Las hemorragias graves, las infecciones, los trastornos hipertensivos del embarazo y el parto obstruido que se cobran la vida de medio millón de mujeres al año pueden evitarse con medios y voluntad política.
Cada minuto, muere una mujer por causas relacionadas con el embarazo. De éstas, el 99% viven en países empobrecidos. Esta situación refleja la escasez de personal cualificado, de servicios de salud básicos y de promoción de programas de planificación familiar.
Aproximadamente, 500.000 mujeres mueren cada año antes, durante o después del parto. La mayoría de estas muertes se podrían prevenir con políticas sanitarias adecuadas por parte de los gobiernos. Según un informe del Instituto Guttmacher y el Fondo de Población de las Naciones Unidas (FNUP), las muertes maternas pueden reducirse en un 70% y la de los recién nacidos en un 50%. Para ello, es necesaria la inversión de 24.600 millones de dólares (16.000 millones de euros) en planificación familiar y en cuidados de salud. El doctor Sharon Camp, presidente del instituto Guttmacher, asegura que “invertir en los servicios básicos de salud, como la planificación familiar y los cuidados de salud relacionados con el embarazo puede salvar a millones de mujeres y niños”. Argumenta que “se trata principalmente de servicios simples que se pueden ofrecer a bajo coste a nivel local, complementado con la prestación de atención de urgencia cuando sea necesario. »
Las principales zonas donde se producen este tipo de muertes son el África Subsahariana y Asia Oriental. Entre estas dos acaparan la mitad del total de muertes maternas en el mundo. Los países con una tasa de mortalidad mas acentuada son Angola, Camerún, Liberia, Malawi, Nigeria, República Democrática del Congo, Sierra Leona, Somalia y Ruanda. En estos, el riesgo de mortalidad materna es de una mujer por cada 26, y aumenta a una de cada 7 en los países con los servicios menos desarrollados. En Asia, la cifra es de una mujer por cada 120. Sin embargo, el riesgo se duplica en el sur de Asia, la zona más afectada por la pobreza.
Las causas principales de muerte durante el embarazo son las hemorragias graves, las infecciones, los trastornos hipertensivos del embarazo y el parto obstruido. En el caso de la muerte por hemorragia grave, bastaría con tener atención especializada durante el parto que ayudase a expulsar la placenta y a administrar de la inyección de oxitocina tras dar a luz. La muerte por infección podría reducirse utilizando técnicas asépticas que eviten que los microorganismos penetren en el cuerpo de la madre. Respecto a la muerte por parto obstruido, puede ser evitada contando con el personal cualificado y los instrumentos necesarios que identifiquen los problemas prematuros del parto.
Respecto a las causas indirectas, la mayoría son enfermedades que dificultan el embarazo (anemia, cardiovasculares, de transmisión sexual,…). Muchas de estas podrían ser tratadas y prevenidas.
Países como Bangladesh o Egipto han conseguido reducir en pocos años los índices de mortalidad materna centrándose en la formación de personal especializado, la mejora de los servicios de salud básicos y de urgencia y la promoción de programas de planificación familiar y renovación de las infraestructuras sanitarias, sobre todo en las zonas rurales.
Todas las medidas son pocas. En Amensie, un pueblo del sur de Ghana, han reducido la mortalidad materna con el uso del teléfono móvil. En 2006 la empresa de móviles Ericsson y la de telecomunicaciones Zain distribuyeron móviles gratis entre la población. Con estos, las embarazadas pueden ponerse en contacto con el centro sanitario más próximo para poder recibir la ayuda médica en un tiempo menor. Desde entonces, no ha muerto ninguna mujer embarazada.
En pleno siglo XXI siguen muriendo mujeres al dar a luz por falta de medios y de voluntad política. Los países desarrollados deberían priorizar el acceso a la salud de las mujeres en los países empobrecidos y facilitar recursos. Así podrían acometerse reformas necesarias para que no sigan muriendo mujeres por intentar traer otros seres humanos al mundo.
Javier Perellón Sabiote
Periodista