Santiago Carrillo: Reconciliación nacional y política exterior soviética. Del mito de Gramsci hasta hoy
La Revolución rusa rompió la unidad de la socialdemocracia al establecer que en la época del imperialismo la vía para la conquista del Poder político por el proletariado e instaurar la dictadura del proletariado no era otra que la lucha armada. Rompía la unidad orgánica al crear la III Internacional Comunista dando así nacimiento a los partidos comunistas, adscritos a los 21 puntos y a la defensa del poder soviético ruso, de la URSS. Estos partidos surgían vinculados en su existencia al poder soviético ruso. El “Manifiesto Comunista” de 1919, firmado por Lenin, entre otros, presentado como compendio de objetivos que tendría la I.C., afirmaba que los partidos comunistas nacionales debían quedar sometidos totalmente a la autoridad de control de la Internacional.
Rompió, también, la unidad ideológica pues si para los socialdemócratas reunidos en la Conferencia de Berna, febrero de 1919, la lucha por el socialismo se debía dar en la democracia y el parlamento, renunciando a la revolución y a la dictadura del proletariado por la vía pacífica al socialismo, para los bolcheviques y comunistas recién nacidos la conquista del socialismo se alcanzaría mediante “la guerra civil” y debía instaurar la dictadura[1]. Una dictadura proletaria en la que no se reconocían los derechos individuales porque no se reconocía la existencia de individuos como sujetos de derechos, sino la de clases sociales que son las que tienen o carecen de derechos. Así quedo recogido en las constituciones soviéticas y comunistas.
Los tiempos de la I.C. eran los tiempos del imperialismo cuyos intereses antagónicos marcaban el escenario en el que el proletariado debería enfrentarse al capitalismo imperialista. En este escenario se tenía que elaborar la táctica y estrategia para conquistar el Poder. Es en él en el que Gramsci nace a la vida política, rompiendo con la socialdemocracia y vinculándose a Lenin y la III Internacional Comunista en cuerpo y alma, porque Gramsci, junto con Togliatti, pertenecía a la facción de los comunistas puros, partidarios de la aceptación total de los 21 puntos de la Internacional. Internacional que establece las formas de lucha, las alianzas, tácticas y estrategias que “todos” los partidos comunistas tienen que acatar como propias: la lucha parlamentaria como una vía para la lucha final, la alianza del proletariado con los campesinos, la cuestión meridional en términos italianos, la propagación de las ideas comunistas entre la población. Si bien conciben el Estado como un Estado de clase opresor y contempla a la burguesía como un bloque sin establecer distinciones entre sectores burgueses separados por sus diferentes intereses. Limitación que será corregida en 1935 cuando se formule la política de frentes populares que sí que incorporará a la burguesía en un bloque hegemónico contra el fascismo. En ningún caso se renuncia a la guerra para conquistar el Poder, ni a la dictadura del proletariado, ni al “internacionalismo” proletario frente al nacionalismo socialdemócrata.
Entonces, cuál fue la aportación de Gramsci como miembro de la Internacional? Los conceptos de “guerra de posiciones” y “movimientos” no deben llamar a confusión ya que está diciendo lo mismo que Lenin: se trata de marcar los tiempos revolucionarios para conquistar violentamente el Poder, en ninguna circunstancia de una “vía pacífica”. El concepto de “bloque histórico” está contenido en la Internacional y fue aplicado en la política de frentes populares, entendido como una alianza entre proletarios, campesinos y burgueses antifascistas. El concepto de hegemonía entendido en dos direcciones: como difusión de los valores comunistas entre la mayor parte de la población hasta que ésta sea arrancada de la influencia de la hegemonía burguesa y atrapada en la comunista y el de dirección política del bloque histórico por los partidos comunistas, sea más o menos discreta, también está contenido en los congresos de la I.C.
Gramsci era un leninista en la época del imperialismo. Difícilmente podría ser otra cosa siendo comunista, sin embargo, si por su traducción o aplicación de las tácticas de la Internacional a la situación italiana nunca podría ser calificado de “original” sino de aplicar correctamente aquéllas, por su concepción del Estado se alejó de las tesis clásicas marxistas y leninistas pues, y en esto coinciden muchos autores[2], no concibe el Estado como opresor al servicio de la clase dominante, sino como espacio orgánico en el que las diferentes clases y facciones tienen sus propios intereses. Un escenario en el que la hegemonía que tienen unos puede cambiar de manos en función de la capacidad de convicción que tengan los intelectuales orgánicos, en expresión del político italiano, por difundir la cultura comunista entre las demás clases y facciones. Lo que no significa abandono de la lucha armada sino un cambio de hegemonía hasta la lucha final. Algo parecido a la concepción leninista y de la Internacional respecto a la lucha parlamentaria. En cualquier caso, su concepción del Estado no es leninista, pero ¿es suficiente para fundamentar en ella lo que posteriormente sería conocido como “Eurocomunismo”?
Decía que los partidos comunistas fueron creados por los bolcheviques en torno a la IIIª I.C. y es aquí, en el escenario internacional donde hay que situar la evolución o adecuación de estos partidos a la cambiante realidad internacional desde los tiempos de la revolución Rusa hasta hoy. Y, desde luego, la del Partido Comunista de España, PCE. En septiembre de 1947, en respuesta al Plan Marshall y para legitimar la ocupación soviética de los países con los que Moscú formó su bloque en Europa oriental, se reunía la Kominform. Aquí se decidió que el mundo estaba dividió en dos bloques, a pesar de que no existía ni tan siquiera un solo sistema de alianzas occidental ni oriental que pudiera probar esta afirmación. Sin embargo, en su declaración final se afirmaba:
“Así se constituyeron dos bandos: el imperialista y antidemocrático, que tiende a instaurar la dominación mundial del imperialismo norteamericano y aplastar la democracia y un bando democrático y anti-imperialista, que tiene como finalidad esencial la lucha contra el imperialismo, vigorizar la democracia y liquidar los residuos del fascismo. La lucha entre los dos bandos, el imperialista y el anti-imperialista, continúa y se acentúa la crisis general del capitalismo, la debilitación de las fuerzas de éste y la vigorización de las fuerzas socialistas y democráticas.
El bando imperialista, con su principal mentor, Estados Unidos, da muestras de acusada agresividad, lo cual se manifiesta, activamente, en diversas formas: en la adopción de medidas militares y estratégicas, en la expansión económica y en la lucha ideológica.
El Plan Marshall abarca no sólo el aspecto europeo del plan general de la expansión mundial que, por conducto de los Estados Unidos se está efectuando en todo el mundo. El proyecto de esclavitud política y económica de China, Indonesia y Sur América. Los agresores de ayer, los magnates capitalistas de Alemania y el Japón, son entrenados ahora por los Estados Unidos para que sirvan de instrumento de su política imperialista en Europa y Asia.
Las medidas técnicas adoptadas por el bando imperialista revisten forma diversa: se combinan con otras amenazas de empleo de fuerza, chantaje y engaño, medidas políticas y coacción económica, soborno, aprovechamiento de las dificultades internas en los países y la utilización de polémicas para reforzar su posición mediante un disfraz pacífico y liberal, que tiende a engañar a los pueblos poco maduros políticamente.
En esta táctica imperialista, ocupa un puesto importante la utilización de la política traicionera de los socialistas de derechas, tales como: Blum, en Francia; Attlee y Bevin, en Inglaterra; Schumacher, en Alemania; Renner y Scherf, en Austria; Saragat, en Italia…etc. , que sirven para ocultar las tácticas del bandidaje del imperialismo bajo un disfraz democrático y socialista y que, en realidad, son siervos del imperialismo, que ocasiona la desunión en las filas de las clases trabajadoras, envenenando sus espíritus.”[3]
Con esta declaración no solamente se sancionaba la teoría de los dos bloques sino que se confirmó la ruptura brutal entre comunistas y socialistas, calificados éstos de traidores por lacayos del imperialismo. Además se ponía el punto de mira en el principal enemigo de la URSS, los Estados Unidos de Norteamérica. Un año después, el socialista belga, Paul Henry Spaak contestaba a los comunistas desde la Asamblea de la ONU en estos términos:
“Somos partidarios de la democracia liberal, esto es, que creemos – y lo creemos con toda nuestra fuerza y en plenitud de conciencia- en la necesidad de construir una sociedad política que descanse en la libertad de pensar, de escribir, de libre reunión y libre asociación. Queremos naciones libres, un gobierno responsable ante el pueblo, el respeto de la dignidad humana y un Estado que sirva al hombre y no que el hombre esté al servicio del Estado. Y mucho menos, el hombre al servicio de un Partido.
Ese régimen que defendemos tiene ventajas inmensas: permite todos los progresos económicos y sociales. Repudia la intolerancia. Repudia el empleo de la fuerza y el empleo de la violencia. Confía en el buen sentido y en la prudencia del hombre. Reconozco que ese régimen es, indudablemente, el régimen político más difícil de aplicar. Como reconozco, igualmente, los inconvenientes y, quizá, peligros que representa, ya que la libertad de pensar y de escribir alcanza incluso para pensar y escribir errores. Pero para luchar contra los errores, no creemos que haya que acudir a la policía, a los tribunales, al exilio u a otros extremos peores.
A la propaganda que divulga el error, hay que contestar con la propaganda que divulga la verdad. Y justamente porque tenemos plena confianza en el buen sentido y en la prudencia de los hombres, creemos que la propaganda de la verdad acaba triunfando siempre.
Todo esto; ese estado de espíritu en que vivimos nosotros; esos principios que son los nuestros; esas verdades que defendemos nosotros hay que comprenderlas si se quiere juzgar nuestra acción política. Mr. Vichinsky ha hablado mucho de las campañas belicosas a favor de la guerra que, al parecer, existen en los Estados Unidos, en Inglaterra y hasta – no dudando en afirmarlo – en Francia, en Bélgica, en Luxemburgo y en los Países Bajos… ¿Sabéis cuál es la base de nuestra política? Pues es el miedo. Miedo de vosotros. Miedo de vuestro Gobierno. Miedo de vuestra política. Si yo me atrevo a emplear esas expresiones, es porque el miedo que yo evoco no es el miedo de un cobarde. No. No es el miedo de un Ministro que representa a un país que tiembla, a un país que está dispuesto a pedir piedad o a demandar perdón. No. Es el miedo que puede tener, que debe tener todo hombre que se enfrenta con el provenir y considera todo lo que acaso hay todavía de horror, de tragedia y de horribles responsabilidades en ese porvenir.
¿Sabéis por qué tenemos miedo? Tenemos miedo porque vosotros soléis hablar con frecuencia de imperialismo. ¿En qué consiste el imperialismo? ¿Cuál es la definición corriente del imperialismo? Es la de un pueblo – generalmente un gran país- que hace conquistas y aumenta a través del mundo su influencia. ¿ Y cuál es la realidad histórica de estos últimos años? No hay más que un solo país, un gran país, que haya salido de esta guerra acrecentado territorialmente. Ese gran país es Rusia.
Durante la guerra y a causa de ella os habéis anexionado los Países Bálticos. Durante la guerra y a causa de ella habéis cogido un pedazo de Finlandia. Durante la guerra y a causa de ella, os habéis apoderado de un trozo de Polonia. Gracias a vuestra política audaz, audaz y flexible, habéis llegado a ser todopoderosos en Varsovia, en Praga, en Belgrado, en Bucarest y en Sofía. Gracias a esa política vuestra, ocupáis Viena y ocupáis Berlín, sin que nada haga sospechar que estéis dispuestos a marcharos. Gracias a esa política reclamáis ahora vuestro derecho de control en el Ruhr. Vuestro imperio se extiende desde el Mar Negro al Mar Báltico y el Mar Mediterráneo. Queréis llegar hasta los mismos bordes del Rhin: ¡ Y todavía nos preguntáis por qué sentimos inquietud…!¡Vuestra política exterior es hoy más audaz y más ambiciosa que la política que siguieron los zares.
Tenemos también miedo a la política que seguís en esta Asamblea. Tenemos miedo al uso que hacéis, al abuso que hacéis del derecho que se os reconoció en San Francisco: el derecho de veto”[4].
Años después, en junio de 1951, se reconstituía la Internacional Socialista, a la que se adhirió el PSOE. En ella se insistía en los términos de Spaak, calificaba al comunismo de “instrumento de un nuevo imperialismo” y a los Estados Unidos, de “arsenal de la democracia”[5].
Con anterioridad a este acontecimiento y en respuesta a la constitución de la Kominform y a la amenaza de expansión comunista por las democracias occidentales se creaba, en marzo de 1949, la OTAN/NATO. Los socialistas de las democracias europeas la impulsaron desde su concepción, lo mismo que los dirigentes del PSOE, desde el exilio y desde el interior. Prieto, con motivo del discurso de toma de posesión que el Presidente Truman pronunció el 20 de enero de 1949, felicitó, por una parte, a W. Green, presidente de la AFL, por la escisión de la Federación Sindical Mundial, controlada por los comunistas, y por otra a Truman. Le recordaba que Washington había adquirido un compromiso con las democracias y con las fuerzas políticas democráticas, que necesitaban su ayuda para restablecer las libertades. Que con los demócratas españoles tenían una deuda moral, por su actitud no intervencionista durante la guerra civil, que podían depurar si no intervenían, contribuyendo, de esa manera, al aislamiento económico y militar de Franco. Y que de Estados Unidos, por la posición hegemónica que habían alcanzado en el bloque occidental, dependía que en España se restableciesen las libertades[6]. Bevin, cuando viajaba hacia Washington para firmar el Pacto del Atlántico, recibió un telegrama de las ejecutivas del PSOE y la UGT, del exilio, en el que se adherían a dicha Alianza por considerarla una garantía de paz para el mundo y promesa de libertad para los países que, como España, carecían de ella. Le pedían que solicitase a las potencias firmantes que acentuaran su repulsa contra el Régimen y facilitaran la recuperación de la democracia, porque de ello dependía la incorporación de España a la Alianza[7].
El 6 de abril el Comité de enlace, en su primer acto público, se adhería al Pacto del Atlántico. El mismo día, Trifón Gómez y Antonio Pérez, por la Comisión especial, enviaron una nota a los países firmantes de la Alianza comunicándoles que las fuerzas firmantes del Pacto de San Juan de Luz deseaban que España, una vez liberada, se incorporase al Pacto Atlántico, a cuyos fines podría contribuir por su posición geográfica y sus deseos de paz. Saborit caracterizó la Alianza de instrumento de defensa destinado a responder a las agresiones pasadas y a las amenazas presentes del imperialismo soviético[8]. Llopis admitió que, dada la incapacidad de las Naciones Unidas para establecer un sistema de seguridad colectivo, los pactos regionales eran necesarios como respuesta a la situación internacional[9].
Prieto lo calificó de pacto moral por su condición democrática, razón por la cual, Franco no podría ser admitido en él. Y añadió que un sistema defensivo basado en la alianza del Pacto del Atlántico, el Pacto de Río de Janeiro y la Commonwealth impediría la guerra al imponer a la URSS un repliegue sobre sus posiciones defensivas. En esta situación, pensaba que sería posible la distensión y aproximación entre los bloques, con la consecuencia de inutilizar la funcionalidad militar de Franco y, por tanto, su Régimen sería inútil[10]. Saborit declaró que la neutralidad había dejado de ser una garantía para la libertad de las naciones[11]. Hillgrath, ex agregado naval británico, opinaba que aún en el supuesto de que la España franquista fuese admitida en la Alianza, el pueblo español permanecería neutral, en una actitud rechazo por haber sido sometido al aislamiento.[12].
La guerra de Corea estalló en junio de 1950, marcó un antes y un después en la formación de los sistemas de alianzas internacionales y en el aislamiento de la Unión Soviética. Una guerra que se sintió como la precursora de la invasión de Europa occidental por las tropas soviéticas acampadas en los países ocupados del Este europeo. En un momento en el que Moscú disponía de más de 200 divisiones frente a las menos de 30 por parte de los occidentales. Una guerra que se vivió con verdadero pánico por los ciudadanos occidentales. Las consecuencias fueron todo lo contrario de lo esperado por Stalin y sus sucesores porque en respuesta a la amenaza se fueron creando los sistemas de alianzas en torno a la URSS que dejaron a ésta bloqueada y aislada en torno a sus fronteras y las de su bloque.
La O.T.A.N., que no pasaba de ser una alianza defensiva sin un plan militar conjunto y sin dotación militar equiparable a la soviética, se reorganizó al acordar sus miembros establecer en Europa una fuerza de defensa integrada bajo un control y mando centralizados. Además, en 1952 ingresaron Grecia y Turquía y en 1954 Alemania. En 1953 se firmaron los acuerdos hispano-norteamericanos. En el Pacífico se creó en 1954 la SEATO, una alianza Sudoriental integrada por Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Filipinas, Australia, Nueva Zelanda, Pakistán y Tailandia. Quedaba por cerrar el espacio entre estos dos sistemas de alianzas. En 1955 con la creación del Pacto de Bagdad, luego CENTO, integrado por Gran Bretaña, Turquía, Irak, Irán y Pakistán. Ese mismo año, Moscú creaba el Pacto de Varsovia, un gesto innecesario por cuanto los ejércitos de los países del Este estaban sometidos a la disciplina del Ejército Rojo, pero con el que se pretendía reforzar la legitimidad del derecho de ocupación de esos países por Moscú. Con la formación de los dos bloques, la estructura arquitectónica en la que se celebraría la partida de la guerra fría, había quedado construida.
Con la OTAN, reforzada, indirectamente, en su flanco sur por la alianza bilateral de Washington con Madrid, la CENTO y la SEATO se cerró el cinturón en torno a la URSS. Además, el proceso de descolonización había terminado con la presencia de los viejos imperialismos en Asia, a la que se añadirían en 1956 la independencia del Norte de África, excepto Argel y se iniciaba el proceso de descolonización en África. De manera que la arquitectura geopolítica de la sociedad internacional se había transformado radicalmente. En 1955 se reunía la Conferencia de Bandung integrada por antiguas colonias partidarias de la neutralidad, si bien con tres corrientes: una pro soviética, otra pro occidental y una tercera equidistante de los bloques. A este aislamiento internacional se añadió la situación interna en la URSS.
A comienzos de 1952, la prensa británica publicaba un informe sobre la situación económica en la Unión Soviética. Se decía que el Gobierno soviético estaba introduciendo graves medidas de economía en varios gastos gubernamentales. Las manifestaciones hechas durante el debate sobre el presupuesto soviético para 1952 incluía un nuevo aumento de la producción industrial, basada en el aumento de la productividad, desarrollo técnico y nuevo empleo de las fuerzas de producción. Se hizo claro, durante el debate, que la economía soviética estaba sintiendo cada vez más el peso de nuevas cargas impuestas sobre ella. Se decía que nunca antes en la historia soviética se hicieron tantas críticas al fracaso de la puesta en marcha de un plan económico. Se había revelado que importantes fábricas estaban trabajando con déficit, que las organizaciones estaban haciendo reservas innecesarias y que los Ministerios no conseguían poner en práctica las instrucciones del Gobierno para reducir los costos.
Al final del debate se indicó que el Gobierno tomaría tres medidas principales para reducir los malos gastos:
Se hará responsable a los organismos del control financiero, no solamente del descubrimiento de las violaciones de la disciplina financiera, sino de corregirlas.
Importantes reducciones de un importante número de funcionarios del Gobierno y se tomarán medidas para simplificar la maquinaria administrativa.
Se tomarán medidas, aún por detallar, para mejorar el trabajo de las organizaciones comerciales, especialmente en cuanto a la distribución de las materias primas y artículos. Parecía ser que con esta medida se pretendía mejorar la distribución y el transporte.[13]
Podría decirse que estos rumores eran producto de la propaganda anticomunista, si no hubiera sido porque, muerto Stalin, su sucesor, Malenkov, reconoció, en su carta de dimisión de 1955 que, efectivamente, dimitía por razones del fracaso de la situación económica. Recordaremos que dijo lo siguiente:
“Además, me considero obligado a decir, en la presente declaración, que, ahora, cuando el Partido Comunista de la Unión Soviética y los trabajadores de nuestro país concentran esfuerzos especialmente en el más rápido desenvolvimiento de la agricultura, veo particularmente clara mi culpa y responsabilidad por el estado de cosas insatisfactorio que ha surgido en la agricultura, porque durante varios años se me ha confiado la tarea de controlar y orientar la labor de los órganos agrarios centrales y la labor del Partido local y de las organizaciones administrativas en la esfera de la agricultura…
Ahora, como se sabe, por iniciativa y la guía del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética, ha sido elaborado el programa general para vencer el atraso de la agricultura y su más rápido desenvolvimiento. Este programa se basa en el único fundamento correcto: el ulterior desenvolvimiento por todos los medios de la industria pesada y su puesta en práctica es lo único que creará las condiciones necesarias, para un resurgimiento real de la producción de todos los artículos esenciales para el consumo del pueblo”[14].
Coincidiendo con las informaciones londinenses, el día 1 de abril, Stalin contestaba a unas preguntas que le formularon telegráficamente cincuenta directores de periódicos norteamericanos, en las que, por primera vez, se habla de coexistencia pacífica; el texto decía:
“En los momentos actuales, ¿la tercera guerra mundial está más cerca que hace dos o tres años?
No.
¿Sería beneficiosa una reunión entre los jefes de las grandes potencias?
Posiblemente sería beneficiosa.
¿Considera el momento actual oportuno para la unificación de Alemania?
Sí, así lo creo.
¿Sobre qué base es posible la coexistencia del capitalismo y el comunismo?
La pacífica coexistencia del capitalismo y el comunismo es plenamente posible, siempre que haya el deseo de cooperar, la disposición a cumplir las obligaciones que se han asumido, el cumplimiento del principio de igualdad y la no intervención en los asuntos internos de otros Estados”[15].
En este año, el mismo Stalin ha formulado la política de “coexistencia pacífica”, planteada en el XIX Congreso del PCUS, celebrado en noviembre del mismo año y ratificada por Stalin en diciembre del mismo año al redactor diplomático del “New York Times”, James Reston., a quien declaró lo siguiente:
“¿Al comenzar el Año Nuevo y la nueva administración en los Estados Unidos, es su convicción que la Unión Soviética y los Estados Unidos pueden vivir pacíficamente en los próximos años?
Creo que la guerra entre los Estados Unidos y la Unión Soviética no puede ser considerada inevitable y que nuestras dos naciones pueden continuar viviendo en paz.
¿En dónde residen, a juicio de usted, las causas de la actual tensión del mundo?
En todas las partes y en todo aquello en que una acción agresiva de la política de la guerra fría contra la Unión Soviética encuentra su expresión.
¿Estaría usted dispuesto a conversaciones diplomáticas con representantes de la nueva administración de Eisenhower, con vista a la posibilidad de una reunión entre usted mismo y el Presidente electo para disminuir la tensión del mundo?
Considero favorablemente esta sugestión.
¿Cooperaría usted en cualquier nuevo intento destinado a poner fin a la guerra coreana?
Estoy conforme en cooperar, porque la Unión Soviética está interesada en que se termine la guerra de Corea”[16].
Sin embargo, no es hasta después de la muerte de Stalin, 1953, cuando se aprueba esta política en el XX Congreso del PCUS, 1956. Proclamada como de “coexistencia pacífica” y que según la versión oficial recogida en el libro “Historia del Partido Comunista de la Unión Soviética”[17], consistía en lo siguiente:
“El Congreso desarrolló el principio leninista de la coexistencia pacífica de países de diferentes sistemas sociales en consonancia con la presente época, cuando existen dos campos mundiales opuestos. La coexistencia pacífica significa la emulación de los países con distintos sistemas en el terreno de la construcción económica y del desarrollo cultural. En la esfera ideológica se libra entre ellos una intensa lucha.
El marxismo enseña que el socialismo triunfará inevitablemente en todos los países, pero que su victoria no será alcanzada a consecuencia de la “exportación” de la revolución, cosa irrealizable y extraña a la interpretación marxista del proceso histórico, sino como resultado del desarrollo de las contradicciones internas y de los antagonismos de clase en cada país capitalista.
La seguridad de los comunistas en el triunfo del modo socialista de producción en su emulación con el capitalismo se basa en las ventajas decisivas del socialismo sobre el capitalismo.
El XX Congreso del PCUS llegó a la conclusión de que en las condiciones internacionales contemporáneas se han creado posibilidades reales para impedir las guerras. La tesis que proclama la inevitabilidad de las guerras en la época del imperialismo la formuló V.I. Lenin en un tiempo en que, en primer lugar, el capitalismo era un sistema mundial único y omnímodo y, en segundo lugar, las fuerzas sociales y políticas no interesadas en la guerra y que actuaban contra ella eran débiles, estaban insuficientemente organizadas y, a causa de ello, no podían obligar a los imperialistas a renunciar a la guerra.
Claro está que, por cuanto existe el imperialismo, sigue manteniéndose la base económica del surgimiento de las guerras y por eso es preciso que todas las fuerzas de la paz permanezcan vigilantes. Sin embargo, en las nuevas condiciones, cuando se ha formado el poderoso campo del socialismo, cuando crece en todos los países el movimiento de todo el pueblo por la paz y cuando, además, de los países socialistas hay otros Estados adictos a la paz, existen posibilidades reales para impedir que los imperialistas desencadenen una nueva guerra mundial. Pero si, a pesar de ello, intentan iniciarla, hay poderosas fuerzas sociales y políticas que pueden dar una réplica contundente a los agresores, frustrar sus planes aventureros y derrotarlos”.
Y añade…”el XX Congreso del PCUS desarrolló y profundizó la tesis leninista acerca de la diversidad de formas del paso de los distintos países al socialismo y de la posibilidad del desarrollo pacífico de la revolución socialista”.
Más adelante afirma: “Dentro de toda la variedad de las formas concretas del paso al socialismo, una condición imprescindible y decisiva para la feliz edificación del socialismo es el dominio político de la clase obrera, encabezada por el Partido Comunista, o sea, la dictadura del proletariado.
El XX Congreso del PCUS subrayó que el reconocimiento por los comunistas de la posibilidad del paso pacífico al socialismo, incluido el paso mediante la conquista de las instituciones parlamentarias por el proletariado, no se puede confundir con las ideas reformistas, que rechazan la dictadura del proletariado, sustituyen las transformaciones revolucionarias de la sociedad por pequeñas reformas y renuncian en realidad a acabar con el régimen capitalista, a la conquista del Poder político por la clase obrera. Contra los reformistas, como defensores del régimen capitalista, hay que luchar con toda energía”.
Más adelante añade: “El XX Congreso del Partido señaló las líneas principales para cumplir con ritmo acelerado la tarea económica fundamental:
Seguir desarrollando en primer término la industria pesada: la siderurgia, la producción de metales no ferrosos y les industrias petrolera, hullera, química y de maquinaria…
Acelerar el ritmo de incremento de la producción de artículos de consumo popular y aumentar al máximo la de fibras artificiales y sintéticas, plásticos y otras materias sintéticas para la confección de ropa y calzado y la fabricación de artículos de uso doméstico;
Proseguir con igual energía la labor de fomento de la agricultura, pasar en el más corto plazo a la mecanización de toda la producción agropecuaria, aplicar ampliamente los adelantos de la ciencia agrícola y la experiencia de vanguardia, reducir los gastos de trabajo y de recursos materiales por unidad de producción agropecuaria y obtener un radical aumento del rendimiento de todos los cultivos y de la ganadería”. En los años sesenta, los comunistas chinos calificarían de “revisionista” la “coexistencia pacífica” por renunciar a la guerra, incluso a la guerra nuclear.
Se podría decir que ya están formuladas aquí las tesis que años después serán las señas de identificación del “eurocomunismo”:
- Renuncia a la lucha armada para conquistar el Poder o vía pacífica al socialismo.
- La guerra entre las potencias no es inevitable.
- La democracia burguesa es un marco adecuado para cambiar en él la correlación de fuerzas entre clases sociales, con las que se formará el bloque histórico que dará la hegemonía a los valores comunistas.
- La emulación o competitividad entre valores comunistas y democráticos inclinará la balanza a favor de aquéllos.
- Cada partido comunista debe buscar su propia vía al socialismo.
Amparados en este movimiento estratégico moscovita, la dirección del Partido Comunista español reajustó su estrategia sobre España que, gracias a los errores del exilio y a la posterior firma de los pactos con Washington, 1953, había roto su aislamiento. En noviembre de año 1954 se celebraron elecciones municipales. En Madrid surgieron frente a la candidatura falangista otras dos: la independiente que representa a los intereses de la industria y comercio madrileños y la de los monárquicos. Esta estaba integrada por Joaquín Calvo Sotelo, Ignacio Luca de Tena, Manuel Fanjul y Satrústegui. Franco temió que polarizase todos los votos católicos y conservadores no falangistas. Y confió al conde de Mayalde, alcalde de Madrid, el encargo de conseguir que se retirara la candidatura monárquica. Sin embargo la candidatura fue mantenida. A partir de ese momento, la Falange y las autoridades franquistas iniciaron la campaña contra los monárquicos. Se les prohibió los medios propagandísticos, al mismo tiempo que los falangistas los acaparaban todos. Luca de Tena no pudo llegar a utilizar su propio periódico. Poco después, en enero de 1955. En el exterior, el Gobierno norteamericano decidió contener la ayuda económica vinculada a los acuerdos hispano-norteamericanos. El exilio socialista interpretó estos dos acontecimientos como de síntomas de fractura en el Régimen que debilitaban la posición de Franco. Por una parte porque los falangistas no estaban dispuestos a aceptar el desplazamiento de la Falange por la Monarquía y de otra porque los Estados Unidos, bien por el contexto internacional de coexistencia, bien porque las nuevas tecnologías de cohetes y armamento nuclear no hacían necesarias las bases, ya no necesitarían de España, pensaba Prieto[18].
Sin embargo, el 16 de enero de 1955 los periódicos españoles publicaban la siguiente información fechada en Washington. “En círculos bien informados se asegura que los Estados Unidos han instado enérgicamente al secretario general de la ONU, Dag HammarskjÁ¶ld, para que se invite a España a enviar un observador oficial a la ONU. Según el corresponsal en Washington de la agencia United Press, Edward Depury, esos círculos esperan que el secretario general tome una decisión en este asunto en el plazo de unos días. Durante varias semanas estuvo sondeando la opinión de varios países Estados Unidos, Colombia, Brasil, Francia, Inglaterra, la India y la Unión Soviética. De todos ellos Francia, Inglaterra, Estados Unidos, La India y Colombia se manifestaron a favor de que España tuviera un observador en la ONU. El día 25 de enero de 1955 se recibió desde Nueva York la siguiente información: “Una comunicación oficial invitando a España a ocupar un sitio en el forum mundial ha sido transmitida por el secretario general de las Naciones Unidas al embajador español, José María de Areilza. Se ha sabido de fuente autorizada que España nombrará un observador permanente.
El día 27 de septiembre fue transmitida desde Nueva York la siguiente noticia: “Se sabe que el Gobierno español, accediendo a las reiteradas invitaciones de muchas naciones miembros de la Organización de las Naciones Unidas, singularmente las de habla española, ha autorizado a su observador en la Organización, señor S. De Erice, a que formalice los requisitos exigidos para el ingreso en la ONU, a fin de que España esté en condiciones de ser admitida, en el caso de que se produzca la entrada en bloque anunciada para el presente período de sesiones de la Asamblea. El observador español en la Organización Mundial, don José S. De Erice O’Shea, presentó oficialmente los documentos españoles al secretario general, Dag HammarskjÁ¶ld, a fines de la semana pasada[19]”.
Posteriormente numerosos países dieron cuenta de que estaban dispuestos a apoyar el ingreso de España en las Naciones Unidas. El primero de estos países fue Tailandia. Entre las naciones que ya adoptaron una actitud favorable figuraban muchas repúblicas americanas. El día 28, otra información fechada en la sede de las Naciones Unidas, decía:
“Diplomáticos de las Repúblicas iberoamericanas han vaticinado que España será admitida antes de que se termine este año en el seno de las Naciones Unidas. Un día después de anunciar el secretario general, Dag HammarskjÁ¶ld, que el diplomático español don José de Erice, observador permanente en la Organización Mundial, había solicitado la admisión de su país, los diplomáticos iberoamericanos comenzaron a hacer sus vaticinios a preguntas de un corresponsal de la Agencia United Press. El doctor José Vicente Trujillo, embajador del Ecuador y presidente del grupo iberoamericano, declaró: “Creo que los países iberoamericanos apoyarán decididamente a España. El momento no puede ser más propicio”.
Moscú, según anunció el ministro de Asuntos Exteriores soviético, Molotov, en su discurso ante la Asamblea, se pronunció decididamente por el ingreso inmediato, sin dilaciones de las dieciséis naciones que habían presentado su solicitud. En la nomenclatura extraoficial de las Naciones Unidas a esta propuesta se le llamaba “el paquete grande”. Sin embargo, afirmó el mismo informante, Moscú parecía inclinado a modificar ese bloque y a aceptar uno pequeño en el que estarían España e Italia. Gestión que podría hacerse en la Comisión Política, “ad hoc”, si Washington y Moscú daban el visto bueno. Este diplomático recordó que Molotov, por primera vez desde que terminó la guerra civil española, había hecho declaraciones exclusivas para un diario de Madrid, subrayando que España podría estar incluida en la invitación al Pacto de Seguridad europeo propuesto por Moscú. Molotov, entrevistado por Rodrigo Royo, corresponsal del diario Arriba, manifestó: “Desde luego, España también es un país europeo. No es ningún secreto. Puede usted decir en sus periódicos que yo he dicho que el pacto de Seguridad Europea que propone mi Gobierno incluye, desde luego, a España, si ella quiere participar”[20].
Llopis[21] calificó las declaraciones de Molotov de “operación sonrisa” porque Moscú y Madrid se reconciliaban, porque Moscú había pedido un visado para dos representantes del gobierno soviético y Madrid se lo concedió. “Como se ve, dice, la coexistencia pacífica entre dictadores hace progresos sensibles. A Madrid llegaron dos soviéticos, el ingeniero Gontecharov y el intérprete Gvosdiev. Fueron oficialmente a Madrid para asistir como delegados del Gobierno al Congreso de la organización de la estandarización internacional. Es posible, dice Llopis, que el verdadero objetivo de su presencia en Madrid se deba al deseo del Gobierno ruso de formalizar las relaciones comerciales, que desde hace años existen utilizando terceros países. Sin embargo, Prieto[22] pensaba que el veto de Moscú haría imposible el ingreso de España en la ONU.
La oposición empezó a preocuparse y movilizarse contra el ingreso de España en la ONU y envió a su Secretario general un documento firmado conjuntamente por Llopis, PSOE; Ambrosio Garbisu, I.R.; Arturo Ortega, U.R.; Ricardo Carrillo, P.R. Federal; Juan Sauret, ERC ; Gonzalo Nardiz, PNV; Pascual Tomás, UGT; Gregorio Ruiz de Ercilla, Solidaridad de Trabajadores Vascos. En el que le pedían: “Por nuestra parte, esperamos que esa Organización sancione una vez más con motivo de la demanda de ingreso a que nos referimos que no puede pertenecer a ella quien no tiene poderes recibidos del pueblo mediante elecciones libres ajustadas a los principios de la democracia. Tales elecciones libres, celebradas con toda clase de garantías por un gobierno provisional, las solicitan las fuerzas políticas y sindicales que suscriben en el ámbito del Estado español como requisito previo para la admisión de España en las Naciones Unidas”[23].
La CIOSL también se opuso al ingreso, porque, dice: “Como es evidente que dichos derechos( derecho a participar en el gobierno de su país por sufragio universal, la libertad de opinión, de expresión, de reunión…etc.) y libertades no existen en España bajo su actual régimen, sostenemos que ese país no es elegible para ser miembro de las Naciones Unidas e instamos al Consejo de Seguridad a que rechace la solicitud de admisión presentada”[24]. Las Ejecutivas del PSOE y la UGT también se opusieron con la siguiente declaración[25]: El gobierno de la gran democracia americana- a la que tanto deben los hombres libres de todo el mundo por su admirable conducta en la pasada guerra en defensa de la libertad y contra el nazismo- se ha convertido en protector interesado de la tiranía franquista y, por ende, en enemigo del pueblo español que la sufre. El gobierno de los Estados Unidos no sólo apoya la candidatura del Dictador de España, sino que hoy, como ayer en la UNESCO, trata de imponerla a sus satélites.
Rusia no sólo votó contra Franco sino que ha hecho del antifranquismo uno de los temas preferidos para consumo de los comunistas españoles. Pero de algún tiempo a esta parte, Madrid y Moscú no ocultan ya sus relaciones directas e indirectas. Sus tratos comerciales son del dominio público. Se sabe que han trocado productos, como se sabe que han trocado prisioneros de la División Azul contra minerales…Pero sobre todo, que no olvide Moscú que esa política de sonrisa, aplicada al franquismo, sería una traición al proletariado mundial y costaría muchísimas lágrimas a los trabajadores españoles.
China nacionalista seguirá las órdenes de Estados Unidos. Francia y Gran Bretaña tienen, además, suficientes motivos para conocer la política exterior del franquismo y para no ignorar contra quien va dirigida… a los dictadores no se les ablanda, ni se les reduce a fuerza de concesiones. Al contrario, con ellas se crecen en su insolencia.
“El Partido Socialista Obrero Español y la Unión General de Trabajadores de España, sean cuales fueren las decisiones del Consejo de Seguridad, reafirman una vez más, en esta hora incierta su indefectible amor a la libertad y a la verdadera democracia y renuevan su promesa de seguir luchando hasta conseguir la liberación de España”. Prieto empezó a manifestar sus temores con respecto a Rusia, en la que pocos meses antes había depositado su confianza[26].
El 31 de octubre, la Oficina de Información Diplomática del Ministerio de Asuntos Exteriores español daba a conocer una nota en la que informaba que al día siguiente, 1 de noviembre, respondiendo a una invitación del Gobierno español, llegaría a Madrid desde Ginebra el secretario norteamericano de Estado, Jhon Foster Dulles, para celebrar conversaciones con el Generalísimo Franco y con el ministro español de Asuntos Exteriores. En el mismo día regresaría a Ginebra. El martes, según lo previsto, llegó a Madrid Dulles, acompañado de su mujer y un séquito integrado por el embajador de Estados Unidos en España, el secretario adjunto de Estado para los asuntos europeos y otras personalidades de Estados Unidos. La entrevista entre Franco y Dulles se celebró en el Palacio de El Pardo y a ella asistieron Martín Artajo, el embajador norteamericano en Madrid y el secretario adjunto de Estados Unidos para asuntos europeos. Trataron sobre asuntos relativos a los acuerdos firmado en 1953. Esta visita significaba, según el comentarista de “Mundo[27]”, el fracaso de la política de aislamiento que quiso imponerse a España y la sinceridad de los propósitos coincidentes entre España y Estados Unidos para armonizar la cooperación pacífica y la defensa de la paz mundial.
Pues bien, Santiago Carrillo y su plana mayor argumentando, en los mismos términos de la doctrina de Moscú, que la situación internacional había cambiado presentó su nueva estrategia: “Por la reconciliación nacional, por una solución democrática y pacífica del problema español. Junio de 1956”[28]. Comienza esta declaración afirmando: “Este aniversario coincide con una nueva situación nacional e internacional que exige de las fuerzas políticas españolas definir su posición ante los importantes problemas que están en el orden del día”. Y sigue, “El Partido Comunista de España, al aproximarse el aniversario del 18 de julio, llama a todos los españoles, desde los monárquicos, democristianos y liberales, hasta los republicanos, nacionalistas vascos, catalanes y gallegos, cenetistas y socialistas a proclamar, como un objetivo común a todos, la reconciliación nacional”.
En el presente documento el Partido Comunista expone su posición sobre cuestiones fundamentales de la política exterior, de la política económica y del desarrollo político del país, formulando algunas proposiciones concretas que somete a la consideración de todas las fuerzas políticas españolas con el ánimo de encontrar una base común de entendimiento y acción.
“I. Premisas de una política exterior española
El actual clima internacional de coexistencia y colaboración pacífica entre los Estados favorece la posibilidad de cambios políticos pacíficos en España, la reconciliación nacional de los españoles.
España no puede permanecer indefinidamente aislada de esta poderosa corriente mundial. Política y económicamente no le es posible mantenerse al margen de los cambios que tienen lugar en la situación internacional.
Convivimos en un mismo planeta con otros países y so pena de marchar por el camino apocalíptico de una guerra termonuclear, cosa que nuestro pueblo, como todos los pueblos, rechaza, no hay más solución que la coexistencia pacifica entre los Estados, independientemente de las diferencias de régimen social.
La política internacional del general Franco está condenada al fracaso precisamente porque parte de la negación de esa realidad.
Las ideas pueden discutirse, pero no es posible negar los hechos. Y éstos demuestran que en la situación mundial vienen produciéndose cambios sustanciales. El rasgo característico de nuestra época es que el Socialismo no es un «fenómeno ruso», como quisieron presentarlo ciertas gentes. El Socialismo es hoy un sistema mundial que ejerce poderosa influencia sobre la situación y la política internacionales. Este es el hecho más importante de la época actual. ¿Quién que no cierre los ojos a la realidad puede negarlo?
Otro de los cambios que han quebrantado la base del imperialismo es el hundimiento del sistema colonial. China, India, Birmania, Indonesia, Egipto, Siria, Líbano, Sudán, Jordania y otros países, coloniales en un pasado reciente, con 1.200 millones de habitantes, o sea, casi la mitad de la población de la Tierra, han conquistado su independencia estatal en los últimos años.
El ocaso del colonialismo influye poderosamente en el curso de los acontecimientos internacionales y así lo confirma, por lo que respecta a España, la independencia de Marruecos. Expresión política de la voluntad de independencia de los pueblos de Asia y África ha [5] sido la conferencia de Bandung. Los 29 países en ella representados se pronunciaron contra el colonialismo en cualquiera de sus formas y por el derecho de los pueblos a la independencia. Bandung condenó la política de bloques militares y proclamó los principios de la coexistencia pacífica y de la colaboración amistosa entre todos los Estados, en condiciones de igualdad.
Se ha formado una extensa «zona de paz» que abarca a Estados socialistas y no socialistas, en la que viven casi 1.500 millones de habitantes, o sea, la mayoría de la población de nuestro planeta, y la política de neutralidad se extiende a un número cada vez mayor de países.
Estos cambios revolucionarios han transformado la faz del mundo. Su significación histórica salta a la vista. Toda la marcha de las relaciones internacionales contemporáneas lleva su sello.
Bajo la presión del ambiente universal que condenaba la guerra y reclamaba la solución pacifica de los problemas internacionales en litigio, se celebró en Ginebra la Conferencia de los jefes de gobierno de la Unión Soviética, Inglaterra, Francia y los Estados Unidos. Allí nació lo que se ha dado en llamar «espíritu de Ginebra». El espíritu de Ginebra significa que el método de la discusión y la negociación es el que debe regular las relaciones entre Estados, independientemente de su régimen político y social.
Opuesta al espíritu de Ginebra es la política imperialista de bloques agresivos, de «guerra fría», que preconizan los círculos imperialistas dominantes en los Estados Unidos.
El profundo contraste entre la peligrosa y aventurera dirección de la política norteamericana y la consecuente política de la Unión Soviética y de otros Estados en pro de la coexistencia pacífica aparece cada vez más claro para los pueblos, incluido el pueblo español. Esto, unido a los éxitos en la edificación del socialismo, explica el creciente prestigio e influencia mundiales de la Unión Soviética, prestigio e influencia que son una realidad también en España. Ignorarlo sería un profundo error…
El principio de que la Iglesia católica puede coexistir con diferentes regímenes sociales y políticos se abre paso en la conciencia del mundo católico, y está llamado a ejercer una influencia muy beneficiosa en el desarrollo histórico de España.
En la extensa «zona de paz» que se está formando en el mundo, desempeñan un papel importante Estados como Austria, Suecia, Finlandia, Suiza, –refiriéndonos sólo a Europa– que han adoptado una política de neutralidad. Dinamarca, Noruega, Islandia, han iniciado el mismo camino. En Alemania occidental se desarrollan poderosas corrientes en esa dirección.
La neutralidad ha sido también en el pasado la política de España. Incluso durante la segunda guerra mundial Franco no pudo ignorarla del todo –aunque sí la comprometió con una no-beligerancia activa–. El Pacto con los Estados Unidos es un pacto de guerra, que obliga a España a abandonar la neutralidad, que tan beneficiosa ha sido para nuestro país. Los factores que aconsejaron en el pasado la política de neutralidad siguen actuando. En las nuevas condiciones mundiales la neutralidad podría ser la forma concreta de incorporación de España a la gran corriente de la paz y de coexistencia. Así lo entienden, además del pueblo, importantes fuerzas de la burguesía española, que reclaman, con mucha razón, la vuelta a la neutralidad tradicional…
La guerra ha dejado de ser fatalmente inevitable. Si los pueblos no debilitan sus esfuerzos en la lucha por la paz, la humanidad puede librarse para siempre del terrible azote de la guerra.
El pueblo español, como todos los pueblos del mundo, debe permanecer vigilante y alerta. El Gobierno de Franco, aplicando los acuerdos con Estados Unidos, realiza una política de rearme. La construcción de [8] las bases militares previstas en esos acuerdos entraña un grave peligro para España, como de hecho ha reconocido en Washington el señor Martín Artajo…”
Más adelante, en el apartado “III. Posibilidades de un cambio pacífico en España”, añade:
“Al dictador le será cada vez más difícil continuar sirviéndose del Ejército y restantes fuerzas armadas como instrumento coercitivo contra los partidos y grupos que se le oponen, buscando solución a los angustiosos problemas de España.
Las corrientes de reconciliación nacional encuentran y encontrarán sin duda, cada vez más, el apoyo de mandos del Ejército que pondrán el patriotismo y el sentido del interés nacional por encima de un mal entendido compañerismo.
Todas estas razones dan motivos para suponer que, llegado el momento de un acuerdo político entre las fuerzas de izquierda y de derecha, el Ejército y otras fuerzas armadas podrían retirar su apoyo a la dictadura y abrir cauce a la manifestación de la voluntad nacional. De este modo, prestarían un gran servicio a la Patria, haciendo posible el tránsito pacífico de la dictadura a la democracia.
Esta perspectiva de cambios pacíficos, de la supresión de la dictadura del general Franco, sin guerra civil, hubiera sido inimaginable años atrás, cuando aún no se había producido la ruptura del llamado Movimiento Nacional, el enfrentamiento entre sí de los diferentes núcleos que lo componían y la aparición de nuevas formaciones políticas. Entonces, el enorme aparato militar y represivo se mantenía al lado de Franco. La labor de nuestro Partido en ese período estaba centrada en la propaganda de la política de unión nacional y en activar el movimiento de masas capaz de hacer madurar las condiciones para que esa política encarnase en la vida.
Y esa actividad del Partido ha dado frutos importantes. La conciencia de la necesidad de la reconciliación nacional ha hecho enormes progresos. En nuestro país se han producido ya acciones de masas y actos políticos importantes que encierran un comienzo de realización de la unidad de los españoles.
Las luchas intelectuales y estudiantiles, que tanta resonancia han tenido, son movimientos en los que han coincidido hombres de los más diversos horizontes.
En ciertos casos, los llamados falangistas de izquierda, católicos, democristianos, liberales y comunistas hemos hecho ya ensayos de colaboración sobre bases de un contenido democrático. Y aunque esos ensayos hayan tenido hasta ahora un carácter limitado, la experiencia, para unos y para otros, ha sido positiva. Se ha puesto de manifiesto que el hecho de haber luchado hace veinte años en campos opuestos no era un obstáculo infranqueable para marchar unidos.
¿Qué son las huelgas, manifestaciones y protestas de la clase obrera sino acciones realizadas sobre la base de la más amplia unidad? Las reivindicaciones fundamentales aprobadas por los Congresos de los trabajadores en 1955 son producto de la acción común de los obreros de las más diversas tendencias. En ella han participado, dentro de los Sindicatos Verticales, desde comunistas, socialistas y cenetistas, hasta elementos de tendencia liberal, católica e incluso falangista.
En las recientes huelgas de Navarra, Guipúzcoa, Barcelona, Álava y Vizcaya han actuado juntos comunistas, socialistas, católicos, tradicionalistas y nacionalistas vascos.
Es decir, hoy podemos hablar de la reconciliación de los españoles, de un amplio entendimiento o frente nacional, no como de una línea para el futuro, sino como de algo que empieza a brotar, pleno de vida y que madurará.
Fuerzas sobre las que durante años pesó una propaganda insidiosa, calumniando a los comunistas y presentándolos como una fuerza extraña a los intereses nacionales nos van conociendo, se dan cuenta de que sus opiniones sobre el Partido Comunista deben ser revisadas; de que el Partido Comunista es una poderosa fuerza nacional enraizada en las masas; que nada de lo que es humano y auténticamente nacional es ajeno a los comunistas; que tenemos puntos de vista realistas y constructivos sobre los problemas nacionales; que poseemos un Programa y una política coherente en consonancia con la situación nacional, y que es posible la colaboración con los comunistas.
Las acciones de masas y los actos políticos diversos llevados a cabo conjuntamente, la fuerza alcanzada por el deseo de realizar la reconciliación nacional, han conducido ya, aun bajo la dictadura del general Franco, a arrancar concesiones favorables al desarrollo del movimiento nacional y democrático.
Esa presión múltiple, cada vez más poderosa, ha obligado al gobierno en los últimos años a poner en libertad a miles de presos, a autorizar la vuelta al país (si bien con restricciones) a los exilados que no se destacaron por sus actividades políticas. Le ha obligado a atenuar la represión y a observar una actitud defensiva frente a las posiciones, cada vez más importantes, que los adversarios del régimen van ganando en las organizaciones legales. El gobierno ha tenido que ceder, bajo la presión reivindicativa de la clase obrera y de otras clases sociales; ante las exigencias de la burguesía de establecer los primeros cambios comerciales con países del Este; en el problema de Marruecos y en otras cuestiones. Ha tenido que restablecer el Primero de Mayo como Fiesta del Trabajo.
El incremento de la acción de las masas y el acuerdo entre diversas fuerzas de oposición pueden crear, incluso antes de que la dictadura del general Franco desaparezca, condiciones más favorables para una solución democrática a los problemas de España. Los comunistas estamos dispuestos a establecer los acuerdos, pactos, alianzas y compromisos necesarios, para lograr reivindicaciones parciales, políticas o económicas, de sentido democrático, en cualquier sector de la vida nacional, incluso con fuerzas que no se plantean aún luchar por la abolición de la dictadura, y que por el momento sólo propugnan demandas de carácter parcial. Los comunistas estamos dispuestos a apoyar todo lo que represente un paso adelante en el mejoramiento de la situación del pueblo y a marchar con cuantos vayan por ese camino, aunque discrepemos en otros aspectos.
La perspectiva del cambio pacífico, de la supresión de la dictadura sin guerra civil, presupone un cierto período durante el cual las fuerzas de izquierda y de derecha, al mismo tiempo que actúan contra la política de la dictadura en diferentes terrenos, van reagrupando sus fuerzas, relacionándose entre sí, al principio con objetivos parciales, mientras no maduren las condiciones para realizar acuerdos sobre objetivos más amplios.
En ese periodo nos encontramos ya. El objetivo de terminar con la dictadura del general Franco no debe impedir luchar por toda reivindicación económica y política, aunque parezca pequeña; y los comunistas apoyaremos la lucha de todas las clases y grupos sociales contra las arbitrariedades de la dictadura.
La utilización de las posibilidades legales adquiere hoy una significación y una importancia práctica mayores. Porque esas posibilidades son mucho más amplias que hace unos años, pese a que no ha cambiado la letra de las leyes. Lo que ha cambiado es la disposición, la mentalidad, las opiniones de las gentes. Y hoy en cualquier entidad social u organización se encuentran hombres discrepantes de la dictadura que están dispuestos a dar ciertos pasos. En un momento en que el régimen se desmorona, la más mínima posibilidad legal se amplía y puede facilitar acciones de considerable repercusión política”.
Autonomía del partido respecto a Moscú, vía pacífica nacional, bloque histórico, hegemonía, renuncia a la lucha armada entre potencias…se encuentran contenidas en esta nueva formulación estratégica para la solución pacífica en España. Una cosa queda rotundamente clara: el enemigo principal son los Estados Unidos. Es necesario aislarlos mediante la neutralidad…Luego la conquista del Poder será pacífica, pero esta formulación es o puramente propagandística o voluntarista pues no depende de una parte el que haya o no conflicto, depende de que las partes con intereses antagónicos se pongan de acuerdo en renunciar a un enfrentamiento. Y resulta difícil aceptar que la parte perjudicada esté dispuesta, por las buenas, a perder todo lo que tiene. A no ser que el Ejército esté en manos de la parte revolucionaria y que ésta no tenga apoyos internacionales, enemigos de esa expropiación. Especialmente porque en la edad de la globalización es difícil distinguir intereses nacionales de los internacionales. Tal vez por esta razón se comprenda que en cualquier circunstancia el principal enemigo de los comunistas no sean ni las dictaduras tercermundistas, ni las teocracias islámicas, ni los regímenes democráticos, sino los Estados Unidos, el arsenal de las democracias, según fueron calificados por los aliados contra el fascismo, el nazismo y el totalitarismo nipón, fueran socialistas o demócratas liberales.
El caso es que, en ese momento, la oposición no comunista tenía su propia estrategia, de manera que los problemas del PCUS y del PCE no eran sus problemas. Y así pasaron veinte años sin que la voluntarista declaración comunista hubiera sido capaz de mover los pies del dictador. En 1974, Carrillo, desde París, anunciaba la formación de una Junta Democrática, con pretensiones de bloque histórico, pero ni los socialistas ni las principales fuerzas políticas se adhirieron. Luego, muerto Franco acordaron formar la “PlataJunta” pero no fueron capaces de cambiar el destino de España en dirección a la restauración de la República, porque el Referéndum para la Reforma Política, guillotina levantada por la propia clase política franquista para inmolarse y transitar hacia la democracia parlamentaria y monárquica, fue aprobado, contra el boicot de todas las fuerzas políticas de dicha plataforma, por el 94.2%. y las fuerzas políticas acataron ese modelo de transición renunciando a su esencia: la restauración de la República aunque fuera por vía plebiscitaria.
Lo más dramático de esta realidad es que nos podríamos haber evitado casi cuarenta años de dictadura si en 1949 la oposición no comunista hubiera aceptado el planteamiento que Gil Robles, apoyado por los socialistas del interior y la CIOSL, hizo llegar a Prieto. Según estas notas, el momento decisivo para resolver el problema español parecía haber llegado, porque el general, cuya situación era muy difícil, sólo se sostenía en la esperanza de recibir ayuda de Estados Unidos, si el conflicto ruso-yugoslavo desencadenaba una guerra mundial. Para obligar a Franco a abandonar el Poder, Gil Robles proponía que las potencias occidentales deberían destacar varias personalidades a Madrid con instrucciones categóricas para obligar a Franco a aceptar una rápida evolución, cuyas características serían:
Asegurar la paz interior y la colaboración con las potencias democráticas en el exterior.
Instaurar, desde el primer momento, un sistema de progresiva garantía de los derechos esenciales de la persona.
Hacer posible la restauración de la tan quebrada economía del país.
Salvar el amor propio del Dictador en el mecanismo de la transmisión de poderes.
Franco debería negociar con D. Juan sobre una serie de bases, como: la transmisión de poderes en función de la Ley de Sucesión, la no admisión de compromisos doctrinales, ni programáticos con el régimen dictatorial, la actuación de D. Juan, durante la transición, como Jefe de Estado, el restablecimiento de las libertades públicas, etc [29].
En fin, instaurada la democracia parlamentaria con una forma de gobierno monárquica, los comunistas se esforzaron, especialmente Carrillo, por dar una imagen de partido democrático. A diferencia de los comunistas franceses e italianos que llevaban legalizados y participando en un sistema democrático desde la derrota del nazismo por los anglonorteamericanos, paradójicamente, los españoles no tenían experiencia democrática y se habían pasado desde el exilio hasta el presente condenando a los socialistas y sus aliados de vasallos del imperialismo. Cosa que no podrá decirse del joven socialismo español nacido en Francia, encabezado por González y Guerra, porque, sobre todo éste, era tan visceralmente antinorteamericano como el mejor comunista, a pesar de que el socialismo del exilio fue ferozmente atlantista, hasta 1953, al menos. Y, desde luego, nunca jamás fueron antinorteamericanos y si no leerse a Prieto o a cualquier otro dirigente socialista[30].
Tal vez, volver a proclamar la política de “reconciliación nacional” pudiera tener resonancias de dependencia de Moscú. En cualquier caso, restaurada la libertad, ya carecía de sentido. El caso es que empezó a hablarse de “eurocomunismo”. Incluso se formó una alianza de partidos comunistas eurocomunistas, algo que empezaba siendo una contradicción pues si en algo insistirán sus dirigentes, especialmente italianos, era en su independencia con respecto a Moscú y en ser una vía nacional al socialismo, por lo tanto sobraban las manifestaciones internacionalistas. Afirmación nacionalista muy contundente por parte de los italianos a raíz de la revolución polaca y la dictadura del general Jaruzelski, 1980. En 1981, el PCI aprobaba un resolución[31] sobre los acontecimientos en Polonia. Denunciaba la intervención soviética en nombre del derecho de los pueblos a dirigirse por sus propios intereses y hacía una proclama de la independencia de los partidos comunistas con respecto a Moscú, con quien se relacionarían como con los demás partidos, fueran o no comunistas, en el mismo rango. Y todo esto buscando como fuente de legitimidad el XX Congreso del PCUS, sin citar a Gramsci. Pero no hacen ni una sola declaración de antiimperialismo norteamericano. Parece evidente que los italianos estaban más preocupados por normalizar sus relaciones, a la manera socialista, con el bloque atlántico que los españoles. Estos estaban más preocupados por demostrar que eran demócratas pero no por eso anti soviéticos y pro atlantistas.
La cuestión es que empezaron a hablar de “eurocomunismo” como si fuera el fundamento legitimador de su vocación democrática y lentamente a citar a Gramsci como padre de esa nueva vía. Gramsci, un leninista de pies a cabeza, que no renunció a la lucha armada, como buen marxista-leninista, ni a la dirección del partido como vanguardia del proletariado y del bloque histórico. Por lo que hemos visto al principio y lo que estamos conociendo a partir de la formulación de la “coexistencia pacífica” no se entiende muy bien el recurso legitimador a Gramsci. Tal vez hoy día se entienda mejor porque ya nadie ha vuelto a hablar de ese asunto. Pero, lo cierto, es que los comunistas no sabían qué contenidos tenía esa palabra que todos utilizaban, el “eurocomunismo”. Todavía en 1980 estaban discutiendo sobre su significado antes y durante el debate del X Congreso[32] del PCE, finales de 1980.
En el debate del Comité Central del PCE previo al Congreso unos decían: “La política eurocomunista es una política revolucionaria, es la política para en un momento determinado establecer el socialismo por la vía democrática”, (Santiago Álvarez). A cualquier miembro de la I.C., empezando por Gramsci, le habría dado un ataque al corazón y habrían calificado de socialdemócrata a quien hubiera afirmado esto. Jaime Ballesteros hablaba de política de concentración democrática la realizada por el PCE desde la declaración de la “reconciliación nacional”. Por lo tanto no se fundamentaba en Gramsci. Curiel reconocía que era “el momento de profundizar en las tesis eurocomunistas”. ¿Cuáles? Emérito Bono, afirmaba: “ Solamente quiero decir que el eurocomunismo tampoco es una cosa que nos caiga del Cielo, tampoco es una cosa que no esté engarzada con la política del Partido en los últimos cincuenta años, por decirlo así. Yo recuerdo toda la política de alianzas que desarrolló el Partido durante la Guerra Civil”.
Santiago Carrillo cerraba el debate reconociendo que había que profundizar en la política eurocomunista. “Pero a veces uno tiene la sensación de que hablando de eurocomunismo no estamos hablando todos de lo mismo”. Luego pasaba a defender la independencia del PCE respecto a Moscú, sin embargo, añadía: “Pero al mismo tiempo yo digo que una condena colectiva no ya de tal o cual aspecto, sino a lo que son esos países socialistas lógicamente tendría que llevarnos a algo muy claro: a romper toda relación con esos países. Y yo cuando veo que el PSOE va mucho más a Moscú que nosotros y hace muchos más comunicados con el PCUS que nosotros, aunque luego no los publica en España. Cuando veo que partidos conservadores, liberales, socialdemócratas tienen relaciones con el PCUS, yo pienso que por nuestra parte sería muy grave una actitud que supusiera la ruptura”[33].
Nadie sabía, exactamente, qué era eso del “eurocomunismo”. Hay que esperar un año a que el Comité Central del PCE, reunido del 9 al 10 de enero de 1982, especifique el contenido de la palabra mágica. He dicho que el PCI en su crítica a la política soviética se preocupa más por mostrar su no agresividad hacia los atlantistas que por confesar su fe democrática. Ellos, durante la guerra fría, habían dado muestras de respeto a la democracia liberal. Los dirigentes del PCE necesitaban demostrarlo. Pero, entre el X Congreso y esta declaración del Comité Central han ocurrido dos acontecimientos importantes: la crisis polaca momentáneamente resuelta con la instauración de la dictadura militar comunista de Jaruzelski y el intento del golpe de Estado del 23 de febrero de 1981. De manera que esta declaración de identificación con la democracia y los derechos individuales, tal y como está recogido en la Constitución española, parece dirigida más a los militares y fuerzas políticas conservadoras que a sus militantes. Que no acababan de creérselo.
En el punto 5 de este documento, una vez hecha la afirmación de que: “No ha habido ruptura de relaciones con el PCUS; en el terreno internacional hemos mantenido plena independencia y hemos intensificado las relaciones con aquellos partidos más afines en pensamiento”.[34], añade:
“A. La afirmación de los valores de la democracia y, por consiguiente, del pluralismo en la organización del poder del Estado, lo que supone la superación de la idea del Estado obrero y campesino, de la dictadura del proletariado, del aparato de Estado fundido con el aparato del Partido y su reemplazamiento por la concepción de hegemonía democrática de las fuerzas del trabajo y de la cultura, de un nuevo bloque histórico que agrupe a todas las fuerzas revolucionarias y de progreso social.
Esta concepción presupone la afirmación del sufragio universal y de otras formas diversas de participación de los movimientos sociales y de las masas en la decisión política: el mantenimiento del carácter laico del Estado, tanto en el orden religioso como en el filosófico; la aceptación del juego de mayorías y de minorías a través de la pluralidad de partidos y de la alternancia en el poder; la defensa a ultranza de los derechos y libertades individuales y colectivos, entre los cuales, la libertad de asociación, palabra y prensa; la libertad religiosa y el derecho de huelga; el reconocimiento del hecho diferencial de nacionalidades y regiones.
En las condiciones de España, esto significa la aplicación sin restricciones de los derechos y deberes de todo orden consagrados en la Constitución de 1978”.[35]
Tal vez sea ésta la primera vez que un partido comunista hace una proclamación de las libertades liberales, siguiendo el ejemplo de los socialistas. Lo hemos leído en Spaak, lo ha proclamado a los cuatro vientos la Internacional Socialista, lo ha ratificado el que fue primer partido marxista en el programa de Bad Godesberg, 1959. Ahora los comunistas llaman a esto “eurocomunismo” y remiten, sin fundamento ninguno, a un leninista, Gramsci. ¿Por qué no se hicieron socialdemócratas, socialistas, como hará, coherentemente, el PCI por su deseo de salir del atasco político en el que se encontraban, tras la caída del muro de Berlín? En el mismo documento se afirma, en el punto 6, que “el fracaso de la experiencia internacional socialdemócrata plantea la necesidad de una búsqueda de formas nuevas de solidaridad y cooperación internacionalista”.
Y Santiago Carrillo se verá obligado a dejar claro que ellos no son socialdemócratas. En su “Informe al Comité Central” dice bajo el epígrafe “Eurocomunismo no es socialdemocracia. Ášnicamente diría en relación con esta parte, con lo que podemos llamar la definición del eurocomunismo, que esta concepción no es en absoluto una concepción de derecha. No es en absoluto una derechización del Partido. Y que, desde luego, debemos de estar alertas a toda inclinación que surgiera en ese sentido, porque eso no sería la concepción eurocomunista.
En realidad, la concepción eurocomunista hoy, en las condiciones de nuestro país y de otros países de Europa, es la concepción de la izquierda comunista, de la izquierda del movimiento comunista; la concepción del sector más avanzado y más revolucionario del movimiento comunista. Concepción que sigue dando al papel del Partido una gran importancia: del Partido como vanguardia, del Partido como partido de clase, pero que reconoce, y no solamente de palabra, que hay otros partidos que representan otras corrientes entre los trabajadores y entre las capas laboriosas, y que un partido revolucionario, sólo él, no puede representar de ningún modo, y esa es la experiencia que nos enseña el sistema de partido único según el modelo soviético, un partido verdaderamente revolucionario no puede representar a todo el pueblo, no puede representar a todas las fuerzas, a todas las capas trabajadoras”.[36]
En realidad, Carrillo, está teorizando su propia experiencia frentepopulista, pues los frentes populares, según la práctica y la teoría del VII Congreso de la Internacional Comunista, eran una alianza de partidos cada uno de los cuales representaba a facciones de la sociedad, frente o alianza en la que, y esto no lo dice Carrillo abiertamente, los comunistas tenían vocación de dirigir hasta hegemonizar, esto es, haber conseguido que todas las fuerzas sociales se identificaran con sus valores, consignas y objetivos, los de los comunistas. Entonces, no tendría sentido la existencia de varios partidos políticos porque todas las fuerzas sociales estarían representadas, hegemonizadas, por el Partido Comunista. Llama la atención que en su “Informe” Carrillo no se refiera ni una sola vez al concepto gramsciano de “hegemonía”, siendo él uno de los padres del “eurocomunismo” y del referente a Gramsci.
Existen, desde luego, suficientes razones para dudar de la convicción democrática liberal de los comunistas españoles, de los no occidentales, ni ellos mismos lo ponen en duda. El problema está en aquéllos, el PCE en especial, que se llamaron eurocomunistas. Para todo comunista la táctica y estrategia se elaboran en función de la correlación de fuerzas existente en cada momento histórico. Y tanto la “coexistencia pacífica”, como la propuesta de “reconciliación nacional” como el “eurocomunismo” se formulan, como ya he dicho, en un contexto de retroceso internacional del comunismo. En un momento en el que estaba a la defensiva. Aquello que permanece inmutable, y no se cansan de decirlo, es el objetivo. Si cambiaran de objetivo carecería de sentido llamarse comunistas, pues lo propio sería llamarse de cualquier otra manera sin horizontes totalitarios de izquierdas. Entonces, si el objetivo es el mismo: la instauración de una sociedad comunista, no nos queda más que concluir que todo este galimatías se reduce a lo que había dicho el comunista vasco Lerchundi[37]: una cuestión terminológica con la que adecuar la nueva estrategia a la nueva correlación de fuerzas.
Este cuestionamiento de la convicción democrático liberal, tal como recoge la Constitución española de 1978, no es producto de ninguna patología, ya que la identificación con estos valores no es el objetivo, sino el instrumento de la “vía pacífica al socialismo”. Luego… la democracia liberal sigue siendo una vía de paso hacia un objetivo final. Ya lo había dicho la III I.C. en su primer Congreso. Pero, además está fundamentada: por una parte en la voluntad de que el Estado intervenga la economía y la propiedad privada de los medios de producción hasta quedar todos estatalizados; por otra parte, en el sistema de alianzas internacional que siguen proponiendo los comunistas, a partir de una afirmación: el enemigo principal son los Estados Unidos de América, de manera que, sus enemigos son nuestros amigos. Y, finalmente, en que los comunistas nunca han criticado los regímenes políticos dictatoriales sean populistas, militares, teocráticos o de cualquier otra forma siempre que sean antinorteamericanos y antiliberales. Ya sea Cuba, Serbia, Albania, Venezuela, Corea del Norte, China, Libia, Irán, Irak, Palestina…Son regímenes repugnantes para cualquiera que haya firmado con sangre la Declaración Universal de los Derechos Humanos, menos para los comunistas. Para ellos cualquier dictadura es mejor que los Estados Unidos. Ahora, si volvemos a las resoluciones aprobadas por el C.C. del PCE en su reunión de enero de 1982, veremos que no existe ningún secreto en desmadejar estas intenciones.
Hecha esta declaración democrático liberal, a continuación, en el mismo “Informe” apartado B niega lo que acaba de afirmar en el apartado A en los siguientes términos: “B: La coexistencia durante un largo período histórico de formas de propiedad social y privada, que coloquen las principales palancas de la economía en manos de la propiedad social, de modo que la socialización completa de la propiedad sea fruto no de medidas voluntaristas del poder que destruyen fuerzas productivas y servicios útiles a la sociedad, sino del desarrollo real de las fuerzas productivas y de la extensión de la conciencia socialista”[38]. Se refiere luego a la autogestión y vuelve a hablar del papel del partido comunista en el apartado D, en los siguientes términos: “Dentro de esta concepción se inserta el papel del partido Comunista como partido de vanguardia, no porque este marchamo se lo asigne formalmente ninguna afiliación o autoproclamación formal, sino por su real capacidad para aplicar el marxismo de forma revolucionaria y creadora”.
Evidentemente, bajo la dirección del partido comunista todos marcharemos hacia la victoria final: la estatalización de la economía y sociedad y de ahí al comunismo. ¿Qué queda, entonces, de la afirmación de los valores democrático liberales cuando, como en las constituciones comunistas, no se reconoce la existencia de individuos sino de clases y, por tanto, eliminado el sujeto de derechos y fundamento de la democracia, el individuo, se suprimen los derechos individuales y, en consecuencia, el derecho individual y secreto al sufragio, instrumento mediante el cual el ciudadano, cuando es libre, muestra su poder soberano. Pero, y esto es otra paradoja, qué queda del marxismo si el motor de la historia, la lucha de clases, es sustituido por la vía pacífica al socialismo. Ya se había cargado Lenin el marxismo al afirmar que en la época del imperialismo el motor de la historia era la guerra entre naciones y no entre clases, así como que no era necesario pasar por el capitalismo para llegar al socialismo si el proletariado, su partido, asumía las tareas propias de la revolución burguesa, esto es: la revolución industrial. Claro que Lenin, como todos los marxistas, han confundido revolución industrial con capitalismo y democracia burguesa, cuando la revolución democrática es anterior, en sus orígenes y contenidos, a la revolución industrial y cuando ésta no necesita del capitalismo para desarrollarse. La hizo Stalin con “el socialismo en un solo país” y la han hecho y siguen haciendo los comunistas chinos sin necesidad de democracia burguesa. Otra cosa es que ésta caiga por su propio peso después del desarrollo de las fuerzas productivas impulsado por la revolución industrial. Pero no quiero irme del tema del presente artículo. ¿Qué queda del marxismo si cada vez se genera más riqueza y ésta no se concentra en una pocas manos depauperando al resto de la sociedad? Qué queda del marxismo si ya no se espera en una crisis cíclica del capitalismo para desencadenar la revolución y conquistar el Poder? No es esto revisionismo?
El segundo elemento estratégico e ideológico que separa a comunistas de socialistas europeos y liberal demócratas está constituido por la cuestión de las alianzas internacionales, la instrumentalización que hacen de la paz, en cuanto que no se establece distinción entre una paz democrática y justa y una paz militar, totalitaria o teocrática, y la soberanía nacional, entendida ésta como un derecho de los regímenes políticos y no de los ciudadanos; así como la apuesta que hacen a favor de la neutralidad de las naciones, como si ser autista fuera más aconsejable que ser internacionalista demócrata y liberal.
Es verdad que los socialistas españoles han sido y son tan anti-atlantistas como el mejor de los comunistas. No en vano fueron educaros, nos educaron, bajo la influencia de la antinorteamericana “Hispanidad” falangista, el tercermundismo tridentino y antinorteamericano del nacional-catolicismo y la política franquista de amistad con el mundo árabe. Y rompieron con la tradición del socialismo español del exilio y del interior, de los viejos del interior, en Suresnes. Pero dejando de lado al socialismo español de los jóvenes de la posguerra, el socialismo europea ha sido y es, fundamentalmente, atlantista. Por eso, como hemos visto, fue condenado, despreciado y humillado por los comunistas que los calificaron de vasallos y todo porque querían defender la libertad democrático liberal con el imprescindible apoyo de los Estados Unidos. Como hemos podido leer en Spaak.
En el “Informe del C.C” ya citado, dedica el apartado 6 a hablar de la alianzas. Después de volver a echar la culpa a los socialistas de todos los errores del movimiento obrero, añade: “Continuar el proceso revolucionario abierto en octubre de 1917, a nivel de fines del siglo XX, extrayendo todas las experiencias del pasado, conduce no sólo a la exigencia de superar la cultura socialdemócrata tradicional, sino también las deformaciones de la cultura tradicional del movimiento comunista. Esta es una tarea exaltante, creadora, en la que deberían encontrarse en el mundo de hoy los comunistas, los socialistas, los movimientos revolucionarios de liberación; es decir, todos cuantos ansían realmente transformar esta sociedad en la que lo que está en fracaso efectivamente es el capitalismo y en la que la exigencia de transformaciones socialistas es un hecho objetivo[39]”.
Si, desde el “eurocomunismo” se defienden los valores de la Constitución democrático liberal española, cómo pueden considerarse, al mismo tiempo “movimientos revolucionarios afines” aquéllos que niegan los valores de la democracia, por ejemplo: China, Libia, Palestina de Hamas, Irán, Irak, Cuba, la Servia de Mijatovic, la Venezuela de Chávez, Morales, Siria… En fin, ¿todos los movimientos antioccidentales son revolucionarios? Para el socialismo europeo, no el español actual, y para el liberalismo democrático la revolución pasa por la instauración de democracias liberales, su defensa y difusión. Evidentemente no puede haber encuentro entre antioccidentales y atlantistas.
Si no fuera por que queda claro el posicionamiento comunista a favor de estos regímenes, podría resultar desconcertante que se publicara un artículo de un militante marxista palestino alabando la revolución teocrática iraní y todo lo antioccidental como “lo revolucionario” en el nº 106 de “Mundo Obrero”. Se trata de Isam Sirriyeh quien dice, entre otras cosas:
“El régimen iraní (el del Sha), a su vez, siguiendo una política de desprecio contra su pueblo, predominantemente musulmán, y en claro desafío del sentimiento nacionalista árabe, fue el único país musulmán de la zona, a parte de Turquía, país integrado en la OTAN, que reconocía al Estado sionista de Israel y le suministraba el crudo necesario para su consumo. Con la racista Sudáfrica hacía otro tanto.
En el campo interior fueron claras sus intenciones de acabar con la identidad islámica y tercermundista de Irán, plasmada por una política socioeconómica irracional, imposible de llevarse a cabo en un país globalmente campesino y agrícola.
…La decidida alianza entre el clero musulmán, nada parecido al clero europeo, supuso a la larga el golpe mortal del régimen dictatorial.
La política colonialista impidió durante su vigencia, primero, y a través de sus sucesores, después, que el marxismo llegara a las masas y sus cuadros intelectuales.
Otra razón radica en la tardía asimilación del marxismo para facilitar y agilizar una síntesis apropiada al carácter islámico de la inmensa mayoría de los pueblos de la zona. La síntesis Islam-marxismo es urgente y necesaria para todos los pueblos de aquella zona.
Tomar el Islam como fuente de inspiración y acción para la revolución iraní hace poderosamente atractiva para la inmensa mayoría del pueblo musulmán, que siempre luchó por encontrar vías propias hacia la estabilidad y el progreso.
Su vocación independiente ha hecho fracasar todos los intentos colonialistas e imperialistas de alinearse con el mundo y la civilización occidental[40]”.
La Ilustración ya nos dejó establecidos los fundamentos del progreso: libertad, laicismo, desarrollo económico, democracia, derechos individuales. Individuo frente a Estado, nacionalismo, gremio, corporación, tribu o pueblo. Ahora, los comunistas y algunos socialistas españoles consideran que teocracia, dictadura islámica, populismo son progreso y, en cualquier caso, son mejores compañeros de viaje que los Estados Unidos. ¿No nos habremos apartado de la Ilustración, si es que alguna vez hemos habitado sus salones, para regresar al pasado más reaccionario en nombre de que lo que es malo para los anglosajones, protestantes, reformistas y liberal demócratas es bueno para la izquierda?. Tal vez, pero entonces la izquierda ya no sería progresista. ¿No habremos vuelto a las guerras de religión del siglo XVI con la izquierda haciendo de contrarreformitas? Hablo de la izquierda española, francesa, italiana y alguna alemana de formación católica contrarreformista, claro. Cómo se puede ser “eurocomunista” o socialista en España y defender la teocracia islámica o el populismo iberoamericano al mismo tiempo que uno se proclama demócrata sin que se le caigan los palos del sombrajo.
He dejado para el final una cuestión fundamental para cualquier nación: la cuestión de las alianzas. Volviendo, una vez más, al citado “Informe del C.C.” del PCE, se habla aquí de la necesidad de superar los bloques, que deben desaparecer por desplazamiento de las clases explotadoras de cada país, al mismo tiempo que “todos los partidos obreros, comunistas, socialistas y progresistas de todos los movimientos de liberación en unas nuevas formas de articulación internacionalista…independientes de los bloques militares, no alineadas con políticas de Estado”. No se critica ni una sola vez a los comunistas soviéticos, chinos, coreanos del norte, rumanos, búlgaros, checos, fundamentalistas islámicos…etc. pero sí a los Estados Unidos que no solamente son imperialistas sino los únicos imperialistas. Y dirigen sus golpes contra la OTAN.
Si retomamos el discurso de la política de “reconciliación nacional”, veremos que la propuesta comunista española es la misma que convenía a Moscú: exaltación de la soberanía nacional en beneficio de los regímenes políticos establecidos detrás de ella y no de los ciudadanos y exaltación de la neutralidad. Sabemos que la neutralidad es el mal más nefasto para cualquier pueblo que quiera protegerse frente a sus enemigos internos y externos. La neutralidad española fue un verdadero desatino para la Segunda República. En su momento, el socialista español Araquistáin explicó las razones por la cuales las democracias desconfiaban de los republicanos. Opinaba que la tradicional posición aislacionista y neutralista de España, continuada durante la República, fue la causa de su derrota. Puesto que fue un grave error el aislamiento en el período en que se formaron las grandes alianzas europeas, la de los imperios centrales y la franco-británica, y un doble error no haberse asociado a ésta, donde siempre hubiera sido recibida con los brazos abiertos. Pero todos los gobiernos se negaron a hacer este seguro creyendo que el apartamiento geográfico y político les haría inmunes. Aún al precio de haber participado en dos guerras mundiales, se habría evitado la intervención italiana, alemana y rusa, puesto que de haber pertenecido a la “Entente”, en caso de agresión, Francia e Inglaterra no se hubiesen cruzado de brazos. Sin embargo, la República no quiso saber nada de un convenio militar cuando Herriot lo insinuó antes del comienzo de la guerra civil. De manera que: “Si España hubiese estado en un sistema defensivo con Francia, la República no se habría quedado sola. Ya que Francia la habría tenido que defender… La República murió por neutral”[41].
También criticó Spaak, en nombre del socialismo occidental, la neutralidad porque, recordando sus palabras, dijo: “Tenemos miedo porque en esta Asamblea os habéis convertido – los soviéticos- en campeones de la doctrina de la soberanía nacional absoluta. Y nosotros nos preguntamos cómo podrá funcionar bien una organización internacional, cómo podrá cumplir los fines que le son propios, si esa doctrina vieja, si esa doctrina reaccionaria, como dije ya el año pasado, triunfase.
La organización internacional sólo podrá funcionar bien el día que las naciones, grandes y pequeñas, medianas y grandes, hayan reconocido, en plenitud de conciencia, que, por encima de sus voluntades personales, existe una ley internacional. Mientras haya un solo país, uno solo, que pretenda afirmar su propia voluntad por encima de la voluntad de la mayoría de las naciones, la presente organización no podrá dar todo lo que esperamos de ella[42]”.
Sin embargo, la ONU en sus objetivos fundacionales favorecía la política soviética, según podemos leer en sus estatutos:
“Capítulo I.
Artículo 1º. Los propósitos de las Naciones Unidas son:
Cláusula 1ª. Mantener la paz y la seguridad internacionales. A este fin se tomarán medidas colectivas para evitar y prevenir las amenazas a la paz, para reprimir actos de agresión u otras violaciones de la paz y para lograr, mediante medios pacíficos, y de acuerdo con los principios de la justicia y el Derecho internacional, el arreglo o solución de las situaciones internacionales que puedan producir violación de la paz”.
De manera que a ningún país le es legítimo intervenir en los asuntos internos del otro, no importa el régimen que tenga, siempre que no moleste a sus vecino. Y así lo ratificó el ministro de Asuntos Exteriores soviético, Gromyko, al declarar que: “El Consejo (de Seguridad de la O.N.U.) sólo puede intervenir en acontecimientos internacionales y no tiene derecho a injerirse en asuntos internos. La Carta (de la O.N.U.) prohíbe concretamente toda interferencia de la O.N.U. en asuntos internos de un Estado cuando se trata de conflictos nacionales”[43]. El mismo régimen de Franco, aislado por las democracias, siguió el ejemplo e hizo de la soberanía nacional un muro con el que protegerse frente a la injerencia de las democracias en sus “asuntos internos”[44]. Pero, porqué fomentaba la URSS la soberanía nacional y la neutralidad en los países no pertenecientes a su bloque?
Las alianzas entre naciones, decía, son necesarias para protegerse de los enemigos internos y de los externos, cualquiera que sea su ideología. Una nación fortalece su posición, aliada a otras como dijeron Araquistáin, Albar y Spaak e, inversamente, una alianza se debilita si pierde miembros. Con la coexistencia pacífica Moscú pretendía que los aliados de Estados Unidos los abandonaran para destruir el bloque occidental, representado en el sistema defensivo construido con la OTAN. De esa manera, los partidos comunistas en cada país, protegidos por la ONU, la soberanía nacional y la neutralidad, pero siempre ayudados por Moscú con todo tipo de medios, podían intentar cambiar la correlación de fuerzas a su favor hasta que, llegado el momento objetivamente favorable a la insurrección, conquistar el Poder. Ese momento llegaría cuando los comunistas tuvieran la “hegemonía” en el bloque histórico. Claro si un país, España, por ejemplo, pertenece a un bloque occidental defensivo, como la OTAN, que protege sus libertades, esa alianza se constituye en un obstáculo para que los comunistas conquisten el Poder. Por todo ello se explica que la OTAN y los Estados Unidos sean su irascible enemigo y todos los regímenes antioccidentales sus amigos.
Hoy día siguen defendiendo la soberanía nacional a favor de los regímenes políticos dictatoriales o teocráticos y la neutralidad, su complemento necesario, porque si se es soberano pero aliado a un bloque no se puede actuar con absoluta libertad dentro de un país. Se necesita, además la neutralidad, la no pertenencia a ningún bloque. Así nadie podrá ayudar a un país en dificultades. Han renunciado a la difusión de la democracia en favor de la soberanía bajo la que se protegen los enemigos de la libertad. A pesar de que, como hemos leído, Spaak propuso el sometimiento de todos los países a leyes democráticas internacionales. El miedo al terrorismo, tal vez, nos produzca el sueño de que en el indiferentismo autista encontraremos la seguridad. Pero la neutralidad, la tolerancia, la política de concesiones no sólo destruye, antes o después, la libertad, además, no garantiza la seguridad. Si esto lo hubieran entendido los franceses, belgas, holandeses y británicos en 1936, la Segunda Guerra Mundial no hubiera sido posible. ¿Será ahora posible, amparados en la rendición de la izquierda europea y la coexistencia de los comunistas, la difusión del fundamentalismo islamista por el mundo democrático?
¿Sería, entonces, éste el fantasma a que se refirió Marx?
[1] Cole, G.D.H., Historia del pensamiento socialista. Comunismo y socialdemocracia (1914-1931) Tomo V, FCE, México, Buenos Aires, 1964, pg. 260 y sg.
Los cuatro primeros congresos de la Internacional Comunista, Primera parte, Cuadernos de Pasado y Presente, Argentina, 1973, pg. 101 y sg.
[2] Marzini, C, Eurocomunismo, Revista Mensual/Monhly Review, marzo de 1980, nº 8, pg. 75 y sg. ; Mandel E, Crítica del eurocomunismo. Fontamara, Barcelona, 1978; Carrillo, S. “Eurocomunismo y Estado”, E. Crítica, Barcelona, 1977; Miliband, R., Marxims and Politics, University Press, Oxford, 1977 traducido por Siglo XXI, Madrid, 1979.
[3]El Socialista, e, 17-X-1947, 24-X-1947; nº. 5.385, 23-I-1948 y 13-II-1948;Pravda, 30-IX-1947; Claudín, F. o.c. p. 424 ss. ; MUNDO nº 388, p.216; Deutscher, I. o.c. p.516 ss.
[4] Spaak, P-H, “Por la Paz y por la Libertad”, El Socialista, 9 y 16 de Diciembre de 1948
[5] “El Socialista, exilio, nº 5.567, mayo de 1951; Vº congreso del exilio. 15 a 18 ,agosto, de 1952, Fundación Pablo Iglesias;
[6] Prieto, Mensaje transatlántico, El Socialista, 3-II-1949.
[7] Memoria. Relaciones con España. IV º Congreso del PSOE, o. c. p. 12 ss.
[8] Saborit, “El Pacto Atlántico, un instrumento de defensa”, El Socialista, 7-IV-1949.
[9] Llopis, Conferencia en Albí, El Socialista, 14-IV-1949.
[10] Prieto, “España ante el Pacto del Atlántico”, El Socialista, 13-I-1949.
[11] Saborit, “El Pacto Atlántico, un instrumento de defensa”, o. c.
[12] Araquistáin, España y el Pacto Atlántico”, El Socialista, 1-V-1949.
[13] MUNDO nº 621, p. 415
[14] MUNDO nº 771, p. 228
[15] MUNDO nº 623, p. 479
[16] MUNDO nº 661, p. 31
[17] Editorial Progreso, Moscú, 1965, p. 798 a 825
[18] Llopis, “Nerviosismo en las alturas. El franquismo de Franco”,ES,17-III-55; Habla de una monarquía falangista. Llopis, “Fraternidad orgánica. Monárquicos, militares y falangistas”, ES, 20-I-55; Prieto, “Póliza exenta de primas. El seguro de vida del franquismo”, ES,17-III-55; “La Falange lo quiere, y… El caudillo se repliega”, s. f., ES, 3-II-1955
[19] Mundo nº 805, pg. 203
[20] Idem
[21] “Tovarichs en España. Moscú y Madrid se reconcilian”, ES,26-V-55;
[22] Prieto, “España y la ONU. Rusia, piedra de toque”, ES, 20-X-55.
[23] “La democracia española declara: “si contra lo que la razón demanda, la moral impone y la justicia exige se admitiera a Franco en las Naciones Unidas”, ES, 17-XI-55
[24] “LA CIOSL se opone a la admisión de España en la ONU”, ES, 17-XI-55.
[25] “Franco y las Naciones Unidas. Ante la reunión del Consejo de Seguridad”, declaración conjunta de las ejecutivas del PSOE y la UGT. ES, 24-XI-55
[26] Prieto, “El régimen franquista ante la ONU y la OTAN, ES,24-XI-55
[27] Mundo nº809, pg. 311
[28] Boletín de Información, año VI, número extraordinario, Praga, 1º de julio de 1956, transmitido por Radio España Independiente
[29] El Socialista, 10-VII-1952
[30] Araquistáin, L. “España y el Pacto del Atlántico”, El Socialista, e, nº 5.463, 5 de mayo de 1949; Prieto, I., “La ciudadanía atlántica”, El Socialista, e, nº 5.469, 16 de junio de 1949
[31] Resolución del PCI sobre los hechos de Polonia, “Mundo Obrero”, nº 158, 1-17 enero, 1981, pg 7 y ss.
[32] “Mundo Obrero” 21 a 27 de noviembre de 1980 y números siguientes.
[33] Ádem pg. 35
[34] “Mundo Obrero” nº 159, 8ª 14 de enero de 1982, año IV, pg. 8
[35] Idem
[36] Idem, pg. 14
[37] “Mundo Obrero”, nº 106, pg. 20; “Mundo Obrero”, nº 149, pg.8
[38] Mundo Obrero, nº 159, 8 a 14 de enero, 1982, año IV, pg. 8
[39] “Mundo Obrero”, ídem pg. 9
[40] “Mundo Obrero” nº 106, pg. 24
[41] Araquistáin, L., “España ante la idea sociológica del Estado”, El Socialista, 5-III-1953
[42] Spaak, o.c.
[43] MUNDO números: 492, p. 177; 522, p.33; 527, p.187
[44] Albar, M., “La soberanía nacional contra la democracia universal”, El Socialista, e, 20-V-1948