¡Qué escandalera! Abrió la boca el Rey, parió un ratón y estalló el tiroteo. ¿Qué dijo? Pues lo que siempre dice: nada. Vaguedades y tópicos, palmas, palmitas, higos y castañitas. ¿No podría añadir el escribano de sus discursos un poco de sal y pimienta, unos tropezones, algo tangible, original y, sobre todo, personal para dar consistencia al guiso? Flaco favor hace ese quídam al monarca y peor aún es el que a sí mismos se hacen quienes tanto gritan sin atreverse a decir que el Rey, en esta ocasión, como en la de sus peroratas de Nochebuena, lleva el traje con el que vino al mundo. ¿Qué esperaban? ¿Que dijese lo contrario de lo que ha dicho? Imagínenlo… ¡Los exhorto, señores, a insultarse, a seguir como hasta ahora, a no arrimar el hombro, a no tirar del carro todos a una! Eso sí que justificaría los aspavientos de los políticos, la batahola de los columnistas y la admiración del vulgo. ¿Pacto de Estado? Utopía manifiesta. Ese compadreo requeriría la suma de una ristra de ingredientes tan ilusorios como las ensoñaciones de Antoñita la Fantástica. ¿Existe, por ventura, una receta eficaz, objetiva e indiscutible para salir de la crisis? A la vista está que nadie la tiene, ni aquí ni fuera de aquí. ¿Cómo van a firmar acuerdos quienes son partidarios de subir la presión fiscal, mantener los gastos sociales, elevar el déficit, descartar la reforma del mercado de trabajo y optar por el trágala de la ideología frente a la evidencia de la tozuda realidad con quienes proponen justamente lo contrario? ¿Para qué serviría y cuánto duraría ese pacto contra natura? ¿Acaso no dispone el gobierno de mecanismos de mando y apoyos en las Cortes suficientes para tomar medidas sin necesidad de que la oposición le ofrezca una ayuda que sería mero brindis al sol? ¿Y, por último, va a ser tan tonto Rajoy como para aceptar un abrazo del oso en el que no tiene nada qué ganar y sí mucho que perder? La responsabilidad de la crisis y su costo electoral, que hoy por hoy incumbe y afecta sólo a Zapatero, caería también entonces, al cincuenta por ciento, sobre sus frágiles hombros de gallego que no sube ni baja la escalera. Doy, claro está, por seguro que tenemos crisis para rato. Nada va a mejorar antes de 2012 o del momento en que el clamor de los ciudadanos obligue a la Moncloa a disolver las cámaras. Gobierne, mientras tanto, el gobierno con firmeza y opóngase, sin pastelear, la oposición. No es sólo el Rey quien va desnudo.
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Sobre el Autor
Jordi Sierra Marquez
Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.