Existen por lo menos 9 principios fundamentales que todo sindicato y sindicalista deben respetar: libre, independiente, democrático, participativo, unitario, responsable, realista, solidario. Una vez definidos, podemos observar que en el caso de España es urgente reformular el sindicalismo, siendo obvio que este, se encuentra atrapado por la lógica industrial en una sociedad cada vez más post industrial y que los sindicatos deberán enfrentarse a una profunda revisión de su misión, su visión y su percepción pública y social. Ellos mismos detectan algunos de los síntomas de sus urgencias más evidentes: la imagen de una organización anclada en el pasado, con escasos recursos y poco innovadora. Una capacidad de movilización reducida, una disminución de la simpatía y el rechazo a las formas de protesta que invaden el espacio público (manifestaciones, cortes, encierros, bloqueos, huelgas). Un liderazgo sindical clásico, especialmente la figura del delegado del comité de empresa, ampliamente cuestionado y con una imagen controvertida y devaluada asociada, demasiadas veces, a la acomodación y al aprovechamiento en beneficio propio.
España es un país con bajo nivel de afiliación sindical, en el que hay tres grupos de trabajadores: los funcionarios, los trabajadores de grandes empresas y el resto. Pero curiosamente los grandes problemas laborales se dan en la parte laboral menos cuidada por los sindicatos. Los trabajadores de las PYMES. Con menos derechos, más precariedad, más movilidad, menos sueldos, menos formación, más número de trabajadores.
Queridos sindicatos, hay que cambiar, mucho y rápido pues la sociedad os necesita tanto, como modificaciones tenéis que hacer en vuestra forma de trabajar. Por cierto, la culpa es de todos nosotros. Los sindicatos están abiertos a todos y si sus dirigentes son como son, es por culpa de que los afiliados actuales o futuros no saben o no quieren elegir a otros distintos. Si tuvieran 4 millones de afiliados más tendrían a otros dirigentes. Sin duda, pues son elegidos por los militantes, de abajo arriba.
La renovación sindical pasa por ampliar sus bases y su influencia social. Y, seguramente, por un nuevo modelo de acción que prime la negociación y la propuesta, antes que el conflicto. Para ello harán falta líderes más analistas, reflexivos, proposititos y menos dogmáticos, demagogos y populistas, que participen en el proyecto empresarial, con otra formación y con capacidad para asumir responsabilidades.
Ni que decir tiene que las fuerzas sindicales de nuestro país se han beneficiado de un espectacular incremento de los recursos públicos desde que José Luís Rodríguez Zapatero llegó al poder. Desde 2005, las ayudas directas concedidas por el Gobierno para la actividad sindical de CCOO y UGT se han incrementado en un 50%, en la mayoría de las Comunidades Autónomas no se quedan atrás. Por el contrario, los trabajadores ante las posibilidades que tienen, sólo un 8% elige acudir al sindicato para arreglar la situación, las opciones más utilizadas por los trabajadores españoles ante un problema laboral son la de asesorarse con un abogado, acudir al INEM o preguntar en la misma empresa.
En España, el segundo país con menor afiliación, el crecimiento es muy limitado. Las explicaciones de este bajo nivel de vínculo sindical están relacionadas con la indiferencia en la aplicación de los contenidos de los convenios colectivos (son de aplicación general, con independencia de la afiliación o no), con la preponderancia de la figura de los Comités de Empresa en las medianas y grandes empresas, la inhibición que supone el posible riesgo por el elevado número de contratados temporales y la ausencia de participación de los sindicatos en la gestión de las políticas de protección social, respecto de otros países europeos.
Los retos que tiene el sindicalismo hoy se pueden resumir básicamente en dos. Por un lado, crear los lazos entre el sindicalismo y esta nueva clase trabajadora precaria que está necesitada como nunca de organización sindical. Y en segundo lugar, y que depende en gran parte de lo primero extender un sindicalismo de base y empezar a romper en algunas luchas con la sumisión de la cúpulas de CCOO y UGT. Es decir, reformar los sindicatos y adaptarlos a los 9 principios básicos expuestos al principio.
Pablo Ansede Espiñeria. http://www.xente.mundo-r.com/ansede/