Newt Gingrich es autor de más de una docena de libros. «To Save America: Stopping Obama’s Secular-Socialist Machine» [Regnery Press (2010)], 356 ps., es el más reciente de ellos. Le gusta escribir acerca de religión, ética y política; pero sus visiones en torno a las tres cosas no alcanzan el rango de teorías o de un pensamiento crítico y objetivo; porque lo que él mejor es —no es ni profesor universitario ni historiador o novelista histórico, pese a su M.A. (1968) y Ph.D. en Historia Moderna de Europa, concedido por la Tulane University New Orleans).
El es un político. Fue el Portavoz de la Mayoría en la Cámara de Representantes de 1995 a 1999. Y maniobrando, entre políticos, es excelente. Fue re-electo diez veces y entre la minoría republicana en el Congreso, en 1989, parecía el más listo, todavía con «buena fe», subjetivamente dicho, y se convirtió en el Látigo de la Minoría cameral («Minority Whip») en 1989, eventualmente desplazando al temible Dick Cheney.
Mas Newt Gingrich, como distintivo común a la gente de su Partido (el del elefante azul, Republicano), a su liderazgo y a la muchedumbre sectaria que le sigue y se encanta con el tipo de proselitismo suyo, está que sea un exagerado. Es gente que no distingue grises y que todo lo plantea, en términos de opuestos irreconciliables. Blanco y negro. Rojo o azul. Esto de por sí es el indicio de muy poca inteligencia y virtud; gente que ama los estereotipos y lleva las primeras impresiones a extremos peligrosos. Observo esta constante en todos sus libros y este pichón de redentor que es Gingrich y que hoy presenta su «To Save America: Stopping Obama’s Secular-Socialist Machine», lo que trae al mercado literario o de los libros sobre política interna de los EE.UU. es otra de sus charlatanadas, llena de exageraciones.
«América se enfrenta a una mortal amenaza», comenza. «Si no actuamos ahora, Nuestra Gran Nación no existirá más». Esto me recuerda el catastrofismo de los años ’20. Un día como hoy, pero el 12 de mayo 1922, los sociólogos ya se planteaban una situación provocada por el auge de la radiofonía, y un día se planteó en una revista, titulada «Radio Broadcast», cómo se perdía el interés serio por el examen de ideas y comenzaba la credulidad. La radiofonía programa sus rebaños acríticos, audiencias cautivas; a veces por la música; otras. por los discursos religiosos en la comodidad de un hogar. A partir de esa invención, sólo hay que creer lo que se diga por la radio y no hay que buscar más: «The rate of increase in the number who spend at least part of an evening listening to radio is almost incomprehensible».
Y la verdad es que, a partir de esos años ’20, los grandes demagogos buscan la radio como un arma; pero, en la radio estadounidense, el enemigo es la izquierda, el ateo, el socialismo, y lo mismo habría que decir de la TV. Nunca se explotó el recurso para decir a la sociedad racista, xenofóbica, clasista y tribal de los EE.UU., que un negro no disfrutaba de plenitud de sus derechos políticos y de oportunidades. La radio y la TV estadounidense nacieron para la propaganda y el estatus quo. Educar para la mansedumbre y la alienación. Invocando estas seguridades en que el pueblo se ha perpetuado dócil, estos velos de nostalgia que parecen sacados de los ’20, N. Gingrich sigue en su cantaleta quejumbrosa de que los estadounidenses están sacrificado los «Valores Conservadores» en aras de «soluciones rápidas» («easy answers») y, desde que está en política, él le echa la culpa a los dirigentes demócratas. Primero, fue Bill Clinton. Ahora es
«el más liberal de los presidentes electos» («the most liberal president ever») y ese es Barack Obama. Por eso, según él, es que Norteamérica está en riesgo.
Y él, experto en alarmismo, describe la escena con imágenes de los ’20 y los ’30: «Esta maquinaria socialista secular representa una amenaza contra América tan mortal como la que supuso la Alemania Nazi o la Unión Soviética… Está activando trabajando para destruir el conjunto de valores, creencias y actitudes y reemplazarlas por las suyas… Esta Maquinaria Socialista Secular —a corrupta bureaucracia que utiliza la manipulación, el soborno y la deshonestidad para amainar la voluntad de la gente y destruir los valores centrales de Norte América».
Al explicar los resultados, sin insinuar en lo mínimo la responsabilidad de su partido en ésto (ya que no es un libro objetivo, sino una diatraba partidarista), alega que encuentra: «Una América en la dependencia, con crecimiento bajo, y en el control del gobierno. Una América que está a la par con Europa y rezagada ante países como China e India. Una América forrzada a seguir—no a dirigir… […] La mayoría conservadora masiva del porvenirse recentrará decisivamente por primera vez después de 70 años y no habría sido posible sin la Maquinaria de Pelosi-Reid-Obama, que ha convencido el país en una la elección entre el radicalismo o el conservatismo. Derrotar a los radicales será colocar al; país en el camino correcto».
Newt Gingrich escribe como si fuese una blanca paloma en un partido de santurrones lleno de buena voluntad y no se entera de que su partido es, históricamente, uno de los más corruptos y verdaderamente antipatrióticos; pero, él es un asesor político de más de lo msmo. Y cuando su libro se promociona como un conjunto de «estrategias concretas para desmantelar la maquinaria y reemplazarla con políticas e instituciones que funcionen», «reemplazar, no reformar» los sistemas de gobiernos rotos, como solución para salvar a Norteamérica, uno se da cuenta que es bazofia, porque para salvar a Norteamérica lo primero que tiene desaparecer es su Partido y la mentalidad que lo dirige y sustenta.
Eso se da mencionar a cada paso a los Padres Fundadores («This is not the nation our Founding Fathers envisioned»), es pura retórica «passé». Una pose dogmática como si aquellos patriotas de los albores nacionales fuesen Autoridades ex-cathedra, que lo supieron todo, que adivinan en el proceso del tiempo, todo lo que habría por porvenir para una nación que dejó de ser ya de «patricios aristocráticos», esclavistas, mata-indios, segregacionistas, ku-klux-klanes y que para reconocer la libertad de sus negros tuvo enfracasrse en una guerra civil fratricida. Sacar autoridad moral y jurídica de aquellos Padres Fundadores es como tratar de sacar papas sanas de un saco de papas pudridas por más de un siglo. («Ubíquense, señores conservadores»).
En este libro, no hay ninguna intención de tratar con seriedad temas como los siguientes: (1) ¿Cómo evitar que las corporaciones contaminadoras («corporate polluters») no lucren a expensas del medio-ambiente, mientras los EE.UU. reconoce la necesidad de buscar fuentes alternaticas de energía, e inclusive su llamada «independencia petrolera», porque hay que recordar que su «Contrato con América» (que dio a Gringrich alguna notoriedad en 1994), terminó siendo criticado hasta por grupos conservadores ambientales como los cabilderos de Sierra Club como una puerta abierta a desastres y la publicación «Mother Jones», como la táctica del Caballo de Troya.
(2) Es bueno que un país se plantée si está gastando más de lo que puede («spending more than we can afford»), otra cosa distinguir si el uso que Obama hace de los recursos, en medio de la crisis heredada del despilfarro en sus guerras impopopulares y costosas de la administración de Bush, se justifica. La respuesta que Gingrich da al «massive stimulus bill» y el igualmente costoso plan de salud, no convence y Norteamérica, especialmente el sector beneficiado, que es el más pobre, no lo considera «una dirección socialista», a cargo de un presidente radical. «¿Amargamente opuesto por la mayoría de los estadounidenses?» No. Amargamente, admitido y aprobado, por los políticos de centro-derecha y repudiado por los extremistas conservadores. Hay diferencias en las terminologías y las grandes aseguradoras privadas, que han lucrado con la salud de 40 millones de norteamericanos, perdieron esa batalla
(3) Gingrich habla contra la Administración Obama como una que conspira contra la libre empresa, la fe, la libertad personal, oponiéndose a los estadodunidenses. Todas esas frases contruídas en abstracción son demonizaciones retóricas de conceptos tales como secularismo, contro estatal y burocracia —pero, gústenos o no, esa son las herramientas del gobierno. Eso es lo que dice la Constitución, esa que invoca tanto y pareciera que no la ha leído bien. El, como ciudadano, tiene su religión y nadie le prohíbe que vaya a la iglesia y adore como se le pegue la gana. Mas si, por razón de la Constitución que separa el Estado y la Iglesia, se siente mal, no culpe a líderes que le recuerdan lo que la Constitución establece. Si la vida pública es el gobierno, o la escuela pública o espacios donde se tenga otras creencias, sea respetuoso y tolerante. Entienda; de modo que esa queja «some of our most powerful leaders seek to banish religion from
public life», es bluff, patraña. De eso ya no hay que hablar. La Constitución dijo como debe ser para que no se forjen tormentas en vaso de agua en un país donde hay de todo, secularistas y creyentes.
(4) Mucho que discursa y elucida Newt Gingrich sobre la codicia del poder dentro de la Ia Maquinaria socialista-secular, construída por la Izquierda. Bobadas; yo busco la izquierda en los EE.UU. y no hay ninguna izquierda. La Derecha ha sembrado tanto miedo y tanta persecusión que en los EE.UU. no hay izquierda. De hecho, hace falta para que se acabe tanta corrupción esas dos alas del bipartidismo estadounidense que sólo un bloque vacilante, erráticos, internamente contradictorio, de gente ilusionada con los fracasos de su capitalismo. Gingrich tiene que volver a las aulas y estudiar teoría política de verdad para que deje ese lenguaje chapucero de poner etiquetas «rojas» y cultivar el miedo en pleno Siglo XXI. Llega al extremo de que su paranoia intelectual, anti-marxistas, la observa «heredada» en los hijos como si fuese una genética. «Our children will inherit a secular, socialist America transformed beyond recognition». Bobadas, señor.
(5) Gringrich hace acusaciones como las siguientes: «The machine uses taxpayer money to pay off its supporters and punish its opponents». La verdadera maquinaria (por lo general, compuesta por los aparatos represivos del Estado, y en éste policías locales, FBI, sherifes, Patrullas Fronterizas, CIA y diversidad de agencias), no persiguen políticos que siempre están laudándolas y buscando dinero para ella, en ambos partidos). Esa es la maquinaria que se lanza contra inmigrantes, jornaleros y gente pobre de este país. A esos politiquillos del Establecimiento, con dinero de los contribuyentes, se los engorda y bendice. Esa Maquinaria de la que Gingrich habla es un invento paranoico de sus frustraciones y ambiciones sectarias. Son frases de aparato, sin sentido. [Que vuelva y escriba esos capítulos como son, o que se limite a lo que le preocupa, «how Republicans can make a comeback in the 2010 mid-term elections, win the 2012 presidential
election»].
(6) El autor escribe sobre una presunta Maquinaria que les cierra a los estadounidenses el proceso legislativo. No sólo en cerrar procesos legislativos se especializa Gingrich; él inclusive, con la rigidez de sus posiciones políticas, paraliza el gobierno enteo. Y eso ocurrió en 1995, con el llamado «Government shutdown», o el llamado «The momentum» de la Rebelión Republicana a finales de 1995 y tempranías de 1996 durante «budget standoff» durante la Admistración de Bill Clinton. El gobierno cerró por falta de fondos debido a que «Gingrich allowed previously approved appropriations to expire on schedule», y luego se mostró inflexible; pero lo que se hace de mala fe y se centra en un ego, a son de terquedades y rabietas «temper tantrums», exponen la verdadera imagen del líder y los motivos de Gingrich, cuando la crisis dell «budget standoff», contribuyeron a la reelección de Clinton ewn Novembre de 1996. Sólo Gingrich cree que los
estadounidenses son tontos cuando votan por Clinton u Obama y le dicen a políticos como él, «toma tu Contrato con América y véndeselo a tu abuelita».
(7) Ahora la cantaleta de Gingrich es que Obama «es el más radical presidente en la historia estadounidense». Hay que cagarse de miedo repite como un canturreo paranoico. Que hay una Maquinaria Socialista Secular. Que el sistema de seguro de salud encaminará a los EE.UU. «hacia el autoritanismo, el totalitarianismo y el fin de la democracia». Esta es la misma mentalidad de estrechos esquemas, en blanco y negro, que se mece entre los extremos de la Derecha Cristiana y el fascismo y que, en 1998, llevara a los republicanos a perder 5 escaños en el Congreso y a él a su renuncia como Portavoz en la Cámara de Representantes. Ese Congreso que en noviembre de 1994 le había dado 54 escaños a los republicanos y el control en la Cámara por primera vez desde 1954.
Pero, en la medida en que esos republicanos sigan asumiendo posiciones como las que Gingrich teoriza él se pone en peligro y se aparta del bloque realmente más inteligentemente centrado de la nación. El Presidente Bush, antes que Obama, se asoció a la Derecha Cristiana y dio al país una de las administraciones más desastrosas y anti-cristianas. Por eso, esas adherencias de Gingrich a Jerry Falwell, o esos llamados a enfatizar los valores de la Cristiandad, tal como lo entiende la Derecha Cristiana, pueden cavar su tumba política. Quien es cristiano en los EE.UU. de corazón entiende sus valores, no necesitan que un politiquero corrupto como Falwell o Gingrich, quien fue autor de «Rediscovering God in America», cuáles son los verdaderos valores. En el fondo, ninguno de ellos dos cree que América está bajo la Gracia de Dios; prefieren que se bajo la gracia de las pistolas, el derecho a armarse y agredir, antes que se nos agreda. (¡Muy
cristianosn estos chicos!
Y Gingrich lo primero que postula es el resentimiento vengativo, porque vivimos en la «Edad del Terror». Y terror con terror se paga… El no cree que interrogar a un prisionero, semi-ahogándolo en una tina de agua, sea tortura. Lo dijo en entrevista para «The Economist»: «Waterboarding is not torture. It’s only George W. Bush’s policy of aggressive national security that kept the US safe». Por ventaha política, cultiva la mentira. Una es cuando dice: «The Obama team is even more pro-terrorist rights and anti-national security than the Clinton team was». Que la Administración Obama y la previa de Clinton son pro-terroristas.
Es anti-inmigrante. El quiere un sistema un sistema de «trabajadores huéspedes»; pero no fronteras abiertas. «Everyone currently working in the United States illegally must return to their home country to apply for the worker visa program. Anything less than requiring those who are here illegally to return home to apply for legal status is amnesty, plain and simple». Su grita de batalla es acomodaticio; siempre y cuando huela propociones del 50% – 60%, en casos en que el líder deba educar para sacar a las mayorías de error e incertidumbre, él educa en la renegatividad y el recrudecimiento de los miedos.
Un ejemplo es la posición de Gingrich con la ley anti-inmgrante aprobada en Arizona. Una encuesta nacional inclina al 61% de los estadounidenses en apoyo, frente al 27% que la repudia. Gingrich, por supuesta, se va con la mayoría publicitaria, frivolizará hasta esquemas de blanco y negro el asunto de eliminar la «ilegalidad en las comuniadades» y sería bueno si lo que llama «ilegalidad» no fuesen familias, con hijos nacidos como estadounidenses, familias trabajadoras, cuyo delito fue no iniciar un trámite, o posponer el asunto de su responsabilidad burocrática por estar y pagar las altas cuotas de su papeleo. Para las mentes autoritarias y legalistas como la de Gingrich, que se llenan la boca con el parloteo de que «EE.UU. es la Sociedad Libre», y omite el gris de que no hay país en el mundo donde los aparatos-represivos-institucionales que él defiende, arrestan, encarcelan y deportan, más personas, sean indocumentados o no, que cualquier
país en cualquier periodo específico del mundo.
Cuando Gingrich dice «Control the border first» / controlemos la frontera primero, no sólo expresa que el asunto de inmigrante ilegal y las reforma justa que los legalice es secundaria, a su juicio, sino que pedirlas es cosas de «élites del ala izquierda». Y ciudadanos como él y ese 61% que se especula, en las encuestas, que apoya el perfil racial y el hostigamiento policíaco ante la sospecha de que pueda ser un inmigrante indocumentado, están cansados de ese tema. Prefieren que, con leyes como las de Arizona, se haga frente a lo que realmente importa en la Edad del Pánico: Control, control, control de frontera. El yankee tiene miedo. Control, control, «the whitemen and its community» se está cagando de miedo cada vez que mira un mexicano o un sospechoso que, por su color de piel y rasgo, parezca un talibán o un combatiente islámico.
Después de esta actitud de paranoico miedo, proyectada en el Pueblo Estadounidense, a través de radio-tv-libros y propaganda, hacen la perfecta acusación. Obama es quien los acusa de que son racistas. La Maquinaria de Obama es los chantajea por no aceptar que se haga una reforma migratoria, profunda; pero, con su manipulación verbal, Gingrich se queja de que «leftwing elites (are) trying to use charges of racism to blackmail us into accepting perpetually unsecured borders and amnesty for millions».
Ninguno de estos libros bajo la firma de Gingrich es serio. Son libros paranoicos. Escritos desde esa fascinación con un Oír, en casa, bien protegido y atrincherado de confort, el mensaje de la voz que viene desde las ondas hertzianas con fascinadas ideas de una «Era del Pánico». De modo que: «Vienen los marcianos, vienen los osos de Siberia, el Peligro Rojo, la Plaga, los Espías, los Nazis, Pancho Villa, La Mano Negra eslava, los anarquistas».
Estos parecen contenidos, no remotos, de un político obsesivo, superficial y temperanmental, que se pasa teorizando redenciones y escapándose de la necesidad de análisis serios sobre la realidad estadounidense. El quiere sólo, para masturbarse intelectual e imaginativamente, un Adversario a quien vencer. Ese enemigo ha de ser Obama / El Obamunista / el Musulnán Rojo / y alrededor de él puede construir toda una parafernalia con diatrabas, leit-motifs y caricaturescas animadversiones. Sin embargo, la realidad es otra. El es quien escapa y ve y oye sólo lo que le conviene. Lo que no ve ni oye, por omisión voluntaria, es en virtud de su gran habilidad para la mentira y la tergiversación… y pensar que un hombre como éste, se especula, que desea ser Presidente, pues asegura que es un millón de veces más prudente y educado que Sarah Palin…