Gran parte de la controversia sobre las centrales hidroeléctricas en los países tropicales gira en torno a las repercusiones que la construcción de represas y las inundaciones tendrán sobre la población y el medio ambiente. ¿Pero qué sucede con lo que los bosques hacen por las represas? Un equipo de científicos estadounidenses y brasileños presenta una perspectiva única sobre la relación entre bosques y energía hidroeléctrica en un artículo recientemente publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences.
El estudiorealizado por Stickler et al. se centra en el polémico complejo hidroeléctrico de Belo Monte, situado en la cuenca del río Xingu de la Amazonia brasileña. A partir de la fecha prevista para su terminación en 2015, Belo Monte será la tercera represa hidroeléctrica más grande del mundo. Su construcción ha sido objeto de protestas locales, nacionales e internacionales, especialmente debido al perjuicio que se prevé para los ecosistemas acuáticos y la población local (incluidos importantes grupos indígenas), además de su cuestionable viabilidad económica. A pesar de la fuerte controversia, el Gobierno brasileño ha seguido adelante con el proyecto; la energía hidroeléctrica es sumamente atractiva, en particular en un país con ríos enormes y donde alrededor del 80% de la electricidad que se consume procede de esta fuente. Se espera que solo Belo Monte suministre el 40% de la creciente demanda energética de Brasil hasta el 2019. Pero ¿qué sucede cuando los bosques, y las precipitaciones que estos generan se toman en cuenta en esos cálculos de producción de energía?
En este estudio, Stickler et al. integran modelos de vegetación, hidrológicos y climáticos a escala local y regional para crear escenarios posibles de generación de energía para Belo Monte relacionados con la cobertura forestal amazónica. La novedad de este estudio es que los autores incluyen en su análisis los posibles efectos indirectos de la deforestación sobre el caudal del río —en concreto, el descenso de las precipitaciones en la región— además de los efectos directos de la menor evapotranspiración cuando los bosques se sustituyen por cultivos y pastos.
La construcción del complejo hidroeléctrico de Belo Monte ha sido objeto de protestas locales, nacionales e internacionales, especialmente debido al perjuicio que se prevé para los ecosistemas acuáticos y la población local. Atossa Soltani/Amazon Watch/Spectral Q.
Sin incluir esos efectos indirectos, podrían haberse quedado solo con una simulación de la deforestación futura en la cuenca del río Xingu (40% para el 2050 en un escenario que sigue las tendencias actuales [‘business-as-usual’]),lo cual incrementaría el caudal del río y la generación de energía en un 10%, apoyando estudios amazónicos previos (Costa et al., 2003; Coe et al., 2009) y el tradicional conocimiento sobre la relación entre clareo del bosque y caudal (Calder, 2005). Al incluir el efecto de la cobertura forestal en las precipitaciones en toda la cuenca del Amazonas, el estudio mostró que los descensos de las precipitaciones asociados a una futura deforestación amazónica de mayor escala probablemente invertirían ese resultado: una menor precipitación en la cuenca del Xingu contrarrestaría el descenso de la evapotranspiración local, a la larga reduciendo el caudal del río y la generación de energía en un 30-36%. Por lo tanto, los bosques en pie de hecho ayudan a asegurar el potencial hidroeléctrico, especialmente en lugares donde la estacionalidad de las precipitaciones es extrema.
Estos hallazgos son clave para los que formulan políticas y para el propio sector hidroeléctrico. Stickler et al. concluyen que, en un escenario de deforestación siguiendo las tendencias de deforestación, Belo Monte solo alcanzaría dos tercios del objetivo de la energía que asegura. Brasil solo podrá cumplir sus promesas de generación energía con Belo Monte si se continúa manteniendo a raya la deforestación en toda la Amazonia. Y esto, según reconoce el autor, sin tener en cuenta la contribución adicional del cambio climático mediante emisiones de gases de efecto invernadero a posibles sequías futuras y estaciones secas más largas en la Amazonia. ¿Sería suficiente esta información para motivar al sector energético a que se convierta en un defensor de la conservación de los bosques?
Este artículo es oportuno, ya que la expansión de la energía hidroeléctrica para satisfacer las necesidades de electricidad se encuentra en los primeros lugares de la agenda de desarrollo de muchos países del trópico y se están invirtiendo miles de millones de dólares en esta fuente de energía. Como los beneficios de energía pueden ser menores de los previstos inicialmente, los autores concluyen que la viabilidad de Belo Monte y proyectos similares como fuentes fiables de energía requieren todavía un análisis crítico, especialmente si se consideran los altos costos que ya soporta la sociedad local. Aunque deben proseguir las medidas para minimizar los costos sociales y ambientales asociados a la construcción de la represa, también debería tenerse en cuenta la dependencia que la energía hidroeléctrica tiene de los bosques. Brasil ha alcanzado reconocimiento internacional por su reducción de la deforestación amazónica desde 2005. Este artículo aporta pruebas convincentes de que sus esperanzas de seguridad energética nacional mediante la energía hidroeléctrica dependen de seguir esta tendencia.
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Fuente: blog.cifor.org