Los rescates del sector del automóvil dependiente de los hidrocarburos demuestran que la reducción de emisiones para luchar contra el cambio climático es retórica.
El cambio climático será mucho más devastador que la crisis económica, según declaraciones del presidente español, Rodríguez Zapatero, ante la Asamblea General de Naciones Unidas. Sin embargo, durante la reunión del G-20 en Pittsburgh, mostraba su disposición a trabajar de forma conjunta con Alemania para superar la crisis que vive la marca de automóviles OPEL. Además, su gobierno puso en marcha hace meses ayudas de hasta 2.000 euros para la compra de vehículos nuevos o de segunda mano con el fin de reactivar el mercado automovilístico y paliar la crisis de ventas del sector.
El coche es el principal factor contaminante en las grandes ciudades. Cada persona que se traslada a su lugar de trabajo en este medio de transporte, emite una media de dos toneladas de CO2 al año. Sin embargo, los impuestos por el consumo de carburantes permiten al gobierno español recaudar casi 2.500 millones de euros anuales.
La alternativa más cercana a los coches de combustión parece ser el coche eléctrico. Según un informe, la producción de este tipo de vehículos representará entre el 2% y el 5% de la producción total en 2020, por lo que su impacto será mínimo en la próxima década, no sólo por la propia fabricación de los coches, sino por la falta de infraestructuras para recargar sus baterías. En la actualidad, algunas marcas como Honda o Toyota comercializan coches híbridos, que poseen un motor eléctrico y un motor de combustión, y cuyas emisiones y consumo de combustible son muy reducidas. Sin embargo, su presencia en las carreteras es testimonial. En España, la intención es que en 2010 sean sustituidos 2.000 vehículos de combustión por otros tantos híbridos.
China ha comenzado la construcción de una reserva petrolera en la región de Xinjiang con una capacidad de tres millones de metros cúbicos y un coste de 265 millones de euros. En pleno debate sobre las causas y consecuencias del cambio climático, el gigante asiático va a invertir casi 2.500 millones de euros en la construcción de seis proyectos energéticos que incluyen la construcción de una mina de carbón. Sin embargo, el caso de China no es el único contradictorio.
Pero las contradicciones van más allá de las medidas que toma cada gobierno. Durante los últimos meses, se han realizado reuniones preparatorias de la Cumbre de Copenhague, que se celebrará en diciembre. La última tiene lugar en Bangkok, donde representantes de 190 países buscan puntos de encuentro para fijar la limitación de emisiones de CO2. Unos 4.000 delegados procedentes de todo el mundo se encuentran en la capital de Tailandia. Aquellos que hayan viajado, por ejemplo, desde Londres, habrán emitido más de una tonelada de C02 por cada vuelo. Si sumáramos las emisiones por los vuelos de la mayoría de los participantes en la reunión, la cifra sería descomunal. La contaminación procedente de los aviones, lejos de reducirse, parece que va a aumentar. Las aerolíneas estiman que la demanda futura será tan grande que las medidas tomadas para reducir las emisiones de las aeronaves no harán que estas se rebajen. Tratar de parar el cambio climático contaminando no parece la mejor solución.
Según un informe oficial del Gobierno británico, la temperatura media del planeta puede aumentar hasta en 4º C antes del año 2060. Esta subida podría hacer peligrar el abastecimiento de agua de la mitad de la población mundial y provocar la extinción de la mitad de la fauna y la flora y la inundación de gran cantidad de costas según varios científicos. En el Ártico y en algunas zonas de África, el aumento podría llegar a 10º C.
La Cumbre del Clima de Naciones Unidas en Copenhague se presenta como un punto de inflexión de cara al futuro para que la apuesta por las energías renovables se haga de manera decidida. La dependencia del petróleo y de los combustibles fósiles continúa siendo muy grande, y las políticas de algunos países no contribuyen a que esa apuesta sea algo factible.
Javier García Ropero
Periodista