Más de 50.000 españoles han dejado su país en busca de una oportunidad laboral en los primeros nueve meses del año pasado. Con más de cinco millones de personas sin empleo, España es el país con más paro de la Unión Europea y el que más trabajo ha destruido desde que empezó la crisis. La alta cualificación de muchos jóvenes, las oportunidades que ofrecen otros países y esa crisis nacional han llevado a miles de españoles a hacer las maletas y ponerse rumbo al extranjero.
Desde que comenzó la crisis en 2008, más de 300.000 españoles han dejado su país en busca de trabajo. Y la tendencia es que siga creciendo. Según el Censo Electoral de Españoles Residentes en el Exterior (CERA), ya hay más de un millón y medio de españoles que viven fuera del país. El perfil del “emigrante” español, según este organismo, es el de un joven, hombre o mujer, de entre 25 y 35 años con una alta cualificación y sin cargas familiares. Son jóvenes que han estudiado una carrera universitaria, se han formado, han hecho máster y cursos, se han especializado… pero parece que no es suficiente para encontrar un empleo que se corresponda con su formación.
En Europa, la tasa de desempleo juvenil es muy preocupante y, en España, más. Casi la mitad de las personas que se encuentran en paro son jóvenes. Muchos de ellos, son personas con una alta cualificación profesional que no encuentra su primer empleo y un 43% de los jóvenes que trabajan, lo hacen en empleos requieren una formación inferior de la que tienen, según un estudio realizado por el Instituto Internacional de Estudios sobre la Familia. Aunque tampoco hay que olvidar que 900.000 jóvenes de entre 21 y 30 años que no encuentran empleo en España no pueden reincorporarse al mercado de trabajo porque tienen una insuficiente formación. Jóvenes que, atraídos por el “boom” inmobiliario de los primeros años del siglo XXI, dejaron sus estudios.
Los países europeos, con Alemania, Reino Unido y Noruega a la cabeza son los países elegidos por los españoles para buscar un futuro profesional. Pero muchos ya también eligen los países latinoamericanos para irse a trabajar y países como Argentina, Cuba o Ecuador han duplicado su población de origen español. Estados Unidos es otro de los destinos preferidos por los españoles. Boston, Nueva York, Chicago, San Francisco… son lugares en los que los jóvenes tratan de ganarse la vida.
Ingenieros, arquitectos, enfermeras… se marchan a otros países en los que pueden desarrollar sus conocimientos en mejores condiciones que en España. Este fenómeno preocupa y se le empieza a considerar una “fuga de cerebros” como el de algunos países empobrecidos del Sur. El país invierte en formar a los jóvenes y aquellos más preparados eligen otros destinos para desarrollar su actividad, con lo que el país inversor pierde todo lo invertido. El que los jóvenes de un país se vean obligados a emigrar para poder ganarse la vida es un problema a medio y largo plazo. Las personas más válidas y mejor formadas se marchan y con ellos las oportunidades de que el país prospere, innove y cambie su modelo de producción.
También hay que pensar mucho la decisión. Irse al extranjero es duro y no siempre todo es tan bonito como se empeña cada semana en demostrarnos el programa de Televisión Española, Españoles por el mundo. Aquí, siempre los españoles tienen buenos trabajos, unas casas estupendas, hijos, amigos… Los especialistas explican que es necesario reflexionar la decisión de emigrar y planificar y preparar el desembarco en un nuevo país, con diferentes costumbres y formas de ver el mundo.
España está perdiendo la generación mejor formada de la historia y la oportunidad de aprovechar todo este conocimiento y fuerza de trabajo. La realidad, sin embargo, va en el camino contrario. Precariedad en el empleo, falta de innovación y de motivación de los trabajadores.
Ana Muñoz Álvarez
Periodista