Putin era responsable de los servicios de inteligencia de la URSS cuando se puso en marcha el nuevo sistema político de Rusia. No nos extrañemos de que un régimen autocrático militar como es Egipto se debata en manos de estas mismas oligarquías en contra del despertar clamoroso de su ciudadanía.
Los regímenes de Túnez, Egipto, Arabia Saudí, Pakistán, Irak, Emiratos árabes y tantos otros países dictatoriales no hubieran podido mantenerse sin la ayuda económica y militar de Estados Unidos. El Irán de los ayatolás fue reacción al despótico régimen del Shah, manipulado por Washington e Inglaterra. Que haya derivado hacia una teocracia odiosa no significa que todos los regímenes tiránicos tengan que hacerlo.
Nadie previó el despertar de pueblos del mundo árabe musulmán, gracias a la revolución de los medios de comunicación. Tampoco supimos prever la caída del muro de Berlín sin necesidad de utilizar el arsenal de la costosísima OTAN. Tampoco encontramos en las hemerotecas más que descalificación del régimen gerontocrático de China, “sin futuro alguno”. Entre nosotros, es popular el dicho “se le engaña como a un chino”. Y China ha despertado hasta llegar a ser la segunda potencia económica mundial.
Todo esto sucedió, a pesar de haber vivido la peripecia de Gorbachov en la disolución de la URRS y la transformación de Deng Xiao Ping en China. “Gato blanco, gato negro, lo que importa es que cace ratones”, “La riqueza es buena”.
Hasta hace poco, países de Iberoamérica eran tratadas como “repúblicas bananeras”, dictaduras militares o cleptocracias sostenidas por Estados Unidos que los consideraba “su patio de atrás”, o “nuestros hijos de puta”. Desde el Brasil de los generales y de los oligarcas al de Lula y sus sucesores, va un abismo. Excepto la anacrónica Cuba y la delirante Venezuela de Chávez, los modos democráticos han avanzado en todos los países.
Los “milagros económico japonés y alemán”, fueron posibles porque durante más de cuarenta años tuvieron prohibidos los ejércitos e invirtieron esos recursos en investigación, tecnología, desarrollo, educación, sanidad. Sin contar con la ayuda económica y tecnológica de Estados Unidos. En Japón no inventaron nada importante; adaptaron lo conseguido por otros países, produciéndolo más rápido, barato y pequeño.
Otro país emergente es India, llamada a ser el gran protagonista, junto a EE UU y China, del siglo XXI. Con más de mil millones de habitantes presenta fragilidades económicas, sociales y educativas. China va por delante en educación: el 91% de su población sabe leer y escribir. En India, el 61%.
La renta per cápita india es la mitad de la china. Un tercio de los indios son pobres. Pero la juventud de la población india es superior a la de China, en donde la política del hijo único ayudó a controlar la explosión demográfica y permitió arrancar más de 300 millones de chinos del hambre. Pero China tiene 60 millones de hombres más que de mujeres. En una década, tendrá buena parte de su población envejecida que pesará en sus pensiones, sanidad y dependencia. En India, funciona el desarrollo acelerado de una parte de la población que ayudará a incrementar alimentos, educación y puestos de trabajo. Si en China fue “un país dos sistemas”, en India puede darse “otro país, dos velocidades.”
La economía india ha crecido a más del 8% anual, lo que ha animado el comercio y la inversión. Obama apoyó que India pase a ser miembro permanente del Consejo de Seguridad, así como Gran Bretaña, Francia, Rusia y China, los cinco miembros permanentes, cuando visitaron India en noviembre.
El primer ministro chino, Wen, firmó un pacto de cooperación estratégica mientras el primer ministro indio declaraba «India y China pueden remodelar el mundo juntas». Hay quien habla de una “Chindia” económica en un mundo tripolar, basado en Estados Unidos, China e India, a mediados de este siglo.
La población india es cuatro veces mayor que la de Estados Unidos y en 2025 puede superar a la china. Ocupará el tercer lugar del mundo por su producto nacional.
India tiene una clase media en ascenso de varios centenares de millones de personas y el inglés es una lengua oficial, hablada por millones de habitantes. El sector indio de la informática desempeña un importante papel mundial. India cuenta con una democracia asentada y tiene una diáspora influyente. Pero el 91% de los chinos sabe leer y escribir y el 43% son urbanos, mientras que en India sean sólo el 61% y el 29%, respectivamente aunque India produce el doble de ingenieros y licenciados en informática que Estados Unidos.
China, Rusia, Brasil, India, pronto Sudáfrica, ¿por qué no saludar el resurgimiento de los pueblos árabes musulmanes a recuperar sus valores y formar parte de un mundo nuevo y distinto, regido por la Declaración de Derechos Universales? Quizá estemos ante el 1989 de los árabes, como sugiere T. Garton Ash.
Profesor Emérito de la Universidad Complutense de Madrid (UCM). Director del CCS