Según nuestra Constitución, España se rige por el sistema de Monarquía parlamentaria, lo que en otras palabras significa que España es un reino. A medida que pasan los años los españoles nos vamos dando cuenta de que el texto constitucional que se elaboró en unos tiempos complicados, tiempos de cambio y de extrema tensión, nos vamos percatando, repito, de que algunos de los mandatos constitucionales deben ser modificados en tanto en cuanto estamos viendo a diario que España más que a un reino se parece a una república bananera. Y los hechos así lo demuestran.
A diario estamos asistiendo al bochornoso y vergonzante espectáculo de la corrupción y a la culminación de procesos judiciales que no hacen más que indignar cada vez más a los ciudadanos y de que les dé la sensación de que han sido tomados por tontos y de que a diario son objeto de la falta de respeto por parte de muchos políticos. Puesto a hablar de corrupción no hay más que ver los ERE de Andalucía, el caso GÁ¼rtel y el caso Bárcenas, estos dos últimos son perfectamente compatibles. Estamos siendo espectadores de la desvergonzada actitud de muchos políticos que mientras a los pensionistas se les congela la pensión, a los actuales, los que vengan después ya veremos que va a pasar con ellos, a los trabajadores se les reducen sus salarios y a todos ellos, pensionistas y trabajadores se les suben los impuestos, mientras se está jugando con la salud de las personas con recortes en Sanidad y se está jugando también con la formación de nuestro jóvenes con serios recortes en Educación sin olvidar la liquidación que del Estado del Bienestar ha llevado a cabo este Gobierno y la situación en que deja a muchas personas dependientes, mientras hay dos millones de familias con todos sus miembros en paro y sin tener ingreso alguno, podría citar más casos, mientras todo esto ocurre resulta que en el Partido Popular llevan décadas cobrando un sobresueldo la mayoría de sus cargos públicos, incluido, según determinado periódico, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy y esto parecer ser que no está solamente localizado en Madrid si no que ahora se ha sabido que en la Comunidad Valenciana los populares hacen lo mismo. Esta es la clase política dominante que hace que nos avergoncemos de ellos, pero a ellos qué más les da. Se lo pasan por el forro.
Luego tenemos la parcela de la justicia. Por mucho que los jueces se esfuercen para que se cumpla la ley hay agentes externos, ajenos a la Administración de Justicia, que hacen que el trabajo de los jueces sea totalmente baldío, se adoptan medidas que en lugar de contribuir a corregir y acabar con los casos delictivos perpetrados por políticos lo que hacen es fomentarlos. Recientemente se ha dado el caso de que dos ex presidentes de la empresa pública Ferrocarrils de la Generalitat (FGC) que fueron condenados a cuatro años y medio de cárcel por malversar 2,7 millones de euros de las arcas públicas han salido de prisión después de haber estado 48 días en ella. Tenemos el caso Pallerols, por el que algunos dirigentes de Unió Democrática de Catalunya fueron condenados a penas de prisión por haber empleado dinero público en financiar a su partido, siguen en la calle. Está el caso del exalcalde de Orihuela y exconseller de Urbanismo de la Generalitat Valenciana, Luis Fernando Cartagena, que fue condenado a 4 años de prisión por haberse quedado con ocho millones de pesetas que le habían entregado, como alcalde, unas monjas y a los tres meses estaba en la calle. Qué decir del kamikaze de la AP-7 al que le salieron 13 años de cárcel por matar a una persona conduciendo en dirección contraria y fue indultado. O el caso del exalcalde popular de Torrevieja, Pedro Hernández Mateo, que fue condenado a cárcel por mala praxis en su gestión y aún anda por la calle, lo mismo sucede con el expresidente balear, el popular Jaume Matas, también con penas de prisión y anda por ahí paseando tranquilamente.
Todo esto no hace más que contribuir a fomentan la delincuencia y la corrupción, que viene a ser lo mismo, el corrupto es un delincuente y como tal debe ser castigado. La permisividad, la laxitud, hace un daño enorme a la sociedad y cuando los males no se atajan a su debido tiempo y con la energía necesaria el mal se extiende sin remisión. Está claro, cada vez más, de que el cierre en falso del caso Naseiro es lo que ha desencadenada esta oleada de corrupción y delincuencia política que de haber actuado de otro modo muy posiblemente se habría podido evitar su avance. No exagero si me pregunto si España es un reino o una república bananera. Una cosa es lo que diga la Constitución y otra muy distinta la realidad de lo que a diario estamos presenciando.