Una vez más comprobamos que la infelicidad se ha convertido en una fructífera fuente de beneficios, referido en esta ocasión al aumento de rupturas matrimoniales. Según datos de INE, los divorcios en España siguen creciendo, por cada cuatro matrimonios nuevos se rompen tres. Concretamente, en el pasado 2013, se alcanzó la cifra más elevada de los últimos cinco años. Tales datos están demostrando que la institución matrimonial, con independencia de la forma elegida, civil o eclesiástico, se está deteriorando, concentrándose el más alto porcentaje en la franja comprendida entre los 40 y 49 años. Cuando se comenta este fenómeno social, normalmente siempre se recurre a los típicos tópicos de «como han cambiado los tiempos» o, “si nuestros padres levantaran la cabeza..”, “la juventud ya soporta muy poco”, etc. que nada aportan y menos descubren, dado que no son los tiempos quienes modifican los comportamientos sino las personas.
Cada mañana, nada más despertar, son muchos los ciudadanos y ciudadanas que comienzan a reflexionar sobre las amarguras y monotonías que les deparará el nuevo día. Obviamente y en el más triste de los silencios están asumiendo que sus matrimonios son un fracaso, y lo que se impone, agotados todos los intentos de reconciliación, es plantearse la separación o el divorcio, poner fin a su desastrosa relación y concederse otra oportunidad en la vida.
Antiguamente, para averiguar porque se producían situaciones como la comentada no había más remedio que acudir a los oráculos, comprarse un diccionario-enciclopedia o visitar la biblioteca mejor documentada de la ciudad. En nuestros días, tan complejas y existenciales dudas se solventan sin moverse de casa, con un simple ordenador portátil, consultando al Padre Google y tecleando dos o tres preguntas como: motivos de divorcio de los españoles, datos estadísticos de los últimos 10 años y, como encontrar la pareja ideal. El resultado proporciona tal volumen de documentación rayano en el aburrimiento.
Remontándonos a las décadas de los años 60-70 del siglo anterior, para empezar, no existía ley de divorcio abolida la de la República por el general Franco al finalizar la guerra civil. En aquella época, los matrimonios mal avenidos, debían esperar al fallecimiento de uno de los cónyuges para poder contraer segundas nupcias, y todo ello tras haber observado un riguroso luto, que en el caso de las mujeres, pasaba a una segunda fase llamada “de alivio”, consistente en combinar el color negro con otras prendas de tonos grises y discretos. Finalizados ambos periodos, la viuda comenzaba a salir con las amigas, y ocasionalmente con algún caballero, obviamente también viudo o soltero, que tras un prolongado noviazgo podía concluir en boda. Aún así, inevitablemente, entre los matrimonios de bien y amigas se criticaban duramente estas segundas uniones.
Superada esa negra e hipócrita época española, como siempre ocurre, pasamos a convertirnos en unos de los países más avanzados, legislando y admitiendo los matrimonios (no uniones) entre homosexuales, lesbianas, adopciones y toda la parafernalia con la mayor naturalidad. Actualmente, contando con la indispensable colaboración de Internet, se está demostrando que separaciones y divorcios, se han convertido en un floreciente negocio para la “red de redes”. Evolución social y promesas de reconquistar la felicidad han generado la creación de múltiples páginas web, especializadas en el celestinaje cibernético, garantizando una segunda oportunidad con éxito por un módico precio. Para empezar, defienden que un matrimonio roto no es el fin del mundo. De ahí la proliferación de gabinetes, consultorios, webs de encuentros y contactos, que están creciendo como setas.
La sociedad ya no contempla el divorcio como un desastre para toda la vida. La evolución es una realidad. El culto al cuerpo, la práctica del deporte, los tratamientos, etc, están demostrando, que ingentes cantidades de mujeres con cuarenta y tantos años, presentan un estado físico que nada tiene que ver con su edad real. Normalmente ambos sexos, tras un breve espacio de tiempo, están dispuestas a recuperar las relaciones íntimas, que en ocasiones no pasan de un placentero revolcón, que sirve para reforzar su ego y ratificar su atractivo. Es normal que al principio se generen ciertas angustias, nervios e inseguridades que desaparecen transcurrido cierto plazo de tiempo sin más problemas. Lo realmente cruel es cuando comenzamos a creernos nuestras propias mentiras y a fingirlo todo: alegrías, satisfacciones, orgasmos. Simular que te diviertes, que duermes bien cuando solo eres capaz de conciliar el sueño a golpe de pastillas y todo ello para presumir de matrimonio modelo y marido enamorado.
Tanto hombres como mujeres, una vez superados los desagradables trámites de un divorcio: reparto de bienes, pensiones, custodia de los hijos, etc. , surge la etapa de reafirmación, para dar paso a la recuperación de la seguridad en los propios encantos y el deseo de establecer nuevas amistades tendentes a otro tipo de relaciones, si bien, dar el primer paso cuando en tu entorno casi todos son casados y aparentemente muy dichosos ,no es tarea fácil, momento en el cual cobran protagonismo las “webs” especializadas y su gran negocio ofreciendo soluciones para todos los casos. La demanda de páginas web para ligar, cada vez más segmentadas no para de crecer. Utilizan diversos captadores de atención como “relaciones serias para mayores de 40 para divorciados, separados o viudos que deseen, bla, bla, bla».
En otros casos, el enfoque de las webs van dirigidos más directamente al sexo ofreciendo contactos con divorciados-as, solteros-as o a personas casadas en busca de encuentros extramatrimoniales. Por el momento, la búsqueda personal de relaciones íntimas a través de Internet parece estar bastante desprestigiada. En un alto porcentaje de lo que se cuentan en las conversaciones previas son burdas mentiras. Quizá ocasionalmente sirvan para mantener un desahogo aislado sin más pretensiones. Tratar de conocer gente interesante en un entorno tan ficticio no es aconsejable. De cualquier manera siempre existen las excepciones y en algunos casos aparecen personas válidas, que suelen detectarse simplemente por el vocabulario empleado. En España continúa frecuentándose con diferencia la asistencia a bares, cafeterías, clubs deportivos y desde hace unos años también a los gimnasios.
Cada vez está más en boga mantener relaciones íntimas con amigos con los cuales no existe compromiso alguno ni nada se espera, con independencia de pasar un buen rato y regalarse placer mutuamente de forma totalmente desinhibida, algo que nadie suele plantearse mientras dura el matrimonio y la relación es normalmente aceptable, o bien, existiendo el deseo no se materializa por respeto a la pareja. Normalmente suele tratarse de personas que defienden su soltería a ultranza, o bien en los casos en que la experiencia matrimonial anterior ha sido tal infierno que ya no les quedaron ganas de volver a intentarlo. Este tipo de relaciones no son fáciles. En efecto los hombres demandan sexo sin compromiso pero a continuación es normal que soliciten cariño, y es entonces cuando comienzan las complicaciones aunque no siempre. En opinión de la gran mayoría, el sexo adulto es mucho más completo y gratificante, de ahí el que muchas mujeres reconozcan que a partir de los cuarenta encontraron sus mejores momentos a la hora de mantener sexo.