De la Europa de la austeridad en la que parecía que nos teníamos que anclar a la Europa de la competitividad que parece ser el nuevo objetivo, todo ello en un tiempo record. La canciller alemana Angela Merkel quiere imponer una nueva oleada de reformas en la UE a cambio de su solidaridad, o lo que es lo mismo, de la ampliación del fondo de rescate para los países en apuros.
Para ello utiliza ciertos puntos muy sensibles, sobre todo para los españoles como es la indexación de los salarios (vincular la evolución de los salarios a la inflación) para que nos parezcamos más a Alemania. Pero choca con nuestra realidad muy diferente y que somos muy reticentes a la pérdida de nuestra soberanía. De ahí la airada reacción de varios políticos españoles entre ellos el Ministro de Trabajo e Inmigración. Aunque posteriormente ha cambiado de opinión, algo habitual en ese Ministerio en los últimos tiempos manifestando en declaraciones que: “en circunstancias de crisis, los salarios deben ceder una parte de poder adquisitivo para que las empresas recompongan sus resultados. Pero los precios no pueden estar alejados tampoco de cómo se conforman los salarios”.
Nuestros sindicalistas y muchos políticos están cargando tintas contra la propuesta alemana para impedir, según ellos, que se “deshaga el modelo social” español. Los datos del BCE indican que en España algo más de la mitad de los salarios se revalorizan automáticamente conforme a la inflación, mientras que el 16% toman esta como referencia pero sin que exista una vinculación formal. En plena discusión de sindicatos y empresarios para la reforma de la negociación colectiva, nuestro Presidente del Gobierno ha sido muy cauto al valorar la propuesta de Merkel, se lava las manos de momento y se limita a señalar que es un asunto que deben abordar los agentes sociales en la negociación bipartita y a defender que los convenios colectivos tengan suficiente flexibilidad para adaptarse a las circunstancias cambiantes.
Pero todos sabemos que lavarse las manos no es suficiente, y Alemania conocedora de su potencial dentro de la UE está jugando duro. A los currantes nos quitarán ese índice como base para el recálculo salarial y nos venderán que es lógico que a más productividad, más beneficios, más salario. Nos venderán la vieja aspiración de la participación del obrero en los beneficios producidos. Y nos lo venderán como avance y adaptación de eso que llaman “modelo productivo” y con eso que llaman “países de nuestro entorno”. Y lo harán a la mayor brevedad para que esté así establecido justo antes de que de aquí a unos pocos años los índices de precios al consumo se planten en el 7 u 8%. Es decir, una nueva pérdida brutal de poder adquisitivo, pero, que nadie se olvide que en este país históricamente cuando existen beneficios se reparten dividendos y si hay pérdidas se despide al personal.
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