La cosa de la economía, eso de lo que todo el mundo sabe, vamos como de fútbol, está montada de tal forma que necesita del crédito para poder salir hacia adelante, y sin crédito no hay economía, y sin economía no hay nada.
Por ignorancia o por inacción, los Gobiernos occidentales, principalmente el español, están dejando a las entidades financieras hacer y deshacer a su antojo, poniendo a su disposición todo lo que necesitan pero sin exigirles nada a cambio.
Ello está provocando que, de una manera o de otra, los contribuyentes estamos financiando a los bancos, pero luego éstos no quieren saber nada cuando somos los ciudadanos los que necesitamos de esta financiación, mientras el Gobierno mira hacia otro lado.
Finge tomar cartas en el asunto anunciando a bombo y platillo líneas ICO que luego nunca llegan ni a los ciudadanos ni a las PYMES, porque se pierden en el entramado burocrático de las entidades financieras, que aprovechan para sanear sus balances a cambio de algún favor pasado o futuro.
Ya va siendo hora de que las entidades financieras asuman su responsabilidad social, esa misma que ignoraron durante la burbuja inmobiliaria, olvidaron durante los primeros años de la crisis y que ahora, simplemente, nos echan de cara en forma guerra del pasivo, y pongan en circulación las inyecciones de liquidez que siguen recibiendo de manera permanente desde el Gobierno, es decir, desde el bolsillo de los ciudadanos.
Porque ésto se está convirtiendo ya en una situación kafkiana, en la que los ciudadanos entregamos el dinero al Gobierno, para que se lo entregue a los bancos y para que éstos nos lo nieguen cuando se lo vamos a pedir.
Volvemos al eterno paroxismo de la socialización de las pérdidas y la privatización de los beneficios, como exaltación última de las pasiones capitalistas.
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