“Estoy seguro que nadie podrá probar que no son inocentes” decía Rajoy en abril de 2009 sobre Luis Bárcenas y el eurodiputado Gerardo Galeote…
“No puedo decir que no estoy en desacuerdo contigo” decía Groucho Marx.
“Yo no soy como usted… Le subió el IVA a la gente y no lo llevaba en el programa… Yo, lo que no llevo en mi programa, NO LO HAGO” decía Rajoy a Rubalcaba en noviembre de 2011.
“Es mejor estar callado y parecer tonto que hablar y despejar las dudas definitivamente” decía Groucho Marx.
“Fuera de España, lo saben ustedes mejor que yo, se mira a nuestro país como un ejemplo de cómo se puede salir de la crisis” declaraba Rajoy este mismo mes de abril…
«¿A quién va usted a creer, a mí o a sus propios ojos?»… ¡Groucho Marx lo tenía claro!
En la Gran Crisis de 1929 el recién elegido Presidente , el republicano Herbert Clark Hoover, estimó que la economía se estabilizaría por sí misma. Y no hizo, no supo, hacer nada. Posiblemente, Mariano ha escuchado a los santos…
Fue San Ignacio de Loyola quién en sus escritos sobre Ejercicios Espirituales recomendaba… ”en tiempos de tribulación no hacer mudanza”. Y como hombre culto e intelectual… fue el Registrador más joven de España, porque Mariano Rajoy lleva veinte años en excedencia y tiene la reserva de plaza del Registro de la Propiedad de Santa Pola (Alicante), plaza que está en régimen de interinidad permanente, cobrando el 25% del sueldo de su sustituto. Y el sueldo anual de un registrador de la propiedad puede superar el millón de Euros… Supo “prepararse” para la oposición… y nada tiene que ver que su padre fuera Mariano Rajoy Sobredo, presidente de la Audiencia Provincial de Pontevedra, porque eso no tenía ninguna repercusión para este tema ‘en aquellos años’… ¡evidentemente!
Y hablando de “intelectuales”, Tomás de Aquino realizó un completo estudio, ya en el siglo XIII, sobre los tontos y la tontería descubriendo que: “stultorum infinitus est numerus” o sea, que hay muchos.
El santo describe varios tipos de tontos, los efectos que se derivan de cada uno de ellos e incluso aporta algunas curiosas soluciones para sanar la tontería… no es lo mismo un insipiente (falto de sabiduría o ciencia) que un estólido (falto de razón y discurso); resulta más problemático, por ejemplo, tratar con un fatuo (el tonto que se cree listo) que con un necio (el tonto que no sabe que lo es) y desde luego es toda una tragedia depender de un insensato (un fatuo que, además, tiene poder).
Registren sus propias conclusiones…