La heroica ciudad dormía la siesta… Así comienza La regenta, obra cumbre de la literatura de Leopoldo Alas Clarín. La urbe a la que hace referencia esta celebrada personificación es Vetusta, lugar corrompido por la doble moral y las gentes hipócritas. Hoy la recuerdo especialmente al analizar los últimos hechos violentos ocurridos en algunas ciudades griegas.
Salgo a la calle y me dicen que la policía asesinó a un adolescente en la tierra de los héroes, los mitos y los panteones politeístas. Que el primer informe de balística ha dejado claro que la bala rebotó antes de impactar en su corazón. Que el juez ha dictado prisión preventiva para los dos agentes implicados en la muerte del joven Alexandros Grigoropoulos. Que resuena la expresión «homicidio intencionado». Y entre toda esta tela de araña de informaciones confusas y que piden urgentemente una investigación exhaustiva, me cuentan que también han surgido los altercados en la calle.
Y después de varios días de balas, pelotazos, sangre, puños cerrados y mucha «hombría», esos incidentes han llegado hasta nuestro país. La policía ha detenido esta noche a varios jóvenes en Madrid y Barcelona. Entre manifestaciones antisistema y gritos de apoyo al joven asesinado, de nuevo los disturbios se han dejado notar en el centro de estas grandes ciudades.
Mientras la solidaridad hace acto de presencia y, aún con todo, se siguen perdiendo las formas, los agentes tienen su merecido y las instancias políticas griegas nos vuelven a dejar un ejemplo de humanidad, diplomacia y pretensiones de «arreglar» la situación. El primer ministro, Costas Karamanlis, del partido conservador, instó a la población a la calma y persuadió a la oposición y sindicatos para trabajar en común sobre esta crisis. Pero los representantes de la izquierda y los sindicalistas se apresuraron pronto a negar el consenso y, lejos de preocuparse por los verdaderos problemas, aprovecharon la situación para pedir la dimisión del equipo de gobierno. Intereses, demagogia, más intereses, tremenda familiaridad.
Puede que el pueblo sienta resquemor o haya perdido la confianza en sus dirigentes, pero considero crucial en estos momentos llegar a un acuerdo. Cuando las calles se llenan de fuego y sangre, queda patente cuál es la cuestión urgentemente vital. Y ni las muestras de fuerza ni los oportunismos demagógicos son, una vez más, las medidas contra la violencia. Atenas y el resto de ciudades griegas son reales, sumidas en la desgracia de un asesinato y una enorme respuesta liderada por la fuerza. Vetusta, por suerte, seguirá siendo ficción.