Sociopolítica

Sentido común y manuales demoscópicos

Desde la última encuesta del CIS vienen apareciendo numerosos sondeos sociológicos que reparten semejanzas o diferencias a la par. Sin embargo, tanto unos como otros conforman matices en vez de contrastes abismales. Por esto, las disensiones que estiman todos los estudios son mínimas. Luego aparecen resultados sorprendentes, inesperados e inexplicables, porque se hicieron análisis basados solo en compendios estadísticos. Las respuestas ciudadanas indican porcentaje de voto directo. Después, los peritos cocinan estos porcentajes conforme a procesos anteriores. Este adobo significa acomodar el sinfín de variables para llegar al constructo o síntesis definitiva. Cualquier estudio estadístico suele cumplirse cuando la muestra es amplia. El error surge si sus elementos son humanos. Los individuos no reaccionan siempre igual, incumplen la ley física. Por este motivo, toda información de semejante procedencia debe someterse a cuarentena. De aquí la terrible realidad que se impone, regularmente, a predicciones huérfanas de lógica -o ilógica- conductual cuyo venero sea científico o matemático en exclusiva.

encuesta urna voto

Foto: pixabay.com

El conjunto de encuestas actuales presentan un dato común: la existencia del veinte por ciento de indecisos.

Este colectivo es necesariamente escéptico; por tanto, alejado de todo dogmatismo y radicalidad. Cierto es que los políticos están convencidos de dirigirse a una ciudadanía bastante lerda, tanto como para comulgar con ruedas de molino. Acorde con tal premisa, Pablo Iglesias ha declarado: “Soy patriota de la democracia y por eso estoy a favor del derecho a decidir y de que la educación y la sanidad sean públicas”. Exhibe un cinismo sin límites al identificar democracia y derechos (cuanto menos confusos) junto a educación y sanidad públicas. Cualquier cotejo riguroso ubica estos conceptos en planos diferentes si no opuestos. Se equivocan él y quienes cocinan sin tener en cuenta rechazos, asimismo credos humanos. No obstante, que Podemos tenga tanta aceptación, tras las referencias marxistas de los siglos XX y XXI, rompe mis esquemas intelectivos.

Etimológicamente demoscopia viene de demos (masa de pueblo, pueblo) y skopeó (yo examino, veo) significando estudio de opiniones, aficiones y comportamientos humanos mediante la investigación científica. El postrer vocablo explica los contrastes absolutos entre hipótesis y realidad, pues el acontecer personal jamás se somete al rigor científico. Cuando se acierta aplicando leyes irrefutables aparece la casualidad o el azar. Para desentrañar actitudes y pautas humanas hay que utilizar la experiencia y el sentido común, sin más.

Sustentaré sobre estos pilares la conjetura que expongo a renglón seguido. Sabemos que el ciudadano patrio es poco amigo de extremismos. Sitúa sus afectos en el término medio, tópica ubicación de la virtud que incluso es patrimonio pagano. Las crisis promueven mayorías absolutas o alimentan corrientes renovadoras; a lo peor, populismos totalitarios. El cedazo democrático lo pasan PP, PSOE, IU y todos los partidos que, a lo largo de cuarenta años, se ganaron esa distinción. No parece aventurado constatar que Ciudadanos goza del mismo tratamiento. Podemos ya es otro cantar. Rasgos previos, manifestaciones, actitudes, tics y querencias inducen a situarlo lejos de doctrinas que respetan las libertades individuales. Quien se autocalifica representante del pueblo, tiene como objetivo burlarlo porque, en democracia, el ciudadano elige a sus representantes; los tiranos escogen (asimismo excluyen cuando no les sirve) a su pueblo.

Dicho esto, conocemos los deseos de cambio y moderación. Del mismo modo, que los votos radicales no forman parte del porcentaje de indecisos y que el bipartidismo parece quebrado. Debido a sus pactos erráticos y legitimadores, igualatorios, PSOE, Podemos e IU son vasos comunicantes, no tanto PP y Ciudadanos. Suponiendo cinco millones de voto irresoluto, imagino que entre treinta y cuarenta por ciento irán a Ciudadanos que le aportarán cerca de noventa diputados. PP ganaría alrededor de un veinticinco que le arrastrarían a los ciento veinte. PSOE acapararía un quince por ciento y sobre ochenta diputados. Podemos y agregados se repartirían migajas en porcentaje y diputados, sin que superaran los cuarenta. Las demás fuerzas: IU, UPyD, nacionalismos, etc., deberán conformarse con una renta insustancial. Este vaticino me lo dicta el sentido común.

Sobre el Autor

Jordi Sierra Marquez

Comunicador y periodista 2.0 - Experto en #MarketingDigital y #MarcaPersonal / Licenciado en periodismo por la UCM y con un master en comunicación multimedia.