Tú no vas a leer esto, pero ello no me releva de mi secreto.
No te puedo nombrar, aunque tu no leas . Tampoco sé ni por qué lo escribo.
Ášltimamente no sé muy bien ni por qué hago muchas de las cosas que estoy haciendo, ¿cómo voy a pretender que las entienda nadie?. Pero tú, que no tienes edad, ni nombre ni cara. Está bien eso del secreto. Claro que es un secreto para los demás; yo sé quién eres , cómo te llamas y conozco tu cara. Conozco también cosas de tu vida, que tras analizarlas, las veo con una claridad que a ti se te ha negado.
Tú no sabes que conozco otras cosas que preferible sería que no las conociera. Quien lea esto nunca te identificaría pero yo, mientras escribo, veo ante mí tu cara. Veo como tu juventud se va marchitando, casi víctima de un mal viento, y cómo las circunstancias te empujan hacia lugares que ni tan siquiera debieran existir; no, al menos, en tu edad.
Nadie elige ni la fecha ni el lugar donde va a nacer. Nace. Y tú naciste en el peor de los lugares; nada más nacer te colocaron en la parte de los perdedores, de las víctimas y ahí vas a continuar. Luego dirán que fuiste tú quien tuvo la culpa, pero ya habías nacido con la culpa. La vida es muy injusta y no da opciones a sus víctimas. Sabes que quise hacer y no pude y cada vez que me cuentan algo tuyo siento en mí el fracaso. No pude, no quisiste , no supe. El caprichoso dedo del destino ya te había señalado.
Ahora se ensañan y te culpan por lo que haces, por lo que estás haciendo, pero ¿te dieron opción a elegir? No , sólo te hicieron culpable, y vas arrastrando esa culpa en esta bendita sociedad, que te criminaliza, pero que nada hace por ayudarte. Arrastras tu culpa como el perro que se escapa arrastra su cadena.
No tienes nombre, ni edad, ni rostro. Yo sé quién eres, cuántos años tienes y conozco también tu nombre. No puedo decirlo. Si supiera que ibas a leer algo de lo que yo escribiera, te enviaría un mensaje. Pero sé que no lees.
Ya ves, yo leo, tengo edad, rostro.
¿Sabes lo que no tengo ya?, FUTURO.