ambición, con la salvedad de que mientras el primero ya ha gozado de la gloria que proporciona el haber ocupado la presidencia del Gobierno, obtenida con una aplastante mayoría absoluta (producto de la nefasta gestión realizada por Rodríguez Zapatero), el líder socialista no ha catado dichas mieles, de ahí su torpe y desmedida insistencia en alcanzarlas a cualquier precio pero por caminos equivocados.

Hasta el momento y considerando sus continuos despropósitos , difícilmente podrá lograr sus irreprimibles deseos.

En ambos casos, la imagen que proyectan refleja un exacerbado culto al ego, revestido de un tremendo personalismo sin fisuras, producto de sus respectivos comportamientos que les conducen a la comisión de errores imperdonables de distinta índole pero con similares y negativos resultados.

 

Rajoy

Centrándonos en el presidente en funciones, por aludir a algo reciente, el haber autorizado la promoción del ex ministro mentiroso José M. Soria, premiándole con el apetecible y excelentemente remunerado puesto de directivo del Banco Mundial (226.000 euros anuales libres de impuestos), ha constituido un error garrafal muy criticado, y con toda la razón, por todos los partidos de la oposición e incluso por destacados dirigentes del propio PP, aunque ahora sea el ministros de Guindos quien debe dar explicaciones en sede parlamentaria sobre su designación y posterior obligada dimisión.

De ahí que en ocasiones, Rajoy sea considerado por su desafortunada forma de actuar, como un atentado contra la armonía del partido a pesar de los consejos recibidos de su asesor de cabecera, Pedro Arriola.

Sánchez

Pedro Sánchez PSOE

Pedro Sánchez. Secr. Gral. del PSOE. Foto: SocialistasAmes

Sobre Sánchez, cuya estrategia es un misterio que nadie conoce con la excepción de sus íntimos, trata por todos los medios de mantener su puesto y en paralelo coleccionando equivocaciones, agarrándose a sus militantes como una lapa, aunque en esta ocasión y con un congreso pendiente no lo tiene fácil.

Sobre su absurda ronda de consultas con los restantes fuerzas políticas, alegando no postularse, no pasa de ser otra patochada más. En cuando a las encuestas del CIS de cara a las próximas elecciones autonómicas en Galicia y País Vasco, si los pronósticos se acercan los resultados reales, convertirán a Sánchez en el paladín de los fracasos electorales, con el consiguiente descrédito para el PSOE y granjeándose el alto honor de pasar a la categoría de «partido testimonial» en dichas CC.AA. tras el sorpassillo, pero eso sí, presentar la dimisión ¡¡Jamás!!

Odio mutuo

En nuestra ya dilatada ausencia de Gobierno, cobra especial importancia el profundo odio que personal y políticamente que se profesan ambos líderes, sentimiento que no ha parado de crecer tras su debate a dos en que se increparon duramente.

No es lo mismo tildar a tu contrario de vago o indolente que adjudicarle la categoría de «indecente», como le espetó Sánchez a Rajoy, cuyo significado pasa por vincularle con un ser : inmoral, deshonesto, obsceno, repugnante, etc.

Tal comportamiento refleja, entre otros aspectos, un desprecio total hacia la ciudadanía. La sociedad actual es más democrática y a su vez menos silenciosa por efecto de los medios de comunicación y las redes sociales.

Con nuestro sistema electoral es muy difícil superar estas situaciones. Un político honrado y dispuesto a intervenir sabe las soluciones que necesita España, implicaría la aplicación de reformas impopulares y eso representa el final de su carrera, pero tampoco se puede permanecer esperando que las cosas terminen solucionándose por si solas.

Dicen los entendidos que la mediocridad de nuestros políticos está creciendo en progresión geométrica y muy posiblemente no les falte razón, de ahí que cada vez sean más las personas con verdadera talla intelectual que abandonan voluntariamente la política.

El caso Soria

Retornando al desafortunado «caso Soria», el Ejecutivo no ha tenido más remedio que doblar la rodilla por efecto de la presión social.

Los populares deben mentalizarse de que ya no disponen de la mayoría absoluta para seguir cometiendo cacicadas. A partir de ahora y entendiendo que les resulte de lo más desagradable, deberán acostumbrarse a facilitar explicaciones. El país lo requiere y los ciudadanos demandan con todo el derecho el que finalice cuanto antes esta interinidad en que todos terminaremos perdiendo.

Cada día que pasa «en funciones», el Gobierno se deteriora, al igual que el reconocimiento de la autoridad. y todo ello sin entrar a valorar el ridículo que estamos protagonizando de cara al exterior.

Sobre el Autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.