Hacia una guerra feroz
Las infundadas expectativas puestas por la comunidad internacional en las capacidades y experiencia diplomática de Kofi Annan se han visto frustradas en las negociaciones sobre la crisis Siria. Aunque era evidente el fracaso de su misión, todo ello quedó expuesto cuando Annan presentó la semana pasada su renuncia al cargo de enviado especial de la ONU y la Liga Árabe y la justificó en la insalvable división que vive la comunidad internacional y la falta de respaldo del Consejo de Seguridad de la ONU.
Sin presión internacional de las potencias de la región, estaba muy claro desde el principio de gestión que el señor Annan no tendría éxito. El boicot de Rusia y China a cualquier medida que pudiera comprometer la continuidad del régimen, así como las políticas obstruccionistas de Moscú desembocarían en un proceso político que agotaría la vía diplomática, y esta realidad surgió finalmente delante de Annan, quien se marchó diciendo no haber recibido los apoyos que merecía la causa. Mientras la población siria exige desesperadamente bajo fuego de las tropas del régimen y los rebeldes, como era de esperar, en el Consejo de Seguridad continúan culpándose mutuamente por la ineptitud para resolver una crisis que se encamina directamente a la vía militar. La inmediata cascada de reacciones de las potencias internacionales demostró cuán distintas son las posiciones de cada uno de ellos. Lo cierto es que el Consejo de Seguridad nunca pudo acordar medidas drásticas contra Asad porque tanto Rusia como China, aliados del régimen sirio, bloquearon en tres ocasiones resoluciones que amenazaban con sanciones. Moscú, además, siguió entregando armas a las tropas del presidente sirio y nada se logró frente ello.
Las cifras de la guerra civil en Siria dejan en evidencia el fracaso de la intervención de la ONU en este conflictodonde hay más de 20.000 muertos y los desplazados superan las 276.000 personas. En las dos últimas semanas se produjo un descomunal incremento de la violencia, con fusilamientos en ambos bandos.
La lucha por puntos estratégicos, como es el caso de Alepo, llevó al régimen a descargar toda su potencia de fuego contra sectores dominados por los rebeldes en una escalada de bombardeos indiscriminados contra sectores civiles. La espiral de violencia va en aumento y el foco de atención ha pasado de Damasco a Alepo, la capital económica, donde la gran batalla acaba de empezar.