Soberbia primera mitad del Real Madrid que ofreció un juego rápido, preciso, brillante y solidario, un fútbol en el que todos participaban y todos hacían mejorar la jugada cuando la pelota pasaba por sus pies, paredes eléctricas, detalles técnicos inverosímiles y goles variados y hermosos, unos primeros 45 minutos para enmarcar y demostrar que este Madrid es otro, el mismo, pero diferente.
Diferente en la intensidad, tanto hacia arriba como hacia abajo, en ataque todos se ofrecen, todos la quieren, todos juegan a uno o dos toques, y en defensa todos presionan, todos corren, todos bajo una misma idea. Habrá que ver como evoluciona el equipo en envites de mayor envergadura pero una cosa es segura y es que Zidane ha conseguido unir a la plantilla bajo un mismo concepto futbolístico, para mayor gloria delos propios jugadores y deleite de los aficionados.
Es evidente que algunos dirán que el Espanyol fue blando, que no ofreció resistencia, que no se empleó con la misma fiereza que contra el BarÁ§a, pero la verdad, la única verdad, es que no pudieron porque se dedicaron a perseguir sombras, el balón se movía a tal velocidad que ni tan siquiera llegaban a poder hacer falta a los jugadores blancos.
Y en esa velocidad de balón destacó, como siempre, Modric, que sigue sentando cátedra cada partido, acelerando, pausando, presionando, replegando, todo en el momento adecuado, todo con el tempo necesario, ver jugar al croata en su estado de forma actual es reconciliarse con el fútbol, con el de siempre.
En esta ocasión, además, estuvo muy bien secundado por Kroos, que parece que recupera poco a poco su nivel, por la magia de Isco, que no estaba muerta, estaba de parranda, y por la precisión quirúrgica de James, recuperado para la causa. Un centro de campo inigualable que sólo acabará rompiéndose con la llegada de Bale.
Pero no sólo de centro del campo vive este equipo, que se mostró desbordante por bandas, con posiblemente los dos mejores laterales del mundo, Marcelo y Carvajal, capaces de correr la banda como laterales, tirar paredes como interiores y driblar como extremos, y sin olvidarnos, por supuesto, de un Ronaldo renacido, al menos en un partido fácil, veremos en partidos de verdadera exigencia, y que mostró la mejor versión de su juego secundado por Benzema, al que la madurez le parece estar sentando bien, muy bien, una madurez que le aceleró Benítez, y justo es reconocérselo.
En definitiva, un Madrid desatado ofreció una primera parte de fútbol primoroso que sigue abriendo el espectro de esperanzas de sus aficionados porque todos sabemos, y creo que ya te lo he dicho, que las sensaciones son las que al final determinan los títulos.
¿La segunda parte? Mejor olvidarla, el Espanyol no pudo y el Madrid no quiso, con lo que se nos marchó sin nada que llevarnos a la boca más allá de la aparición de Jesé, que quiere volver a ser importante, y de Casemiro y Lucas Vázquez, los dos principales damnificados del cambio de entrenador, pero que Zidane necesitará en breve, y él lo sabe.