EL CRISOL – Pascual Mogica Costa
En un principio tenía tres títulos para encabezar estas reflexiones mías sobre la odisea de Esperanza Aguirre en Bombay. El primero era «La Capitana Araña», el segundo «¡Salvar a Aguirre!» y el tercero «¡Sálvese quien pueda!». Al final me he decidido por el último. Pero a lo que voy.
Aterrador el relato del vicepresidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, publicado en El País: «Oyeron silbar las balas. Y una explosión». Entonces la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, en un viaje con empresarios, se refugió detrás del mostrador de recepción del hotel Oberoi, donde la delegación madrileña se estaba registrando. «Se tiró al suelo. Con ella el alcalde de Majadahonda, Narciso de Foxá». Ella y Foxá lograron escapar hacia las cocinas. «Encontraron una puerta de salida y se refugiaron en un edificio cercano. Allí les rescató un coche, pero cuando trataron de huir al aeropuerto se encontraron con las carreteras cortadas». El ministro, Alfredo Pérez Rubalcaba, les ofreció un avión, en el que viajó rumbo a Madrid acompañada de tres de los cuatro colaboradores que iban con ella. «Han tenido una suerte espectacular, todos, gracias a Dios». Hasta aquí el relato. Bueno, yo pienso que no todos tuvieron suerte, el resto de la delegación, incluidos los empresarios, se quedaron allí, en medio de todo el «fregado». La conclusión que yo saco de este relato es que cuando empezaron los tiros y los bombazos, Esperanza Aguirre echó a correr y no paró hasta llegar a Madrid. Tanto corrió que hasta perdió un zapato. Su gran sentido de la responsabilidad por su condición de presidenta de una Estado autonómico le llevó al punto de tener que ponerse a salvo dejando a los demás inmersos en aquella terrible y trágica situación. Pero no podía exponerse a sufrir cualquier contratiempo serio y crear un vacío de poder en la Comunidad de Madrid. Además dio un gran ejemplo de lo que debe ser el respeto a las normas establecidas y una de esas normas dice que: «Las mujeres y los niños primero».
Pero todo esto me lleva al punto de reflexionar y plantearme las siguientes preguntas: ¿Dónde y en que momento perdió el zapato la presidenta? ¿Tenían previsto un plan de escape en el caso de que se diera algún atentado? ¿Tenían previsto huir por la cocina del hotel hasta llegar a un edificio cercano donde les recogió un coche? ¿Fue una casualidad o también tenían previsto lo del coche? ¿Por qué intrincadas callejuelas, al estar cortadas las carreteras, consiguieron llegar al aeropuerto? El avión en el que lograron salir de Bombay ¿era el mismo que les había traído desde Madrid y aún estaba allí? ¿Cómo consiguió Esperanza Aguirre llegar al avión y los demás miembros de la delegación no? Ahí se demuestra lo lista que es Esperanza Aguirre. Gallardón y Rajoy lo saben muy bien. Esto parece una novela de «suspense».
En fin, son reflexiones y preguntas que yo me hago. Espero haber acertado con el titular.