La deriva por la que está pasando Mariano Rajoy se materializa en la debacle del nivel de confianza que los españoles tienen con el presidente del Gobierno. Según la última encuesta del CIS el crédito de Rajoy se muestra agotado. Un 82% de los encuestados dice tener poca o ninguna confianza en el presidente del Gobierno, y eso que el sondeo se llevó a cabo antes del estallido del caso Bárcenas.
En vez de dar la cara, Rajoy prefirió, hace una semana, parapetarse tras el burladero de Génova. Los periodistas extranjeros no daban crédito a lo que veían el sábado pasado. Los medios de comunicación en una sala de prensa y Rajoy dando explicaciones a través de una pantalla de televisión y sin posibilidad de ser interrogado. Algo así como una ciberruedadeprensa. Patético.
A ese rosario de desatinos se une, ahora, un disparate más. Rajoy se comprometió a hacer públicas sus declaraciones de IRPF y de Patrimonio. De ellas se extraen dos conclusiones muy incómodas para el presidente. Por un lado en los datos enviados con anterioridad a Cortes Generales en su Declaración de Bienes y Rentas declaraba que el PP le había abonado en 2010 el importe de 98.225,00 €; sin embargo en los datos fiscales facilitados por Moncloa aparece la cifra de 181.098,00 €. Una pequeña diferencia de 82.873,00 € que se debe, al parecer, a un error “técnico” interpretativo.
Lo más grave es saber que mientras el entonces líder de la oposición se dirigía a los españoles con esta frase lapidaria: “Miro mi cuenta a fin de mes, tengo los problemas que tienen todos los ciudadanos” (abril de 2007), a la vez decidió subirse su sueldo un 20% para el periodo 2007-2011, cobrando una media anual de más de 225.000,00 €/año, en plena crisis, mientras el resto de los españoles se tenía que apretar el cinturón. Sus bienes mobiliarios (incluida la cuenta que tenía que mirar a final de mes) mantenían en el año 2007 un saldo en acciones, ahorros, depósitos, etc. de 935.000,00 €.
Lo de Rajoy se ha convertido en un suma y sigue de despropósitos. Un dislate detrás de otro que le ha valido un reciente editorial del Financial Times demoledor, bajo este titular: “Rajoy en crisis”. Y ya no se trata de una crisis de carácter presupuestario o financiero, sino de una profunda y excepcional crisis de credibilidad del propio presidente y, con él, de la Marca España.
Como ha señalado muy acertadamente Ignacio Escolar: “Mariano Rajoy ha hipotecado su futuro político a su palabra, pero tiene un problema. Su palabra ya está desahuciada. Su credibilidad acumula demasiados impagos ya.”