La guerra siria arrastra al Líbano
A medida que la guerra civil de Siria se extiende, la reciente detención de Michel Samaha, ex ministro libanés, aliado del régimen bajo cargos de haber planeado una campaña de atentados y asesinatos permite concluir que el presidente Assad esta tratando de empujar al Líbano a una guerra sectaria para desviar el foco de la comunidad internacional sobre sus crímenes contra su propio pueblo.
El secuestro de unos 50 sirios la pasada semana a manos de chiítas aparece como venganza a secuestros de libaneses de esa secta por los rebeldes en Siria y han añadido la sensación que la frágil estabilidad del Líbano está disminuyendo. Los líderes suníes dicen estar reuniendo armas para una lucha más amplia contra alawitas y chiítas tanto en Akkar como en Trípoli. Los chiítas indicaron que disponen de los medios para luchar contra ellos, y que lo harán de ser necesario.
Líbano padece una volatilidad crónica por la que grupos terroristas y potencias mundiales y regionales con frecuencia lo han convertido en campo de batalla, en parte por su ubicación estratégica, pero en gran medida por su irresoluta clase política y su forma de gobierno que reparte cuotas de poder sectarias. Los dos grupos mayoritarios, sunies y chiíes, se confrontan alineados con fuerzas extranjeras. Los chiitas, encabezados por Hezbollah y Amal son aliados de Irán y Siria, mientras los sunies alinean con Occidente y Arabia Saudita. Este escenario, coloco al Líbano en el ojo de la tormenta tan pronto como el levantamiento se profundizo en Siria. El peligro de que Asad use su influencia para convertir al Líbano en un nuevo frente de guerra sectaria se incremento desde mayo pasado cuando el canciller sirio describió la frontera común entre ambos países como la ruta de elementos terroristas que ingresan a desestabilizar Siria.
Hoy los bombardeos sirios continúan sobre territorio soberano libanés. El distrito rural de Wadi Khaled, recibe fuego de artillería casi todas las mañanas por los últimos tres meses, 27 de sus habitantes han fallecido por obuses sirios. También han recrudecido los enfrentamientos en Trípoli entre alawitas pro- Asad y sunitas que apoyan a los rebeldes sirios. Esta semana, el Ejército libanés informó que al menos 72 libaneses han sufrido heridas graves y 11 personas murieron en los enfrentamientos. Para Assad, el caos en Líbano es visto como beneficioso y forma parte de una estrategia para distraer la atención internacional a los crímenes del régimen, pero también para demostrar que si cae su gobierno vendrá el descontrol regional, pues el déspota de Damasco insiste que solo el puede manejar el equilibrio en la región. Sin embargo, la evidencia presentada contra el ex diputado prosirio Michel Samaha, detenido el 9 de agosto en Beirut, es irrefutable. Funcionarios de seguridad lo sorprendieron con explosivos que había ingresado desde la frontera Siria con los planeaba atacar a grandes multitudes y líderes sunitas que apoyan el Ejército Sirio Libre. Samaha inicialmente confesó, pero luego se retractó. A pesar que las pruebas incluyen unos 90 minutos de vídeo que lo muestran reunido con un oficial del ejército sirio vestido de civil y llegado al Líbano para coordinar los ataques. En otros dos videos, Samaha describía su plan, según información de la seguridad libanesa y se lo puede ver en un estacionamiento de Beirut transfiriendo juntos a tres hombres unos 200 kilos de explosivos a un camión desde la camioneta del oficial sirio. Un funcionario judicial libanés, quien pidió no ser identificado porque los tribunales no han hecho pública aun la totalidad de la evidencia, agregó que la grabación final muestra al Sr. Samaha recibiendo del oficial sirio U$S 170.000. En su primera declaración Samaha reconoció que ese dinero fue lo que los sirios le habían prometido pagar.
Si bien Hezbollah defendió inicialmente a Samaha, cuando los investigadores dieron a conocer parte de la prueba en su contra, la organización no ha dicho prácticamente nada más, lo que indica que Hezbollah no se pronunciara nunca contra sus patrones de Damasco. Pero la legitimidad de Hezbollah, que deriva de su papel como líder de la resistencia contra Israel y EE.UU., se muestra muy maltrecha con la crisis siria, Nasrallah es consciente que si un conflicto interno entre suníes y chiíes ocurre, va a perder su papel como resistencia y muy posiblemente una guerra interna desahucie a su grupo. Sin embargo, el secuestro de decenas de sirios dentro del Líbano indica que Nasrala no se quedara de brazos cruzados ya que los secuestros no habrían ocurrido sin la luz verde de su organización.
Es evidente que sunies y chiies están en una guerra a pequeña escala en Líbano, y también es claro que Hezbollah no tendrá inconveniente en librarla.
El caso Samaha y los secuestros de ciudadanos sirios en Líbano son mensajes de Assad diciendo al mundo que si Siria explota, la región también se incendiara. El presidente sirio esta enviando una pregunta a la comunidad internacional ¿Son capaces de manejar el caos regional? Si no lo son, entonces protejan a mi gobierno y no busquen mi caída. Hasta hoy, lo concreto es la comunidad internacional no ha sido capaz de lo uno ni lo otro. Y menos aun de proteger al pueblo sirio de su verdugo.