Cuando el Estado no sólo tiene el monopolio del poder, sino que pretende también tener el monopolio de la razón, provoca el rechazo de las mentes. Soñába
mos, desde hace años, con libertad para leer y juro que lo hemos conseguido. Otros procuraron, después que nosotros, ser conquistadores de nuevas prácticas y sólo se han encontrado con la posibilidad de ser agraciados y agradecidos. El llamado movimiento 15M en España viene a demostrarnos que existe nostalgia de libertad; no sólo de satisfacer la necesidad. ¿Qué hacer, pues? – Dar cauces a la libertad de opinión, posibilitar la participación en las decisiones. Es en definitiva liberar a toda una generación, los acampados en las plazas, del complejo de ser eternamente hijos. No sé cómo Freud interpretaría el fenómeno de los indignados y es sencillamente injusto interpretar el movimiento 15M, como lo hubiera sido interpretar desde el prisma psicoanalítico el mayo francés del 68. Quien les prestó el nombre, con José Luis Sampedro, StÁ¨phen Hessel, luchó en la resistencia contra el nazismo hitleriano. Respeto, pues. Prefiero, sin embargo, antes que indignados, rebeldes: aquellos que abren veredas, convencidos de que conducen a ciudades de personas rebeldes por la igualdad, la libertad y la honradez. Estamos unidos a quienes desde las plazas de Egipto reivindican satisfacer sus necesidades, mas también estamos unidos a quienes reivindican como necesidad un lugar al sol de la libertad, una oportunidad para ser protagonistas en la película de su mundo.